No me llamo Felipe
mayo 31, 2022
Es el último viernes soleado del mes de mayo, en esta región sinaloense de la Sierra Madre Occidental. A la derecha rumbo norte de la carretera que mandó construir Rafael Caro Quintero y lleva a Badiraguato, se alza un espectacular recién instalado, sin mácula recita:
“BIENVENIDO A BADIRAGUATO Señor Presidente de la República ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR”. Y él, Su Alteza Serenísima, a la izquierda en la foto aparece bien peinado y enfundado en guayabera blanca. Sonriente. ¡Por supuesto!
En esta zona del llamado “Triángulo Dorado”, límites de Sinaloa, Chihuahua y Durango, el paso está vedado para fuereños. Nadie se atreve a transitar en solitario y sin permiso por estas pulcras carreteras en las que el silencio lo rompe el ulular del viento entre los pinos y el chillido del águila y el enamoradiso gorjeo de los pájaros.
Pero…
Andrés Manuel I tiene permiso. Puede transitar por tierra y por aire sin temor a ser molestado, ya no se diga sufrir agresión alguna. Por eso, el sábado 28 sobrevoló la presa Picachos, acompañado por el gobernador de filiación morenista Rubén Rocha Moya, oriundo de… Badiraguato.
Todo en familia, entre amigos, compañeros de partido, espacio al que no tiene cabida extraño alguno ni recién llegado, menos los periodistas. ¡Menos!
Y los reporteros que la mañana del pasado viernes 27 se atrevieron a transitar sin guía ni guardia por esta carretera, rumbo a la cobertura de las actividades del licenciado presidente se enteraron –como hace unos años recientes lo hicieron reporteros en San Fernando, Tamaulipas—que en tierra bajo control del crimen organizado nadie transita sin permiso del poder fáctico.
Nadie les extendió salvoconducto.
Y por ahí de las ocho y media de la mañana del viernes de hace cinco días, en un paraje de la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo, que pasa por la comunidad de Bacacoragua, cerca de la casa de la mamá de El Chapo, el vehículo en el que viajaban estos reporteros de la Ciudad de México fueron detenidos en un retén custodiado por 10 hombres armados como para la guerra del desierto.
Los colegas se identificaron e informaron a quien, de entre los hombres armados, les pidió santo y seña, que son periodistas e iban a cubrir las actividades del licenciado presidente. Demostraron que no llevaban armas y que las cámaras de televisión estaban apagadas, ¡ajá! Y les franquearon el paso.
¡Caray!, son seres humanos y merecen respeto, dice Su Alteza Serenísima de estos personajes integrantes de las filas del crimen organizado. Por eso y porque además no hubo denuncia formal, ¿por qué detuvieron a cuatro de ellos?
Bueno, bueno, fue una demostración de que en Sinaloa hay gobernador y la orden fue dar el ejemplo.
Y, mire usted, resulta que el secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, Cristóbal Castañeda Camarillo, informó ampliamente de esta detención e incluso de los juguetes que llevaban estos cuasi acólitos según el Santo Patrono de los otros datos.
¿Y cuál fue la reacción del licenciado presidente, cuyo cariño y respeto por los periodistas es harto conocido?
El sábado, por los rumbos de la presa Picachos, le pidieron su opinión. Ya sabe usted cómo es de expresivo cuando quiere escurrir el bulto y, fiel a su proceder, restó importancia al caso, total: son reporteros y hasta Alito los trata con cariño. “No pasa nada, no pasó nada afortunadamente”, dijo el licenciado presidente.
¿No pasó nada afortunadamente? O sea.
Pero…
En la mañanera de principio de semana, el colega Miguel Velázquez, reportero de Publimetro, le refirió un caso ocurrido a unos novios que, de noche, transitaban por una carretera en el estado de Hidalgo y fueron asaltados. Y cuando llegaron elementos de la Guardia Nacional los urgieron a salir de esa que llamaron “zona caliente”, es decir de alto riesgo.
–Entonces, preguntarle presidente, qué es lo que está pasando y qué acciones están realizando, no solamente en este punto que ellos ya tienen identificado como una zona de peligro, sino en las demás carreteras del país—planteó Miguel a Su Alteza Serenísima.
¡Adivinó usted! La siguiente fue la respuesta de Andrés Manuel I.
–Sí, pues estamos haciendo el trabajo, y la Guardia Nacional está en todas las carreteras para que no haya asaltos ni homicidios, que no haya delitos ni en las carreteras ni en los pueblos en ningún lado, estamos trabajando para eso–, respondió el Santo Patrono de los otros datos, cuando precisamente le dieron un ejemplo de que ese “trabajo” que presume vale para dos cosas: para nada y para pura chingada.
