Como la árabe de 2011, comenzó la primavera mexicana

marzo 23, 2021

A pesar de la embestida contra el Instituto Nacional Electoral para que evite la sobrerrepresentación ‎en la Cámara de Diputados, la ampliación de los mil cuatrocientos pesos mensuales a los adultos mayores –la dádiva electoral–, el refugio con la figura de Juárez, el anuncio de las vacunas mendigadas y todas las distracciones contra el juicio ciudadano, el pueblo tiene otros datos. 

En el centro del pliego de acusaciones contra el régimen de la Cuarta Decepción se muestran como datos ineludibles que el fatídico manejo de la pandemia, causante de más de medio millón de muertes innecesarias y la complicidad manifiesta con el narcotráfico han hecho lo demás. En el centro de las acusaciones sólo hay un verdadero culpable.  

Así se ha dictaminado en cerca de doscientas plazas urbanas del país y del exterior cercano. Decenas de miles de ciudadanos productivos, no acarreados, se han decidido a cambiar de página, a utilizar el valor y el honor para juzgar sin complacencias al responsable de la destrucción nacional. 

Solas, Pemex y CFE no son motor de crecimiento 

Quince acusaciones que hablan por sí mismas, y que resumen la saña con la que Morena acabó con el sistema productivo, con el mercado interno y con las relaciones comerciales de México. Que quiere tirar al INE, a los jueces honrados, a la Constitución, callar a los periodistas independientes y regular a las redes sociales.  

Todo porque estorban a sus caprichos, todo para no tener obstáculos para destruir y saquear al país. Todo por no entender las reglas esenciales del gobierno democrático, por no saber, y por no aceptar que sólo el crecimiento económico puede lograr bienestar, empleo e ingreso. 

Todo por negarse a saber y aceptar que las empresas estatales estratégicas no pueden ser, nunca han sido, el motor único del desarrollo del país y por no reconocer el esfuerzo gigantesco que el pueblo ha hecho para resistir los embates de un gobierno corrupto e inepto. 

Juicio ciudadano: recuperar el país que perdimos 

‎Una parte amplia y representativa de la población que crea los empleos, que innova, que dirige las empresas realmente productivas, los que incorporan los nuevos conocimientos y la invención tecnológica, gracias a la cual podrá si acaso regresarse al año 2018 para recuperar el país que perdimos, exigió a voz en cuello el juicio ciudadano de este domingo en la capital de la República. Salió airosa. 

Demostró que cuando se quiere se puede, aunque los medios de comunicación y la prensa impresa y radioeléctrica se rehúse a dar a conocer las fotografías, los videos y la manifestación de repudio, ese pueblo ya tiene otros datos. Aunque los medios de comunicación sean los últimos en enterarse de que están en la mira de la demagogia y del populismo para cambiarles de dueño.  

Después de las elecciones vendrá el gasolinazo 

Hasta los funcionarios presentes y pasados del Banco de México aceptan que aquí ha pasado un desastre. ‎Que lo que hicieron con este país, la crisis más demoledora y dolorosa de los últimos cien años, dejará un impacto muy difícil de resolver. Que los delitos de lesa traición deben tener un remedio, antes de que no quede piedra sobre piedra. 

‎Todo por querer perpetuarse en el poder contra todo y contra todos. Por no reconocer que están absolutamente solos en ese empeño descocado. Por no aceptar que el pueblo ya ha dado su veredicto: ni un voto más al proyecto de dictadura de rancho. Todo, por no reconocer que se quedaron chiflando en la loma. Que ya no van a ningún lado. 

Todo, por no reconocer que cuando se muestran ante el pueblo resultan reprobados e injuriados, que no hay un solo rincón del país donde no hayan recibido dolorosas mentadas de madre y todo tipo de invectivas populares. Todo, por apoyar a las bandas de la delincuencia organizada para que arrase cm vidas y propiedades en todo el territorio. 

Todo, por negarse a reconocer que la avalancha de rechazo es irrefrenable. Vuelven a sacar al dudoso diputado local de Huimanguillo, un tal Charlie Valentino Flores, chairo de vocación, que pide a gritos reformar la Constitución para permitir la reelección del “caudillo”, el que está anclado en el trapiche y el metate. 

Todo, por continuar el reparto de dinero público a Pimeño Ibarra, a Carmen Aristegui y a la Poniatowska. Todo, para no cumplir ninguna promesa que se hace al calor de la cercanía electoral de junio. Todo, para que después de las elecciones se regrese al gasolinazo, a la devaluación, al hambre y al gobierno de un solo sujeto empoderado por fanáticos.  

