El bien amado
noviembre 23, 2022
O lo que es lo mismo: marchar el domingo 27N por un quinientón y la promesa del paraíso. ¡Total!, hay que apoyar al Santo Patrono de los otros datos. Pero…
¡¿Qué?!, ¿cuáles acarreados?, se sorprende y pregunta con genuina indignación Su Alteza Serenísima, el bien amado por dizque 50 millones de mexicanos.
¿La miente Mario Delgado, gerente del Corporativo Morena? ¿Lo engaña el espejo de Maléfica en el que se mira en sus despertares al amanecer?
No, no me equivoqué cuando la semana pasada le referí que así le dicen y se siente porque las encuestas que presume lo ubican arriba en el top ten de popularidad que no implica eficiencia y buen gobierno. Pero…
Bueno, incluso la respetable Viviana Corcuera, quien públicamente declara su simpatía por el licenciado presidente, le reveló a Adela Micha un detallito evidencia de que Andrés Manuel I no comulga con el ejemplo de la pobreza franciscana.
¡Chínguense los pobres! Al fin y al cabo, según sus datos, es el sector menor propenso a ser secuestrado. Lea usted lo que dijo el licenciado presidente en la mañanera de ayer martes 22 de noviembre de 2022.
–¿A quién secuestran?—se preguntó Su Alteza Serenísima.
–Pues a los que tienen un poco más de recursos –dijo–, aunque –matizó– secuestran a todos. ¿Qué, no hay peor cosa que perder la libertad? El secuestro es abominable. Y esto lo hemos logrado.
Cómo estaba antes –comparó– y miren cómo está ahora, 68 por ciento menos. ¿Por qué no verlo y por qué no celebrar que se ha logrado esto y muchas otras cosas?, y que trabajamos todos los días–, comparó y presumió.
Aunque –mañoso como es– no entró al punto planteado por la colega Marta Obeso respecto de las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de que 4 de cada 10 mexicanos vive en situación de pobreza, lo que implica que hay 3.8 millones más de pobres que al inicio de la administración de la 4T.
Por eso, Marta preguntó a Su Alteza Serenísima ¿qué está pasando con la lucha contra la erradicación de la pobreza en México? Y si en lo que resta de su administración cree que se puedan revertir estas cifras difundidas por el Coneval.
¡Po supuesto! ¡Adivinó usted! El Bien Amado y ahora bien vestido licenciado presidente balbuceó y salió con la misma batea.
–Bueno, hay que ver las cifras, porque les va a molestar —o a lo mejor no, porque ya tienen un poco más de sentido del humor— pero yo tengo otros datos—respondió sonriente.
—¿Cuáles son sus datos, señor presidente?—inquirió Marta.
—Pues los acabo de dar a conocer en un informe de septiembre. ¿No tienes mi informe de septiembre? Son del Inegi—atajó y por ahí se fue.
Lo que me queda claro –los clásicos dixit–, es que no soy candidato a ser secuestrado. Es más fácil que junto con esos 3.8 millones de nuevos pobres me acusen de pobreza explicable.
¡Recáspita, Solín!
Bueno, bueno, estaba con ese detallito que Doña Viviana confió a Adela Micha.
Pues resulta que Doña Viviana se congratuló porque Su Alteza Serenísima ya viste bien y muy bien; porque sus trajes bien cortados –pero mal portados—son de cashmere.
–¿De cashmere? ¿En serio?—preguntó Adela.
–¡Ah! ¡Claro!—enfatizó Doña Viviana.
¡Demonios, Kalimán!
Nota para ¡Hola!, mínimo.
Al estilo de César Yáñez pero con escenografía de los corredores de Palacio Nacional, en medio de esa insultante pobreza de gobelinos franceses, maderas preciosas en piso y paredes, jarrones del Siglo XVI y óleos de maestros decimonónicos, porfiristas por cierto.
Bien.
Usted dirá que hay de trapitos a trapitos de cashmere, como dicen los clásicos de la moda; no todos cien por ciento cashmere –finísimo pelo de cabra del Tibet o de Mongolia–. Los hay de mezclas con otras fibras, algodón, lana; chalequitos baratones, digamos de 4 mil proletarios pesos y otros de 100 mil neoliberales pesos o, ¿por qué no?, trajecitos de 20 mil conservadores euros.
