De El Nopalito al actual nopalazo

mayo 10, 2021

Va de anécdota: «Todo el país lo reconoce como Jefe Máximo de la Revolución, por éso venimos a poner de su conocimiento las renuncias del Comité Ejecutivo del partido», le dijo Manuel Pérez Treviño al Caudillo. A lo que, lapidario, Plutarco Elías Calles sólo contestó: 

«Todos tenemos que colocarnos en un plano de desinterés y sacrificio… Todos debemos unificarnos y disciplinarnos, antes que nada, disciplinarnos». Y Pascual Ortiz Rubio, llamado por el pueblo El Nopalito –por verde y por baboso–, no tuvo de otra y renunció a la Presidencia de la República en ese año de 1932. 

Calles nombró sucesor a Abelardo L. Rodríguez, impulsor de las inversiones de la mafia italiana en los casinos de Tijuana. El 20 de julio de 1934, Calles pronunció el discurso de Guadalajara, emulando al fascismo y al nazismo en boga, que inauguraba el Estado totalitario «a la mexicana»: 

«Debemos apoderados de la conciencia de la niñez, de la conciencia de la juventud, porque la juventud y la niñez pertenecen a la Revolución». 

«¡Fuera Calles!»‎, gritaron en el Zócalo los manifestantes… y Lázaro Cárdenas, ya Presidente, aprovechó el acto para llamarlo delincuente y tránsfuga de la Revolución. La noche del 9 de abril de ese año cayeron en su casa los militares del coronel Rafael Navarro Cortina y lo sacaron del país, junto con Luis N. Morones y Luis L. León. Al destierro. 

Los diez años del llamado maximato son también un recuento de servilismo y embrutecimiento cívico. Desde entonces, el producto interno bruto no había caído dos dígitos (en aquellos años a menos de 14, hoy a menos de 20), como le sucedió a Pascual El Nopalito Ortiz Rubio. El Presidente se confinó en su casa. Un recuerdo abominable. 

Atentado contra del Presidente y su retiro de la vida pública 

Ortiz Rubio fue el primer candidato presidencial de un nuevo partido en el escenario, el PNR. Él se desempeñaba como embajador en Brasil, igual que hubiera sido enviado a Tasmania o a Shangri-La. Su triunfo electoral, garantizado por Portes Gil, fué considerado el mayor fraude político de la historia mexicana de principios del Siglo XX. 

‎Durante las elecciones extraordinarias a que acostumbraba el Caudillo, Ortiz Rubio se enfrentó por una parte al candidato obregonista Aaron Sáenz y a la candidatura de José Vasconcelos, del Partido Antirreeleccionista. Después de un escandaloso fraude, tomó posesión el 5 de febrero de 1930, en el Estadio Nacional, frente al actual Centro Médico.  

Al salir del besamanos en Palacio Nacional por la puerta de honor, Daniel Flores González le disparó, hiriéndolo en la mandíbula. Poco después, el sicario fué encontrado muerto en su celda de la penitenciaría de la Ciudad de México. Como consecuencia del atentado, Ortiz Rubio tuvo una psicosis incurable, que lo retiró de la escena pública. 

Al recibir la noticia del atentado, el candidato que había perdido la elección, José Vasconcelos, comentó: » Es una lástima que hayan querido matar a Ortiz Rubio, él no es más que un pelele de Calles». Después se supo que el empistolado Daniel Flores era un resentido vasconcelista que así protestaba por el fraude electoral. Nunca pudieron establecerse los móviles del atentado. 

Ortiz Rubio, El Nopalito… por baboso, más que por verde 

En opinión de varios analistas del momento, el daño no podría ser jamás reparado, ni con todo el dinero del mundo. Porque don Pascual cogió desde ese día del atentado un miedo espantoso que casi lo volvió catatónico. 

Nadie esperaba la postulación de Ortiz Rubio. Era un hombre errático y dubitativo. Decían que de joven había sido tan afecto a la carrera de las armas que se uniformaba sin ser militar. La clase política le encontró el apodo perfecto llamándole El Nopalito… por baboso, más que por verde. 

En una visita oficial al manicomio de «La Castañeda», el presidente intercambió unas palabras con un loco, que después de un rato le preguntó: «¿Tú quién eres’», a lo que respondió Ortiz Rubio: «Soy el presidente de la República». «¡Cállate!, repuso el loco, pues a mí me tienen aquí recluido desde hace tres años, nomás porque dije que era Napoleón». 

