Prevención del abuso sexual infantil, tema analizado por alumnas de Pedagogía UV
septiembre 23, 2020
Redacción. UV. Las alumnas Gabriela Ortiz Cruz y Jennifer Poseros Grajales, bajo la dirección de la académica María de los Ángeles González Hernández, presentaron la monografía “Estrategias de prevención del abuso sexual infantil”, para obtener el grado de licenciadas en Pedagogía por la Universidad Veracruzana (UV).
Justificaron que la escuela, además de ser la principal institución formadora de la infancia, es un espacio de protección y refugio para menores en situación de abuso sexual. Por ello, se hace necesario que directivos y docentes asuman la responsabilidad de implementar estrategias que alerten a esta población sobre los riesgos de que son objeto.
“Esta investigación servirá para que padres de familia, tutores, docentes y directivos se informen y conozcan estrategias de identificación y prevención del abuso sexual infantil”, expresaron en la presentación de su propuesta.
Además, se trata de una investigación que enriquece la formación de los profesionales de la pedagogía y su campo de intervención hacia instituciones procuradoras de la justicia y seguridad para la infancia en situación de abuso sexual.
Precisaron que México registra 5.4 millones de casos por año, las estadísticas de abuso sexual infantil indican que Veracruz es uno de los estados con las mayores tasas de violencia contra la mujer y que el abuso sexual comienza a expandirse “gravemente” a la población infantil.
Con base en informes de la Fiscalía General del Estado, precisaron que de 910 denuncias por el delito de pederastia, sólo en el 12 por ciento se ha ejercido acción penal.
Detallaron el marco legal de protección a la infancia y cuáles serían las características de las víctimas de este delito: baja autoestima, actitud pasiva, dificultades en el desarrollo asertivo, tendencia a la sumisión, en términos individuales; vivir en el aislamiento, escasa o nula educación sexual, necesidad de afecto no satisfecha, son algunas en el ámbito familiar; ejercer la prostitución, huérfanos, pertenecientes a minorías étnicas, vivir o trabajar en la calle, abuso de drogas, son algunas de tipo social.
Las universitarias aclararon que no hay un perfil fácilmente detectable de la persona abusadora sexual, pero algunos aspectos y elementos que se pueden considerar son: generalmente son del sexo masculino; mayormente adultos (entre 25 a 59 años), siendo considerable el grupo de entre 18 y 20 años; buscan trabajos o actividades que les permitan estar cerca de población infantil y no reconocen los hechos ni asumen su responsabilidad; en muchos casos no presentan antecedentes penales y por lo regular tienen familia y descendientes.
También detallaron los rasgos o manifestaciones en condiciones de abuso sexual infantil, en términos físicos algunas son: picazón, hinchazón, dolor, lesiones o sangrados en las áreas genitales o anales; ropa interior rota o manchada con sangre; infecciones urinarias frecuentes, dolor al orinar; secreción en el pene o la vagina.
Mientras las manifestaciones psicológicas y de comportamientos pueden ser: cambios repentinos y bruscos en la conducta; miedo a estar solo, a los hombres o a un determinado miembro de la familia; rechazo al padre o madre de forma repentina; conductas y conocimientos sexuales inadecuados para la edad.
Además, las universitarias hablaron de las consecuencias del abuso sexual infantil en términos emocionales, cognitivos y de conducta a corto, mediano y largo plazo.
De ahí la importancia de contar con estrategias de prevención del delito; en ese sentido plantearon la capacitación e involucramiento de docentes, administrativos y padres de familia de instituciones educativas; difusión visual y auditiva de autocuidado y autoconocimiento del menor; educación sexual, uso de tecnología sobre redes de información para pedir auxilio.
Una estrategia más es socializar el directorio de instituciones de denuncias y de apoyo psicológico en la entidad.
Incluso, Gabriela Ortiz y Jennifer Poseros plantearon medidas de seguridad en la escuela: un diagnóstico, que permita identificar comportamientos que puede tener un menor en caso de sufrir abuso sexual –de acuerdo con un manual de orientaciones proporcionado por la Secretaría de Educación Pública–; canalización, es decir, que la víctima reciba ayuda psicológica de las instituciones, siempre y cuando se cuente con tal servicio; capacitación del personal de la institución (tanto docente como administrativo), y sensibilización en el uso generalizado del violentómetro.
Tres fueron las conclusiones planteadas: es necesaria la capacitación e integración práctica de todas estas estrategias de prevención, además de ir innovando cada material didáctico que es brindado, pues con el paso del tiempo todo evoluciona.
También calificaron de necesario educar a la población infantil para que sean personas seguras de sí, lo que implica confianza, amor, motivación, conocimiento y entendimiento. Al tiempo que aclararon que este proceso de educación sexual no sólo involucra a docentes y directivos de las escuelas, sino que padres, madres y tutores tienen un papel importante, pues regularmente es a quienes más confianza les tienen los menores.
La última conclusión fue: los niños o niñas seguros de sí, con el conocimiento y seguridad de lo que es cada cosa, difícilmente serán engañados o chantajeados como comienza la mayoría de las agresiones sexuales. Para las universitarias, la educación sexual no debe ser un tema de vergüenza, sino factor de protección.
La presentación se desarrolló el 14 de septiembre por la plataforma Zoom y los integrantes del jurado de este trabajo recepcional fueron los académicos Martha de Jesús Portilla y Zacarías Caicero, quienes plantearon a las universitarias pasar de una monografía a una propuesta que llegue a todas las escuelas de la entidad; asimismo, coincidieron en la importancia de que se convierta en fuente de consulta obligada para quienes están abocados a la pedagogía.