Las bandas delincuenciales han rebasado la colombianización 

Como lo fue la árabe a principios de 2011, en México empieza la primavera de la revuelta popular. No podemos ignorarlo. En todos lados se rompen los filtros de seguridad de los kaibiles guatemaltecos y de los mercenarios centroamericanos contratados con nuestro dinero para poder acercarse al mandatario y decirle sus verdades, para expresar el clamor ciudadano. 

Todo, por buscar el dinero hasta abajo de las piedras para llevar a cabo sus desaguisados. Ahora van por impuestos a las grandes fortunas para aumentar los caudales de las dádivas, para acabar de destrozar el aparato productivo del país, para aparentemente no subir los impuestos, pero pegar en la línea de flotación de toda esperanza.  

Los beneficiados: el Cartel de Sinaloa, los Arellano Félix, La Familia Michoacana, los Beltrán Leyva, los Zetas, el Cartel del Golfo, los Caballeros Templarios, el Cartel Jalisco Nueva Generación, imperios delictivos que han crecido al amparo de las instituciones gubernamentales de la Cuarta Decepción.  

Con todas sus ramificaciones, las bandas delincuenciales han rebasado los límites de la colombianización, mientras los carteles del poder superan con mucho los estándares de la venezualización. Hoy, las características del narcoEstado nos delatan y nos someten, mientras el “caudillo” de marras dice que estamos muy bien. 

En manos del narco no un tercio, ¡todo el territorio! 

Hoy debe quedar muy claro que en México la delincuencia de altos vuelos no se mueve en un escenario paralelo a las instancias de gobierno. No. La ilegalidad y la violencia criminal están insertas en las áreas de gobierno y de decisión política. El caso de Salgado Macedonio y de los candidatos impresentables de Morena son prueba plena. 

Si caminan como pato, graznan como pato y caminan como tal, no cabe duda, es pato. De igual manera si sus instituciones políticas mantienen influencia decisiva, participan y encubren a las redes de la delincuencia organizada, usando para ello sus propios cargos, de manera indudable son un fatídico narcoEstado.  

Fuera máscaras. Nadie tiene derecho a rasgarse las vestiduras cuando desde el exterior nos dicen que un tercio del territorio está dominado por el narcotráfico. Se quedan cortos. Es todo el territorio. 

Además, dominado por una casta de perfumados e insensibles que están matando a la población, cometiendo genocidio calificado con el manejo ruin y desquiciado del negocio farmacéutico de la pandemia. Coaligados con los peores intereses comerciales del mundo.  

Definitivamente, el pueblo es el que sí tiene otros datos 

En México es un hecho. La primera potencia es el narcotráfico. La segunda, sólo la opinión pública que este domingo salió a enjuiciar a los corruptos, y ponerle un hasta aquí a la destrucción. Definitivamente, el pueblo es el que sí tiene otros datos. 

¿No cree usted? 

Índice Flamígero: Integrantes del Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA) se manifestaron este domingo 21 de marzo en contra de la administración que encabeza Andrés Manuel López Obrador. “Fuera López, fuera López. Fuera la dictadura. Viva la libertad”, fueron parte de las consignas de los asistentes, quienes marcharon desde el Ángel de la Independencia y avanzaron sobre Paseo de la Reforma hasta el Monumento a la Revolución. Dicha convocatoria tuvo como objetivo un juicio civil en contra del presidente que se realizó en la explanada del Monumento a la Revolución. 

“Zedillo y Liébano, los que más daño me están haciendo”: Colosio (*) 

Casi todos quienes nos desempeñamos en el medio periodístico tenemos para contar una anécdota con Luis Donaldo Colosio. Entre muchas, recuerdo cuatro, hoy que se cumplen 27 años de su proditorio asesinato. 

La primera, cuando luego de reunirme con él a platicar y tomar un café tuvimos que saltar la barda que separaba a la Secretaría de Desarrollo Social, donde despachaba como titular, con un terreno hípico, porque una manifestación tenía cercado el edificio de la dependencia. De ahí tomó su camioneta Blazer, el escribidor en el asiento del copiloto, y sin chofer, apenas con una muy discreta escolta, partimos hacia la zona de restaurantes de Polanco donde él tenía un compromiso. Larga conversación. 

Una segunda, de corte social, fue una comida en casa de Yasmín Alessandrini a la que llegó tarde, muy tarde, pues venía de Chiapas y lo que ahí vio lo había dejado muy sensible. Nos lo platicó. Ninguno de los presentes sabíamos que lo visto por el sonorense eran los prolegómenos de la “guerra con fusiles de madera” que el llamado subcomandante Marcos estalló la madrugada del 1 de enero de aquel fatídico 1994. La tercera, una cena en casa del escribidor con colegas que querían conocerlo, platicar con él. Se fue tarde. Había llegado en guayabera, lo mismo que el “periodista” Federico Arreola, a quien, por petición de Luis Donaldo, presté una chamarra –traída de Buenos Aires, Argentina– que nunca me regresó. 