Vasconcelistas asesinados por el PNR aparecieron en Topilejo 

Pero si las motivaciones reales del atentado a Ortiz Rubio nunca puieron definirse, las masacres perpetradas contra varios vasconcelistas sí tuvieron una gran difusión, pues las víctimas del 14 de febrero siguiente aparecieron tiradas en Topilejo. Un perro lamió el brazo de un cadáver y de ahí se descubrieron veinte más.  

¿Quién era el autor de las carnicerías? Los cargos se hacían al gobierno, y fué sin duda el responsable. Pero el gobierno se encontraba en la Colonia Anzures o en Cuernavaca, domicilios habituales del hombre fuerte: Plutarco Elías Calles. Nunca en el Castillo de Chapultepec, residencia formal de El Nopalito, ni en el Palacio Nacional.  

Los cuatro gobiernos del llamado» maximato «, se integraron al cobijo del Caudillo. Cada uno, al tomar posesión de su cargo, daba gracias al cielo por poder seguir contando con el auxilio, la protección y la orientación política del profesor de Guaymas, cuyas virtudes reconocía la patria agradecida. 

¿Y el sistema de transporte para Chalco con la Línea “Dorada”? 

Las obras más vistosas y publicitadas de Ortiz Rubio fueron el pasaje subterráneo de peatones en el cruce de las avenidas Uruguay y San Juan de Letrán, aparte de la construcción de la «Isla de los monos», en el zoológico de Chapultepec de la ciudad de México. Aparte de estas descomunales obras, Ortiz Rubio redactó una iniciativa para sustituir a los Santos Reyes por Quetzalcóatl, en las celebraciones populares del 6 de enero. 

Pero el derrumbe económico y la renuncia presidencial quedaron para la historia. Igual que ciertas conductas paranoicas que hicieron escuela.‎ Como esa que se dio durante la supervision de obras del tren a Toluca, cuando el nuevo mandamás de Palacio se comprometió a construir un sistema de transporte novedoso que comunique Ixtapaluca, Chalco y su valle a la estación del Metro más cercana que sería Tláhuac, de la fatídica Línea 12 o dizque “Dorada”. 

Pero éso no es todo. También giró instrucciones a la Guardia Nacional para desalojar a los manifestantes morelenses que en defensa del agua se han opuesto a la termoeléctrica de Huexca. En el acto, trescientos elementos armados se presentaron en el lugar para dar cuenta de las dignidades de los ejidatarios,atropelladas vilmente.‎ Nada de devolverle al pueblo lo robado. 

Se cree el Jefe Máximo de esta pantomima que es la 4T 

Del fanatismo a la barbarie no hay más que un paso. Aunque la única razón de Estado que debería prevalecer es el bien público constitucional, «¡Tomen su chocolatote!», como decía Cachirulo en las representa televisadas de su Teatro Fantástico. O “¡al carajo!”, cual recién dijera el ahora aspirante a “caudillo”.  

En pleno nopalazo, después de ahogar y damnificar a medio millón de sus paisanos tabasqueños, ahora hasta se da el lujo de firmar un decreto… ¡para que nadie se ahogue! . 

Hemos pasado, después de diecisiete presidentes que, comparados con el actual, parecen gigantes, al nopalazo de todos tan aborrecido. Duele decirlo, pero así es. La ruina económica antes de cualquier pandemia, los ridículos de una carpa ñoña, las amenazas de las Fuerzas Armadas contra los pacíficos, todo éso y más.  

En nombre de una inexistente y fantasiosa Cuarta Transformación, destruyen todo poder, abjuran del concepto de justicia social, del bienestar y del derecho a la vida, que merece todo hombre o mujer, por el solo hecho de serlo. ‎Y él cree que todo el país lo reconoce como el Jefe Máximo de esta pantomima. 

¿No cree usted? 

Índice Flamígero: Y en su semanal fuga geográfica caracterizada por sus almuerzos y comidas en fondas y comales a orilla de cualquier carretera, AMLO nos regaló este último sábado un tweet en el que se le observa “comiendo una suculenta tlayuda en San Juan Guichicovi, en el Istmo de Oaxaca”. Acto esencial. Trascendente.