¿Alguien quiere invertir con el “Chucho el Roto” de la 4T?
En búsqueda de su identidad aún desconocida, la Cuarta Decepción sigue pegándole a la piñata a ojos vendados. Juega al nacionalismo desfasado, al izquierdismo de ¡asústame panteón!, al patetismo de no saber ni dónde está parada, para acabar echando su cuarto a espadas, agachándose, sumisa, ante el anaranjado del Norte.
Transita por el republicanismo y, de paso, echa por la borda acuerdos fiscales de repartos de dividendos que vienen de muy lejos en el tiempo, coquetea con el bolivarianismo y quiere asumir ese liderato continental desquiciado, hurgonea con el socialismo y se da cuenta de que no puede intentar nada serio, porque no tiene canicas ni dinero para arrancar patas.
Juega a primero destruir el país para después imponer voluntades estatistas, ya que haya puras ruinas. Un evidente error de visión, de diagnóstico, de estrategia y de tácticas. Un error garrafal, la abjuración de todos los principios que regulan a un gobierno.
Opinan en el extranjero que las dictaduras de Hitler, Mussolini y Francisco Franco erigieron sus tiranías sobre países que habían sido devastados por otros y que ellos tuvieron éxito económico y social. Aquí vamos al revés de la rueda de la historia y eso era lo que significaba la esvástica que giraba al revés del reloj: el retorno de lo peor.
La Cuarta Decepción sólo jala hacia donde le diga Trump
El regimencito mexicano, vapuleado en medios de comunicación extranjeros de prestigio, casas de gobierno vecinas del Norte y del Sur, sedes diplomáticas, cortes europeas, embajadas críticas, ya se acabó las vacas gordas y las flacas, sólo puede jalar hacia donde le indiquen desde Washington.
El entreguismo de la Cuarta Decepción con los poderes de la Casa Blanca es obsequioso e indignante. No se engaña con la verdad, se está cometiendo un error estratégico en medio de la campaña para la renovación de poderes estadounidenses, entregando los bártulos antes de tiempo, decantándose afuera de la taza.
Mientras eso sucede con la postura exterior de México… adentro esto es un desastre. De nada sirve que juguemos a los soldaditos, a los barquitos y a los avioncitos, si a partir del primero de julio que entra en vigor el Tratado, no hay empresas que quieran invertir un dólar, pues desconfían de la salud mental del sistema político y del titular del Ejecutivo.
Igual saca a la calle al Ejército, sin saber con qué y para qué; cancela empresas de energías limpias con pre inversiones en marcha, dispuestas a jugarse el pellejo para cobrarnos las indemnizaciones, los gastos y costas de los juicios; repele inversiones extranjeras en el sector energético, manda un mensaje indeseable para cualquier posible socio comercial.
Revisar cuentas bancarias, declaraciones fiscales, guardaditos…
¿Quién va a invertir en México si el fantasma burlón de Chucho el Roto, espuelas al canto, anda merodeando por las cabecitas de los empoderados, queriendo desquitarse de los ricos, sin saber que perjudica más a los pobres que dice defender?
Chucho el Roto, reloaded, quiere meter las narices, husmear en todos los domicilios mexicanos para junto al INEGI, revisar cuentas bancarias, declaraciones fiscales, papeles comprometedores, guardaditos, cochinitos de todo tipo aquí o afuera, todo, absolutamente todo, aunque la Constitución diga otra cosa, Chucho cree que todavía puede reformarla a su antojo.
¿Quién va a querer exponer su dinero en un país al borde de la descomposición social, porque el campo está absolutamente quebrado, se desplomaron los mercados, las cadenas productivas del sector agropecuario, los precios, las garantías y los productos están tirados en la brecha, porque ya cuesta más recogerlos que dejarlos allí?
Nadie se atreve a decirle al Caudillo que está acabándose al país
Y eso no es producto de la pandemia, viene de antes, la hambruna está entre nosotros, y los inversionistas lo saben, desde el segundo trimestre recesivo que ya anunciaba una depresión económica “marca llorarás” y nadie hizo caso, todos prefirieron cuidar sus puestecitos en el gabinete nylon, inservible a todas luces.
Nadie quiso jugarse la cabeza o el puesto para hacerle ver al Caudillo que estaba destruyendo las condiciones objetivas de subsistencia. Nadie se la jugó con México, y eso también genera profunda desconfianza entre los inversionistas y CEO’s extranjeros, de cualquier nacionalidad. El mundo es muy chiquito.
Afortunadamente el presidencialismo mexicano es un sistemita que sólo puede funcionar repartiendo maletas de dinero, y por si no se han dado cuenta, dinero es lo que precisamente falta. La ronda suena a réquiem y a fracaso total.
Por eso, en los estados ya cada uno quiere jalar por su lado
¿Se han puesto a pensar que cuando acaben con todo, cuál va a ser la base económica para sostener Aztecland? Petróleo, no. Campo, no. Comercio exterior, no. Turismo, no. Remesas de migrantes, no. Territorio puente para el mercado de Estados Unidos, no. Maquila, no.
Quedan las opciones del narco, el paraíso fiscal estratégico, o el centro de diversión de gabachos y canadienses. Creo que ni eso lo tienen claro. Es demasiado heavy para que lo pueda entender Chucho el Remendado, en la versión de Tin Tan.
Como esas opciones no alcanzan para sostener a ciento treinta millones de mexicanos, usted se imaginará el nivel de desintegración en el que nos encontramos.
Por eso, en los estados ya cada uno quiere jalar por su lado, ya no lamer de la misma coyunda. No los detiene ni los espanta ninguno de los jueguitos que ven, así como tampoco hay maleta para seducirlos, en caso de que ese fuera el juego.
El mercado estadounidense, otra fantasía de la Cuarta Decepción
A pesar de las esperanzas depositadas en el nuevo Tratado Comercial, ése tampoco pinta bien. No dejaremos de ser una sociedad pastoril, como lo quería el Plan Morgenthau al finalizar la Segunda Guerra Mundial, para amigos y enemigos de Roosevelt. El plan era avasallarnos y someternos como su planeta de consumidores.
Es absolutamente falso que el Tratado de marras sea la solución. El mercado gabacho está deprimido, demasiados millones de trabajadores se quedaron sin empleo y sin dinero. El gran mercado estadunidense es otra fantasía de la Cuarta Decepción.
El entreguismo obsequioso e ilimitado del regimencito mexicano está fuera de todo recato. Le estorba al desquiciado de Trump, en lugar de ayudarle. Nadie quiere la ayuda de un compadre apestado.
¿No cree usted?