A 325 años de la muerte de Sor Juana Inés de la Cruz
abril 17, 2020
México. Notimex. La obra de Sor Juana Inés de la Cruz —nombrada como la Décima Musa, nacida en México y consagrada a la vida literaria— de quien se conmemora hoy el 325 aniversario luctuoso, fue notablemente reconocida e incluso llegó a ser publicada en España debido a su relación con personas de las esferas más altas del poder.
Aunque el año de su nacimiento es incierto, la mayoría coincide en que lo más plausible es que Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana (su nombre real) haya llegado a este mundo en 1648. Nació un 12 de noviembre en la hacienda de San Miguel Nepantla, actualmente un municipio en las orillas del Estado de México.
Su deseo de saber le condujo por el camino del aprendizaje cuando tenía apenas tres años, edad en la que aprendió a leer. Más tarde estudió los libros de su abuelo y a los ocho años escribió una loa, que incluía versos tanto en español como en náhuatl, al Santísimo Sacramento en Amecameca.
Entre las obras más destacadas de la literata Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, texto que es considerado uno de los más importantes en la literatura novohispana. Es precisamente en este escrito en el que la misma Sor Juana da cuenta de sobre su curiosidad intelectual a muy temprana edad.
Antes de tomar los sacramentos religiosos y convertirse en monja, Sor Juana vivió en la Ciudad de México con un par de familiares. Durante esa época comenzó a trabajar en la casa de la virreina Leonor de Carreto, pero eso no impidió que su talento fuera reconocido por las personas a su alrededor.
De acuerdo con la Enciclopedia de la Literatura en México (ELEM), existe una anécdota en la cual Sor Juana fue llevada ante la Corte, en donde 40 sabios le cuestionaron sobre varios temas con el fin de constatar si su sabiduría era humana o divina.
Vida religiosa
Renuente a formar una vida familiar que le distrajera de su camino por el conocimiento, y aconsejada por el padre Antonio Núñez de Miranda, Juana de Asbaje ingresó al Convento de San José de las Carmelitas Descalzas; sin embargo, la austeridad en este lugar la llevó a abandonarlo y después a ingresar al Convento de San Jerónimo, lugar en que adoptó el nombre con el que tres siglos después se le sigue conociendo: Sor Juana Inés de la Cruz.
Su talento con la pluma le trajo como consecuencia la petición de varias personalidades de la época para escribir algunos textos, fue así que compuso el Soneto fúnebre a Felipe IV, pero la obra que le regaló su amistad con la condesa de Paredes y le abrió las puertas a otro mundo, fue Neptuno alegórico.
Esa relación amistosa consiguió que los textos de Sor Juana fueran publicados, pues cuando la también virreina de Mancera partió a España llevó con ella varios de los poemas que su amiga le había escrito, los cuales fueron reunidos y publicados en Inundación castálida. Con este acto la escritura de la eclesiástica se difundió en España y no sólo en la Nueva España, donde ya había publicado algunos villancicos. El segundo tomo de Inundación castálida fue el libro donde apareció “Primero sueño”, el más famoso de sus poemas.
En 1682 Sor Juana abandonó la vida literaria; los motivos de este acto son desconocidos. A pesar de esto, existen dos explicaciones, la primera es que su abandono se trató de una especie de purificación espiritual; la segunda es que la escritora fue persuadida de dejar la escritura por su confesor, Núñez de Miranda y el arzobispo misógino Francisco de Aguiar.
En 1694 Sor Juana regresó al Convento de San Jerónimo para cuidar de las hermanas que habían sido infectadas por la peste, fue de esta forma que ella se contagió y murió el 17 de abril de 1695. No obstante, la difusión de su obra no murió con ella, pues hasta el día de hoy es uno de los referentes más importantes.
Sus textos no solamente han sido reeditados e imprimidos de nuevo, sino que autores como Amado Nervo, Octavio Paz, Margo Glantz, Georgina Sabat de Rivers y Alfonso Reyes, entre otros, han escrito sobre su vida y obra.