Asesores de la 4T, virus que se reproducen en la ignorancia

abril 15, 2020

Muchísimos ideólogos de huarache se han congregado alrededor de la ignorancia del gobiernito. Siempre acuden solícitos donde hay cómo succionar los presupuestos a cambio de ideas salvadoras, a cambio de ofrecer los trapitos sucios para el remedio, a cambio de ser parte de los ejércitos de reserva de talentos inocuos y extraviados. Se reproducen como virus.

Nunca faltará un roto para un descosido, aconseja el refrán popular. Dime con quién andas y te diré quién eres, al cabo saldrás a la calle a buscar un pendejo y te encontrarán a ti.‎ Tal parece ser la lección que se desprende, una vez que hemos comprobado que, por separado o todos juntos, no sirven para maldita la cosa.

En la punta de la estampida, se encuentran los ideólogos de huarache, en todos los rubros de las nóminas gubernamentales. En altos, medianos, bajos niveles, o tras bambalinas, en el backstage de la inocuidad, comandando batallones enteros de indignos con ingresos que superan lo inaudito.

Son los que han contribuido a la catatonia institucional, a la falta de justicia social, a la parálisis, a la cuarentena en que se encuentra la población y la mismísima Corta Decepción. Los que han imprimido a este regimencito el sello inconfundible del fracaso y de la desesperación. Los que hacen creer al Caudillo que es el esperado , el científico o cuando menos un iluminado.

Arturo Alcalde Justiniani, esposa e hijas que le acompañan

Los ideólogos de huarache se encuentran en todas partes, siempre y cuando ahí se encuentren los estipendios necesarios, las mermas o las canonjías que merecen para su reproducción. Son virus con vida propia, se encajan a las células vivientes del presupuesto, pero pocos saben los desastres que causan. Las epidemias que inoculan.

Arturo Alcalde Justiniani, quizá de los mayores que no cobran físicamente en las nóminas de su hijita, secretaria del Trabajo, pero que deciden desde sus despachos, desde antaño al servicio de los caciques sindicales, el rumbo y el sentido de la política obrera, las reformas laborales, de las tomas de nota, de los elogios y reconocimientos que cada maleta recibida exige obtener, es un emblema de la corrupción chaira.

Arturo Alcalde Justiniani se ha convertido de golpe y porrazo en el auténtico líder de la transformación –¿o decepción?– obrera. Él decide la culpabilidad o inocencia de los trúhanes y caciques sindicales que mantienen a raya la productividad, la democracia sindical y hasta el perfil de las negociaciones en el rubro laboral en el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá.

Llegará hasta dónde lo permita el naufragio del país, y hasta puede después vender las exequias, fungir como buitre en el reparto de las carroñas. Lo ha demostrado a lo largo de su carrera abnegada en favor de primero los pobres, sabe usted. Un ideólogo de la Cuatroté en toda la línea, un prócer de la inventiva.

Por algo es que él decide el destino de los dineros derrochados en el programita Jóvenes Construyendo el Futuro, cuyo mayor orgullo es haber engordado la maleta de su mujer, Berta Luján, inmaculada ex contralora del GDF‎, en la búsqueda del liderato máximo de Morena, con el beneplácito del Caudillo. Faltaba más.

Paco Ignacio Taibo II, su logro. Martí Batres, su protagonismo

Los ideólogos de huarache llegaron por su reivindicación, y a fe mía que la obtuvieron, véase si no el logro de Paco Ignacio Taibo II al lograr que la Constitución fuera reformada para acceder al mayor cargo en el Fondo de Cultura Económica, desde donde ha dado clase de pundonor a los chairos, desesperados por un líder intelectual.

O el desatino, siempre en búsqueda de los reflectores, de Martí Batres al rendirle en Bellas Artes culto de héroe civil, al pastor pederasta de la Luz del Mundo, aprehendido por todos los delitos cometidos desde su apostolado en contra de mujeres y niñas que cayeron en sus garras. Hoy Nassón es juzgado en Estados Unidos, porque aquí nada más no se pudo.

Ricardo Peralta, dilapidador; Arturo Farela, gran impostor

El pomposo subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, sustituto en funciones del florero mayor, Olga Sánchez Dávila, dizque titular del ramo, haciendo de las suyas, repartiendo lana en todo el país para soliviantar las autodefensas rurales y el marxismo de pacotilla. Soliviantando a Bonilla para envejecer en el cargo de gobernador, como prueba piloto de la reelección del Caudillo.

O a Arturo Farela, un impostor, medrando a costillas de las sectas evangélicas que dice representar y a las cuales no conoce. Compañero sin par de las oraciones palaciegas de los lunes, heraldo de la transformación en las “mañaneras” dominicales a las puertas de cada hogar citadino. Un infame de postín.

Pero ideólogo de la salvación de las almas, señor de los amuletos y responsos contra el coronavirus, detente de las peores desgracias, sólo con las invocaciones de la fe. Manipulador del alma perdida, la que no sabe qué hacer ante las desgracias mayores, ante las crisis terminales.

El principal propulsor de las abdicaciones y las mentiras pías: aquél que impulsa la maldad de atribuirle al coronavirus la tragedia de México, cuando todos sabemos que fue incubada desde las pésimas decisiones económicas y sociales tomadas en Palacio Nacional. ‎Con México no se puede jugar a las escondidas. López Gatell ya se sumó, tarde se le hacía, a esa engañifa.

Son los que quieren ver la cara de pendejos a los mexicanos

Son los ideólogos de huarache los que han hecho de los fifís, de los empresarios voraces, de los conservadores que se oponen a las ambiciones descocadas del Caudillo, la razón de ser de su existencia, la necesidad de su contratación a precios exorbitantes.‎ El avant-garde de sus triquiñuelas.

La ultima ratio del desprecio al pueblo, al que tratan de convencer que el iluminado bajó el precio de las gasolinas, como si éste no fuera un efecto secundario del mercado y de la guerra de precios en la cúpula internacional. Los que quieren vernos la cara de pendejos, y aparecen en el espejo público.

Son los ideólogos de la mano alzada. Los que aportan las ocurrencias diarias de los latiguillos mensajeros. Los que nos recuerdan a la falange española, a los nazis y a los fascistas italianos que se sirvieron de la mano alzada, de la gesticulación para manipular conciencias y comprar voluntades.

Los que aceptan y promueven la mediocridad para aplastar la grandeza. Los que creen que la mano alzada nos hace parecer iguales. Los que dicen que no son iguales a los que se fueron… pero han resultado peores. Los que han destruido cualquier posibilidad de certidumbre y de confianza en México.

Asesores, como virus y bacterias, se reproducen en la inmundicia

Sin embargo, no debemos olvidar que está clase de personajes chuscos sólo florecen ahí donde hay ineptitud, ignorancia y desolación ideológica.

Si no, es imposible reproducir tamaños virus.

Virus y bacterias sólo se reproducen en la inmundicia.

¿No cree usted?