Orígenes del rancho “La Chingada” * Con dinero de Salinas y Camacho * Alejandro Murat por la Alianza
junio 13, 2022
¿Cuál es la verdadera historia de “La Chingada”, el rancho al que dicen se va a retirar Andrés Manuel López Obrador cuando concluya su periodo presidencial? Eso es lo que él dice, al menos.
Fue en el diario El Universal, en marzo de 2019, cuando se reveló que el rancho “La Chingada” propiedad de AMLO y enclavado en Palenque, Chiapas, no fue una herencia de sus padres, como siempre dijo el hoy Presidente.
Lo cierto es que AMLO compró el rancho, interpósita persona, justo en los meses en que fue presidente del PRD en Tabasco.
Y con esa adquisición mintió al decir que fue una herencia.
Aparentemente robó parte de los dineros públicos que le dieron para movilizar a sus seguidores.
Y los traicionó, toda vez que no recibieron la cantidad completa.
La información aparece en un expediente desclasificado del desaparecido Cisen, en donde se establece que la propiedad, de poco más de 13 mil metros cuadrados, fue adquirida en 1992 por el modesto abarrotero don Andrés López Ramón, padre de AMLO.
Pero, en realidad, ¿quén pompó? ¿De dónde salió el dinero?
El dinero se lo dio el ya finado Manuel Camacho por órdenes de Carlos Salinas, todavía políticamente muy activo en este 2022.
Y la historia va más o menos así: Tras las elecciones estatales en Tabasco de 1991, en las que se renovaron las alcaldías de la entidad, López Obrador acusó que hubo fraude en seis municipios en los que había triunfado el PRI y en los que el PRD, que él encabezaba estatalmente, consideraba que había ganado.
Entre ellos Nacajuca, Cárdenas y Macuspana. Como dirigente estatal del partido, Andrés Manuel decidió realizar una protesta denominada Éxodo por la Democracia, en la que encabezó una marcha a pie que inició en Villahermosa el 25 de noviembre de 1991, con la intención de llegar a la Ciudad de México durante la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec entre el gobierno de El Salvador y el Frente Democrático Revolucionario de aquel país centroamericano.
La marcha concluyó en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México el 11 de enero de 1992, con un discurso ante 40 mil simpatizantes.
En cash y en una sola exhibición
Tras una negociación con el secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, se acordó la anulación de las elecciones en algunos de los municipios de Tabasco. Y a dos semanas de haber concluido el Éxodo por la Democracia, el 28 de enero de 1992, el gobernador de Tabasco, Salvador Neme Castillo, renunció a su cargo debido a la presión política derivada de la protesta de Andrés Manuel, siendo sustituido por Manuel Gurría Ordóñez como gobernador interino. Ambos ahora ya fallecidos.
En esas negociaciones con los poderosos de la Federación el entonces dirigente estatal del PRD obtuvo la cantidad de 9 mil millones de aquellos viejos pesos a cambio de retirar el plantón de tabasqueños del Zócalo.
Pocos meses después, en el mismo 1992, el padre de AMLO adquirió el rancho «La Chingada» que está ubicado en la entrada de Palenque, llegando desde Tabasco, en el tramo carretero Pakalna – Palenque. El pago lo realizó Don Andrés en cash y en una sola exhibición.
El terreno de 13 mil 341 metros cuadrados fue registrado, bajo la escritura pública 3945 y firmada por el notario número uno de Emiliano Zapata, Tabasco, el abogado Luis Mayo Castro.
Hace un par de años, previo a la pandemia, tenía un valor comercial de 25 millones de pesos, según el mercado inmobiliario de Palenque, Chiapas.
Unos meses antes, la cuenta bancaria de Don Andrés López Ramón había registrado un notable crecimiento, debido a depósitos producto de los «ahorros de toda su vida», obtenidos al administrar una modesta tienda de abarrotes. Así lo justificó en su momento el mismo padre de AMLO.