Y mire usted hasta presumió: “en un mes cumple tres años la Guardia Nacional y ya son más de 100 mil elementos con los que se cuenta, que están en todo el país. Nada más para tener un referente, porque se olvidan las cosas, en su mejor momento la Policía Federal llegó a tener 40 mil elementos y la mitad eran administrativos, la otra mitad eran operativos, y no tenían cuarteles”. ¿Y?
Sostiene que “ya es distinto, hay protección. Hay estados en donde suma más la presencia o son más los integrantes de la Secretaría de la Defensa, de Marina y de la Guardia Nacional encargados de la seguridad pública en ese estado que el número de policías municipales y del estado, no en todo el país, pero sí ya en varios estados. Entonces, estamos trabajando con ese propósito”.
¡Ajá! Bueno, en Michoacán, Guanajuato, Veracruz, Puebla, Guerrero, Zacatecas, Sonora, Sinaloa, Chiapas, Estado de México, Oaxaca y otras entidades, tienen otros datos y, ¡caray!, disculpe usted la referencia, el número de muertos y desaparecidos, de feminicidios e impunidad supera a los registrados en las administraciones de Peña Nieto y Calderón Hinojosa.
Son tres años y medio del gobierno de la 4T y Andrés Manuel I sigue anclado echándole la culpa al pasado. ¿Qué ha hecho en este tramo de su gobierno?
“Es lo mismo –repite el mismo rollo, el licenciado presidente–, no es poca cosa el predominio de un régimen autoritario, antidemocrático; además, con el añadido de la política neoliberal, que caló hondo, son 36 años, más que el porfiriato (…)”.
E insiste en que “nuestros adversarios no quieren cambiar, quieren que la realidad se ajuste a su manera de pensar; pues no, hay que tomar en cuenta que las cosas ya cambiaron”. Sí, ya cambiaron pero no lo asume aunque lo refiere.
¿De qué se trata? Del desprecio por quienes considera sus enemigos o representantes del opositor. Lea usted.
“Lo veo desde luego en los medios. Vamos a hacer una gira allá a Chihuahua y a Sinaloa, fuimos, y un escándalo, ¿no?, por un retén, esa era la nota principal, y difundir de que hay acuerdos con la delincuencia. Pues no, tuve que decir que yo no era Calderón, porque no soy Calderón, él pactó con la delincuencia y él tenía a García Luna de jefe de seguridad pública y él, en vez de atender las causas que originan la violencia, declaró una guerra. No somos lo mismo. Y él permitió de que hubiera masacres. Pero los muy cretinos conservadores piensan que es lo mismo. No, no somos iguales”, declaró en la mañanera y repartió culpas.
Por supuesto no es Calderón. Y si acusa al ex presidente de haber pactado con la delincuencia, sus dichos y actos, confesiones y desplantes que otorgan impunidad al crimen organizado, dan pie a lo que de él dicen los cretinos y conservadores, la que es vox populi: ¿transó con el crimen organizado?
Vaya, hasta le molesta que llamen Triángulo Dorado a esa zona que ha generado verdaderos imperios con la droga. Pero…
“(…) ojalá entre todos busquemos la forma de llamarle ‘el triángulo de la gente buena y la gente trabajadora’ o ‘la región de la buena vecindad’, o algo así. Pero ya hay que cambiar eso porque aquí hay mucha bondad, mucha gente buena, trabajadora, lo que aquí se ha dicho, y no hay que estigmatizar ninguna zona”, convocó el licenciado presidente. ¿Qué le parece?
¡Ah!, pero al punto de la lágrima, ¿a poco no?, pidió a los sinaloenses de esta región bondadosa “aprovechar el tiempo, hay que sembrar. No vamos nosotros a dejar de apoyarles, pero hay que tener en cuenta de que va a haber cambio de gobierno, yo termino a finales de septiembre del 24, si me lo permite el Creador y la ciencia.
“Pero ahí concluye mi periodo, no voy a continuar porque soy maderista y yo soy partidario del sufragio efectivo y la no reelección, entonces van a venir otros; mientras yo esté tenemos la garantía de que no va a faltar el apoyo”.
Como guion de novela de Lágrimas, risas y amor… e impunidad. ¡No te vayas, Andrés Manuel!, sin ti la vida no se llama vida, dirían los aplaudidores, estos nuevos ricos y quienes ya le tomaron sabor a la quincena sin trabajar. Y no, ¡carajo!, no se llama Felipe. Digo.
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