“A prensa va a llegar un amigo nuestro” 

La cuarta es muy cercana a su asesinato. Fue el sábado 19 de marzo de 1994. Poco antes de las tres de la tarde sonó el teléfono del domicilio particular de este escribidor. Ramiro Pineda, uno de sus colaboradores en el área de prensa, me ponía a Luis Donaldo Colosio al otro lado de la línea reclamándome el por qué no me había visto en su gira proselitista. 

“Porque no me has invitado –le repliqué–, ¿qué tal si me dices ‘y ahora tú, qué andas haciendo aquí, cuando deberías estar en la ciudad de México”, agregué con jiribilla, refiriéndome a la anécdota por todos comentada de su reclamo a su jefe de prensa, Liébano Sáenz, quien se dejaba ver por todos los eventos en las entidades, para la foto, cuando la prensa capitalina relegaba las informaciones del candidato presidencial priísta a las páginas interiores de los diarios, a los segundos o terceros lugares en los teasers de la radio y la televisión. 

Se rio Colosio, para enseguida agregar, palabras más o menos, que haría cambios en su equipo de campaña: 

“Liébano se va –me dijo. A prensa va a llegar un amigo nuestro. También se van Zedillo y Oscar Espinoza –que eran el coordinador y el tesorero de la campaña–, porque a mí me gustan las cosas limpias. Tú lo sabes.” 

Nos despedimos, no sin antes recibir su invitación para que, “pasando la Semana Santa”, lo acompañara a su tierra natal, Sonora, y de que me dijera que estaba abordando un helicóptero en Apatzingán para regresar a la ciudad de México y, después, pasar el fin de semana con su familia en Tepoztlán, Morelos. 

Zedillo y Liébano, beneficiarios de su asesinato 

La idea de los cambios en la alineación de su equipo fue una constante en sus últimos días de vida. 

Otro amigo me cuenta que la noche previa a su deceso, la del 22 de marzo de 1994, Colosio pernoctó en Culiacán, Sinaloa. Y que en la soledad de sus habitaciones, acompañado sólo de un íntimo amigo y colaborador, le externo su molestia por la falta de apoyo presidencial y, sobre todo, por los obstáculos que generaban sus cercanos funcionarios partidistas. 

Que tomó un papel y a la vez que escribía sobre él decía a su acompañante, también palabras más o menos: “sin consultar (a Salinas) voy a realizar cambios para reordenar la campaña, los primeros en irse serán Zedillo y Liébano, son los que más daño me están haciendo.” 

Y que enseguida dijo a su interlocutor: “Guárdame este papel y el domingo, en (la ciudad de) México, me lo das para convocar a una conferencia de prensa y anunciar los cambios.” 

Colosio ya no pudo hacer cambios a su equipo 

Todos sabemos lo que sucedió al día siguiente en el barrio Lomas Taurinas de Tijuana. 

Colosio ya no pudo operar estos cambios. 

Otra sería hoy la historia de nuestro país, pues transcurridos 25 años de aquellos sucesos sabemos que Colosio tenía razón. 

Zedillo y Sáenz le hicieron tanto daño a su persona como a México. 

En más de un sentido, ambos fueron los grandes beneficiarios de su asesinato. 

Zedillo fue presidente de México.  

Sáenz su vicepresidente virtual. 

Los dos sepultaron, con hechos, las palabras de Luis Donaldo. 

Palabras pronunciadas 17 días antes de ser acribillado: 

– Es la hora del poder del ciudadano. 

– Es la hora de cerrarle el paso al influyentísimo, a la corrupción y a la impunidad. 

– Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. 

– Un México de gente agraviada, de mujeres y hombres afligidos por el abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. 

Frases lapidarias, que hoy retumban por su patética realidad en todas y cada una de las oficinas gubernamentales. 

Tras las cortinas: A mediados de febrero, hace poco más de un mes, Luis Donaldo Colosio Riojas visitó Lomas Taurinas, donde hace 27 años fue asesinado su padre, Luis Donaldo Colosio Murrieta,candidato a la Presidencia de la República, y desde ahí criticó a la clase política que secuestra el poder para servir a sus grupos y a intereses perversos. El hijo del político sacrificado dijo que ya perdonó al grupo que le arrebató a su padre e hizo hasta lo inimaginable para impedir que llegara a la Presidencia. “Perdono a los cobardes que me arrebataron a mi padre, haciendo hasta lo inimaginable con tal de sacar a Colosio de la contienda, perdono al asesino que tomó su vida, producto de circunstancias inciertas, desesperadas y posiblemente obligadas, por las que atravesaba en aquel momento”. 

(*) Originalmente publicada en el Índice Político el 26 de marzo de 2019.