Se lo heredó a AMLO y nada dejó a sus otros hijos
Lo interesante es que esos inexplicables depósitos acreditados con los cuales fue adquirido el famoso rancho, coinciden con la fecha en que López Obrador era líder del PRD en Tabasco y había invadido la plancha del Zócalo capitalino como protesta de un fraude electoral.
Y más interesante se pone el asunto cuando hacemos memoria de lo declarado en aquellos tiempos por el entonces Jefe del DDF, Manuel Camacho Solís en una comparecencia en la Cámara de Diputados.
Está documentado y existen testimonios de que el propio Camacho Solís afirmó haber “sobornado” a López Obrador para que levantara el plantón y regresara con sus huestes a su natal Tabasco. El monto del soborno que por instrucciones del presidente Salinas De Gortari le fue entregado al líder tabasqueño ascendía, repito, a 9 mil millones de viejos pesos.
Posteriormente y antes de morir en diciembre 8 del 2000, Don Andrés López Ramón, inexplicablemente le heredó el rancho «La Chingada» a su hijo mayor Andrés Manuel, dejando fuera de la sucesión a los cinco hermanos restantes.
Extrañamente y contraviniendo lo que es una costumbre, el padre legó su única propiedad al hijo que menos lo necesitaba (hay que recordar que en el año 2000 AMLO se iniciaba como jefe de gobierno del D.F.).
Coincidencia o no, la correlación de estos hechos apuntan a que, quien aportó el dinero, el verdadero dueño del rancho siempre fue Andrés Manuel López Obrador.
Dinero que le entregó Manuel Camacho Solís, por instrucciones de Carlos Salinas de Gortari.
Y colorín colorado…
(Fragmento de una charla del escribidor el viernes 10 de junio, en el recién rebautizado salón José Carral, con los miembros del Grupo Club de Industriales – Desayuno de los Viernes, que fundaran entre otros Julio Scherer García, Néstor de Buen y Juan Sánchez Navarro).
Indicios
Tiene razón el combativo colega oaxaqueño Pablo Ramírez Puga, quien en su columna de ayer domingo se pregunta “¿Y cómo por qué no?”, en referencia a la posible candidatura presidencial por la alianza PAN-PRI-PRD del todavía gobernador Alejandro Murat Hinojosa. ¿Y por qué no, ante la ausencia de figuras –por diferentes razones– entre los opositores a AMLO y a su Movimiento? “Lo que parece una chanza, un pitorreo o una “jalada de los pelos” –escribió Ramírez Puga–, tiene sentido, porque en política, para llegar a gobernar o regir los destinos de un país o pueblo, no se necesita una especial preparación y menos en un país que como México ha visto desfilar en la presidencia de la República a políticos como Vicente Fox o Enrique Peña Nieto, por citar a los más recientes, quienes sólo contaban con audacia empresarial el primero y carisma y una esposa bella el segundo y, sin embargo, cumplieron cada quien su período presidencial. También en países supuestamente más avanzados, su democracia le ha dado oportunidad, por ejemplo, a la familia Bush y más recientemente a Donald Trump, como prototipos de que “querer es poder”. Y así hay ejemplos en diversos países, en donde la política por ser la consecuencia de la ‘polis’, enmascarada como voluntad popular, permite acceder al máximo poder a personajes que no cumplen con el perfil de un gobernante que genere confianza y certeza para gobernar. Por eso, y sin menosprecio alguno, cualquiera puede llegar a presidente de una nación. ¿Por qué no podría aspirar a serlo el gobernador Alejandro Murat? Él tiene una esposa de buena presencia, una bonita familia, ha gobernado una entidad, que yo recuerdo que algunos políticos de antaño aseguraban que ‘quién gobernara Oaxaca, podría gobernar fácilmente el país’ porque es un campo de entrenamiento ideal que te da la experiencia suficiente para enfrentar los retos de toda la nación. Entonces, ¿Por qué no?…” * * * Y por hoy es todo. Le agradezco la lectura de este texto y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!