¿A dónde irá Luchita?

febrero 18, 2020

El pasado martes 11 de febrero de 2020, las imágenes de una adulta mayor que se oponía a ser desalojada de su vivienda por haber perdido un juicio promovido en su contra, por su nieta, conmocionaron a la sociedad Xalapeña.

Las perturbadoras escenas que daban cuenta del dolor de una mujer de 88 años en silla de ruedas conducida por elementos policíacos hacia la calle, cumpliendo el mandato de un juez civil que ordenó sacarla con auxilio de la fuerza pública, del lugar que hasta ese momento fue su vivienda mientras sus pertenencias y muebles eran subidos a un camión de mudanza, nos dejaron con un nudo en la garganta.

¡No puedo creer que esto esté sucediendo! -decía Luchita-, mientras las lágrimas le impedían completar la oración.

Los vecinos trataron de impedir el desalojo y algunos se enfrentaron cuerpo a cuerpo con la policía, sin embargo nada pudieron hacer pues la diligencia de lanzamiento se concluyó con éxito. El saldo Luchita internada en la clínica del IMSS –víctima de una crisis nerviosa- y la nieta en posesión de su nueva casa.

Días previos al acto, los representantes legales de la demandante, circularon una carta explicativa en donde exponían a la opinión pública su versión de los hechos, en ella se argumentaba que la casa no pertenecía a la octagenaria, sino a un familiar de ésta, quien en vida decidió heredar directamente a la nieta, por lo que la heredera demandó a Luchita la entrega física y material de la casa; y que Luchita debía salir porque perdió el juicio.

Las opiniones se dividieron, y hubo quienes justificaron el desalojo como un acto de legalidad pues después de 4 años de demanda la nieta pudo tomar posesión de la vivienda; otros, calificaron el hecho como un injusto, pues Luchita construyó la vivienda con el producto de su trabajo como enfermera, aunque el terreno no fuera de ella.

Yo estoy de parte de Luchita, pues durante catorce años, casi quince, me he dedicado a luchar por los desprotegidos de la ley (los deudores), en esas duras batallas en las que nos enfrentamos a los poderosos dueños del dinero (acreedores), he confirmado que no todo lo legal es justo, y siempre es mejor estar de lado de la justicia y luchar por ella, aunque ello nos genere enemigos.

No hay explicación alguna que me pueda convencer -como hija, como nieta, ni como abogada- que un derecho de propiedad se deba anteponer al respeto, consideraciones y ayuda que debemos prestar a nuestros mayores; máxime padres y abuelos, ellos sacrificaron juventud, tiempo y dinero para que nosotros fuéramos hoy seres socialmente útiles. Tenemos una deuda con ellos, que nunca lograremos pagar. 

La gratitud y compasión es lo que nos hace humanos, lo demás, las leyes, pueden estar en conflicto con los ideales, abracémonos siempre a nuestros principios, seamos agradecidos y la vida nos compensará.

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