Qué pasa con el Covid-19 y su vacuna
Redacción/Xalapa. Antes de redactar sobre la carrera por la vacuna y la politización detrás de esta hay que dejar unos aspectos claros sobre el famoso «coronavirus». El nombre del virus es SARS-CoV-2 y la enfermedad que produce es la conocida Covid-19, esto nos quiere decir que una persona puede tener el virus pero no la enfermedad, por ejemplo, tal es el caso de las personas con VIH/Sida; Una persona con VIH es un individuo que posé el virus «inactivo», éste no tiene Sida, Sida es la manifestación del virus, la enfermedad.
Gracias a este comportamiento característico de algunos virus hace que surjan los «enfermos asintomáticos» de los cuales hemos escuchado a lo largo de esta pandemia, aunque no está bien expresado; una enfermedad es la manifestación física del virus, así que la palabra «asintomático» es una contradicción.
Un asintomático no está enfermo.
Lo que nos intentan decir es que hay personas que son portadoras del virus SARS-CoV-2 pero no tienen Covid-19, ya sea por su sistema inmunológico resistente, su estilo de vida saludable o simplemente que el virus aún no se a activado en su organismo; éstas personas no han pasado a la enfermedad, por ello tanta insistencia del distanciamiento social.
Las poderosas empresas farmacéuticas han sido inyectadas los últimos años de un gran poder, tanto económico como social, y ahora distintas potencias y países del todo el mundo han enfocado su vista una vez más dichas empresas, tal es el caso de EEUU con Moderna, en su búsqueda (que es más bien carrera) por fabricar una vacuna eficiente contra el Covid-19.
Dichas empresas pueden enriquecerse de 3 formas: por subsidio gubernamental, la apuesta en el mercado financiero y el precio de un producto de patente.
La primera ya se ha mencionado y es el despliegue de dinero que hacen los gobiernos a dichas empresas para continuar con sus investigaciones; son los ingresos que reciben directamente por hacer su trabajo, la segunda forma se refiere a la alza de prestigio que hace que sus acciones de encarezcan, dicho de otra forma; las empresas que están haciendo investigaciones para producir una vacuna contra el Covid-19 han obtenido una alza en el precio de sus acciones frente al mercado sólo por el hecho de hacer investigaciones, aun no tienen la vacuna y seguramente muchas (si no es que ninguna) las terminen realizando, pero su prestigio frente a la bolsa ha subido por el simple hecho de tratar con una enfermedad actualmente famosa.
Esto por supuesto ha caído en la politización, siendo el primero que encuentre una vacuna «aceptable» el que tenga prestigio y poder en el mercado de la misma.
Aceptable entre comillas porque recordemos que el actual presidente de Rusia, Vladimir Putin anunció esta semana que su país ya contaba con una vacuna efectiva contra el Covid, pero dicho anuncio fue rápidamente cuestionado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), poniendo en duda la seguridad de dicha vacuna rusa; ya hay una vacuna registrada en Rusia por el Centro de Investigación de Epidemiología y Microbiología, Nikolai Gamaleya, en Moscú, pero no es aceptada en occidente.
Según la OMS en la actualidad hay 160 vacunas de las cuales sólo 5 (entre las cuales no figura la rusa) en etapa 3 de pruebas.
Para que una vacuna salga al mercado tiene que pasar por muchas fases, en las cuales por supuesto hay muchos errores y esto toman tiempo.
Por más que el presidente de Estados Unidos diga que tendrá una vacuna para el 3 de noviembre (día de la elección presidencial de ése país en donde él busca reelegirse) y por más que se le inyecte dinero a encontrarla, no se pueden acelerar los procesos (a menos que se involucre más gente) y más en el caso de un virus, porque los virus no son organismos, no están vivos.
Con la actual rivalidad que se suscita entre China y los Estados Unidos, el «encontrar una vacuna» se torna más bien en la competitividad de demostrar qué potencia lo hace mejor, desde su forma de gobierno, además de la ya mencionada ventaja que le daría una vacuna contra la actual pandemia en su candidatura al actual presidente Trump.
Dicho esto, con anterioridad se ejemplificó con el VIH/Sida, y es que las similitudes que se han encontrado conductualmente entre el virus SARS-CoV-2 y el VIH son tales que en su momento el virólogo francés y ganador del Premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier, por su trabajo con el virus del VIH, dijo que el actual virus fue creado en un laboratorio tomando como base el ARN del virus del VIH.
Sea o no creado en laboratorio, es una realidad que existe y está golpeando en mayor medida a los sectores vulnerables de la población: a los ancianos, a los enfermos de otros padecimientos como la diabetes o asma a los que tienen su salud comprometida por sus hábitos como lo son fumadores o consumidores de alimentos chatarra con mucha azúcar, sodio y grasas trans, así como el avance de la enfermedad al momento de ser diagnosticado que puede ser la diferencia entre una defunción y una alta.
Hasta el momento mucho se habla de las medidas para prevenir contagios, otras tantas para el combate de la enfermedad, las autoridades nos aseguran de estar buscando una vacuna, pero reiterando en la similitud anterior; décadas han pasado y aun no se ha logrado ni siquiera ver una vacuna contra el VIH/Sida.
Lo mejor que podemos hacer es seguir las recomendaciones que nos sugiere el sector Salud, mientras continúan con el vaivén dela vacuna.