La voz es un instrumento que no se ve, pero transmite: Blanca Hernández Marín

abril 15, 2022

Redacción/El Demócrata. Blanca Edith Hernández Marín, estudiante del Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana (Jazzuv), trabaja con la canción My baby just cares for me que Nina Simone convirtió en un estándar, también con Smile de Charles Chaplin. Siempre busca cantar piezas que tengan que ver con su vida. “La discapacidad es nada más una condición y no una limitación para que puedas continuar con esa expectativa que traes”, compartió en entrevista.

Una vez que decidió dedicarse a la música, experimentó indecisión entre el piano y el canto, pero optó por éste: “Cantar es un instrumento que no se ve, pero se siente, y a través de la voz puedes transmitir un montón de cosas”, expresó.

Cabe mencionar que de acuerdo con datos proporcionados por la Dirección General de Administración Escolar de la UV, durante 2021 en la institución había inscritos alrededor de 81 estudiantes de licenciatura con algún tipo de discapacidad, distribuidos en las cinco regiones, así como dos en posgrado.

Blanca es una joven de 19 años oriunda de Poza Rica y con discapacidad visual, y al igual que alguien de su edad, busca información de interés en la Internet, tiene redes sociales y ahora, poco a poco, luego del encierro que implicó la pandemia por la COVID-19 y que “segregó” a la población con discapacidad, está retomando su vida social.

Con el apoyo de una aplicación, maneja con facilidad el celular y antes de iniciar esta entrevista, sin querer, da una muestra, al llamarle a su mamá, a quien le compartió en qué momento de su agenda de actividades del día estaba.

Blanca nació prematura, de apenas cinco meses y medio, con un peso aproximado de 840 gramos. Pasó sus primeros dos meses en incubadora, en un hospital del puerto de Veracruz, fueron “los primeros viajes de la vida”.

Como consecuencia, se le desprendieron las retinas. Eso involucró a la familia en una serie de actividades que le favorecieran, como la estimulación y el aprendizaje del braille, ambos desde muy temprana edad.

Fue su mamá quien aprendió el braille y luego se lo enseñó a ella, lo hizo de una manera “divertida e inusual” y recuerda que en este –como en todos los procesos de su vida– había música de fondo.

Es más: “Mi mamá me cuenta que desde que estaba embarazada se ponía los audífonos (para escuchar música) y yo me quedaba tranquila, cuando se los quitaba me empezaba a mover. Era muy impaciente”.

Luego de su paso por un Centro de Atención Múltiple (CAM) en su natal Poza Rica, ingresó a preescolar, momento muy importante en su vida, porque: “Ahí me entero de mi condición”.

Blanca, con apenas tres años de edad, empezó a cuestionarse por qué la gente escribía de una manera y ella no, o por qué los niños y niñas corrían con libertad y ella no.

Una ocasión que Blanca recuerda con mucha claridad es cuando coloreaba un dibujo de un árbol de manzanas, mientras lo hacía pensaba en uno que había en su casa y en las frutas que su mamá le proveía.

En ese pensar estaba, cuando unos niños le preguntaron a la maestra que le apoyaba qué tenía la niña, y aquélla contestó: “Ella no puede ver, ve con sus manos y el resto de los sentidos”.

Al llegar a su casa, Blanca le preguntó a mamá y papá si eso era cierto; responderle fue difícil: “¿Cómo le dices a una niña de tres años que así será toda su vida?”, planteó con determinación; “obviamente sí te pega y feo, yo decía ‘¿cómo le voy a hacer para esto, para aquello?’, me costó unos dos o tres años aceptar”.

Pese a ese “momento importante”, Blanca recuerda que le gustaba ir al preescolar, porque era incluida en los juegos y, sobre todo, como grupo les gustaba mucho cantar.

Cabe decir que a excepción del CAM, ha cursado su educación básica, media superior y superior en escuelas “regulares” y su mamá está presente en cada momento que Blanca narra, incluso ella quería que su hija estuviera mínimo a la par de las demás personas y, de ser posible, más adelantada. “Se puso la meta de que saliera de preescolar escribiendo mi nombre”, recordó a manera de ejemplo.

Llegó un momento en que ambas se preguntaron: “¿Qué onda con la computadora? ¡Hay que actualizarnos, también!”. Por eso, alrededor de los seis años se inició en el mundo de la computación, sin imaginar que más adelante, sería una herramienta fundamental para desarrollarse en la música.