La Llorona, protagonista de la primera película de terror mexicana
Ciudad de México. Además de la comedia romántica y el drama político, el género del terror es uno de los más explotados por la industria cinematográfica de México. Sin embargo, esta tendencia no es nueva. Desde los orígenes de nuestro cine, los artistas se interesaron en llevar el folclor y las leyendas mexicanas a la gran pantalla. De hecho, la primera cinta de terror producida en nuestro país se filmó tan sólo dos años después de Santa, la primera película sonora en la historia del cine nacional.
Fue en 1933 cuando se produjo La Llorona, basada en la leyenda homónima, una de las más populares en Latinoamérica. La película fue el debut del director Ramón Peón García, pionero del cine mudo cubano que posteriormente filmaría casi 60 películas en México. Además, el proyecto contó con las actuaciones de Ramón Pereda, Virginia Zuri, Adriana Lamar y Carlos Orellana, estrellas que ya figuraban en el firmamento artístico.
La historia, adaptada por Carlos Noriega y el mismísimo Fernando de Fuentes, está ambientada en el México de los años 30 y cuenta con dos flashbacks a la era Isabelina y al tiempo de la Santa Inquisición. El relato presenta a María, una joven pobre que se casa con un hombre rico, quien, para disgusto de ella, enfoca toda su atención en sus hijos. Furibunda, la mujer asesina a los niños y posteriormente se quita la vida. No obstante, su terrible crimen la condena quedar en el limbo entre la vida y la muerte, por lo que no le queda más que vagar, aterrorizando al mundo entero a su paso.
La Llorona y sus logros creativos y técnicos
Del guion, destaca la interrelación que se establece entre el siglo XX y las citadas épocas. Fue toda una innovación narrativa que, desde luego, influyó en el círculo de guionistas de la época. La conexión de los escenarios a través del tiempo se realiza mediante la relación que los personajes guardan en torno a tres objetos: un cuchillo, un anillo y una piedra. A partir de ellos, se plantea un contraposición interesante entre los ritos paganos de origen indígena con la moral católica burguesa.
Gracias a sus creativas variaciones, sumadas a sus atmósferas, su iluminación y sus decorados, La Llorona se convirtió en un hito durante su tiempo. Uno de sus elementos más sorprendente fue, tal vez, la exhibición de un fantasma traslúcido, aspecto que potencio la verosimilitud de la historia. Hasta la fecha, la película es considerada como una de las cintas clave en la historia del cine de terror mexicano, y una de las más significativas en el acervo artístico nacional.