Todo depende de la calidad del cashmere.
Y no creo que doña Betty le compre al Duce sus garritas en el mercado de Mixcalco ni en las tiendas de San Juan de Letrán –hoy conocido como eje central Lázaro Cárdenas—.
¿Será en las tiendas neoliberales y conservadoras de Polanco y Santa Fe? ¿Se los comprará Alejandro Esquer Verdugo, su secretario particular que maneja recurso fresco, en Nueva York, en París, en…?
Tal vez tiene un buen sastre que consigue las telas de cashmere a buen precio y le confecciona los trajecitos a Su Alteza Serenísima.
El problema y usted seguramente se ha dado cuenta, es que el licenciado presidente se carga una timba pozolera y está medio descuadrado, de forma tal que los trajes se le escurren y los pantalones –detallito para el sastre y la señora Betty—se le cuelgan como persiana mal cerrada en los tobillos.
Pero, bueno, disculpe usted esta breve alusión de haute couture que demuestra la incongruencia de Su Alteza Serenísima entre el decir y hacer; aunque el cargo le requiere andar con trapitos de buena calidad y siempre será recomendable recordarle que los zapatos se lustran.
¿Buen traje con chanclas sucias? ¡Bah!
Así que ya veremos qué viste y calza el próximo domingo en la marcha que, dice, no es contra el INE ni para competir contra la del domingo 13N que sus críticos y opositores motu proprio, es decir, no acarreados, colmaron Paseo de la Reforma y calles aledañas al Monumento a la Revolución; casi un millón de participantes.
¡Recórcholis, Drakko!
–No sé de dónde sacan de que vamos a hacer un acto con acarreados, si tenemos de aprobación 70 por ciento—reprocha y presume el licenciado presidente, con ese modito ñero y gesticulando desde el púlpito de la mañanera.
Y su alfil Adán Augusto López Hernández, que cobra como secretario de Gobernación y ya es conocido como el Divo de Bucareli, le secunda desplantes. Ya se mimetizó, como la doctora Sheinbaum, en la forma de tratar a la oposición.
–¿Cuántos personas, cree que vengan a la manifestación? ¿Más que de la oposición sí, la que fue a favor del INE?—le preguntaron el lunes pasado en Palacio Nacional.
–No, esa no fue marcha, ésa fue una caricatura de marcha—respondió el Divo de Bucareli, el de la voz de terciopelo.
–¿Y qué le responde a quienes dicen que será una marcha de acarreados?—requirió al sobrio Adán Augusto una colega.
–¡Ah! Que no le falten el respeto al pueblo—respondió indignado López Hernández cuando ya le había faltado al respeto al pueblo que marchó en defensa del INE y, hay que decirlo, en repudio a Su Alteza Serenísima Andrés Manuel López Obrador y su gobierno.
¿Y cómo irán vestidas las huestes convocadas y maiceadas por los operadores de Morena? Porque le confío que por los rumbos del Ajusco se ofrece transporte, lonche, ayuda en trámites para servicios públicos como agua y drenaje, a quienes asistan mansamente a la marcha.
Y un detallazo: ¡500 pesos al concluir la jornada!
Su Alteza Serenísima, en campaña en 2018 decía, a quienes lo escuchaban en sus mítines: agarren lo que les den y luego votan por mí. Entonces, señoras, señores, jóvenes y jóvenas, agarren el quinienton y vayan a pasear a Reforma y a retozar al Zócalo. ¡Total!, qué tanto es tantito…
Además, el licenciado presidente no invita a quienes marcharon el domingo 13N. “Pues yo invito a todos los ciudadanos que están a favor de la transformación que se ha venido llevando a cabo en los últimos cuatro años para que nos acompañe”, declaró el Bien Amado y Bien Vestido Andrés Manuel I.
Y volvió a pintar la raya de la polarización social.
“Y qué bueno que esto suceda en el país. Ellos están a favor de las minorías, a favor de las privatizaciones, a favor de la corrupción, están a favor de que se margine al pueblo. No le tienen amor al pueblo, son partidarios de la hipocresía, de la simulación. Son racistas, clasistas, discriminan.
“Entonces, somos distintos, nosotros queremos que México sea de todos (…)”. ¿Semos, Su Alteza Serenísima? La pobreza franciscana viste de cashmere y, ¡sopas!, no soy secuestrable. Digo.
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