El decreto contra la crisis es otra farsa de la 4T

abril 24, 2020

Once medidas de austeridad mal entendida contienen el decretito anunciado desde Palacio Nacional para hacer frente a la crisis monumental que asedia al país. El Estado, convertido en ruinas, por no saber jerarquizar lo urgente, por postergar lo importante, por desconocer la estrategia mínima para conducir el barco, naufragado antes de zarpar.

‎El regidor de rancho, convertido en peleonero de cantina, estrangula los programas productivos que, según él, no son prioritarios, y hace prevalecer las grandes obras faraónicas –irrealizables por falta de efectivo–, anuncia una austeridad insensata y condena al empleo al sacrificio. En pocas palabras, deja al país en manos de la justicia y de la sarracina del narcotráfico.

Afirma que el país está preparado para enfrentar todas las desgracias, por su fortaleza moral y que defenderá al 70 por ciento de los hogares pobres, mientras celebra una fiesta improcedente, un festejo inentendible, que sólo anida en su imaginación desbordada, en su verborrea de merolico de cuarto talón.

Mientras fustiga a los conservadores que se empeñan en construir la única política social posible, la generación de empleos, el regidor de marras, en papel de Caifás, desconoce todo, desde el funcionamiento de una economía, hasta el papel del juego financiero, hasta los objetivos de un Estado mínimo. La farsantocracia no tiene límites.

Banxico: ¿otro Fobaproa sobre los bolsillos de los pagaimpuestos?

El Banco de México, mientras, se cansó de hacerle al Tancredo, de contracturar la economía, de ahorcar el circulante, de esperar los grandes ahorros prometidos por la lucha contra la corrupción, de los cochinitos de Arturo Herrera por aquél medio billón de pesos que nunca apareció, de las promesas de los capitostes por aquel billón de pesos que ya volaron hacia otras tierras.

Incapaz de defender la chuleta, el Banco de México se soltó el pelo. Dejó caer una masa de billetes retenidos, de circulante escondido, y le entregó 250 mil millones de pesos a los bancos privados para que a una tasa de interés del 6% los preste a los particulares que lo soliciten. Otro Fobaproa que los contribuyentes tendremos que pagar.

Claro, préstamos a aquellos particulares que no los requieran con premura, para pagar sueldos de sus empleados, para capear la insolvencia, para evitar la quiebra, sino sólo a aquéllos que no pueda torcer con sus condiciones financieras, a quienes actúen como perdonando el tiempo.

Las reservas del Banco de México están en EU, apuntalando al dólar

No obstante, el hombrecillo de Tepetitán, que nunca sabe de lo que habla, interrumpido a medio festejo del decretito, cree que el Banco de México le echó el guante a las reservas de la Nación –¡hágame usted el refabrón cavor!– y lo fustiga, exigiéndole mesura.

Quiso vengarse en público de la negativa del Banco de México a meter en sus bolsillos de delirante los remanentes de la depreciación del año pasado, los que sobraron de las subastas de dólares, que el Banco autónomo le demostró por ley que no podía entregarle para sus derroches acostumbrados.

Y volvió a mostrar, encuerada, su ignorancia supina sobre lo que son las reservas monetarias de la Nación. Porque todavía no aprende, después de años de estropicios, que las reservas no están en México, que están desde hace años en la caja del Tesoro gringo, porque ya no nos pertenecen, porque no son nuestras.

Porque representan la hipoteca de la deuda petrolera y de paso de la deuda soberana del país, porque son propiedad que sirve para el usufructo del dólar y sólo sirven en todo caso para fortalecerlo. Una lección de kínder, en el momento menos oportuno, cuando el país necesita mentes ágiles y claras.

Incluso, todavía no aprende que una buena parte del presupuesto nacional, ficticio y fantasioso, depende de que los bonos basura de la deuda petrolera y soberana de la Nación, quieran seguir siendo aceptados como hipoteca válida por la Reserva Federal norteamericana.

SHCP: una deuda extraña, menor a lo que ofrece el Banco de México

Pero el regidor peleonero ya anunció que pasando esto va a Washington –¡gulp!– y no sabe a qué va. Solamente sabe que va a rendirle tributo a Donald Trump y a agradecerle porque le dijo inteligente. De lo demás, ni enterado está. Todavía no sabe que el psicótico anaranjado le cerró las fronteras a los migrantes, porque esta es una medida que forma parte de su credo reeleccionista.

Y ya entrados en gastos, al calor del festejo, alguien lo hace reparar. De inmediato manda a Arturo Herrera, su salvador, a que anuncie con fasto que coloca una deuda extraña. No por los 61 mil millones de dólares ofrecidos por el FMI, no. Sino por unos 150 mil millones de pesos, sumamente inferior a lo dado por Banxico a los bancos privados. Pero según el hombrecillo, esto es lo que nos sacará a todos del entuerto, no obstante que los intereses a pagar por dichos bonos son leoninos.

Complacencia enfermiza incuba a los nuevos próceres de la desgracia

Para el olvido, el decretito y la famosa deuda. Todo al caño. Se ha vuelto a demostrar que el embaucador, el charlatán, el defraudador y el farsante son parte de la misma ralea. Sólo actúan sobre masas inermes, indefensas o apáticas. La mediocridad, asociada a los mercachifles de tomo y lomo. Se confirma que el que no sabe es como el que no ve. Más claro, ni el agua.

Para eso no se requiere gran talento, ni cierta condición moral, ni sabiduría sobre lo trivial, mucho menos compromiso. Todo eso puede convertirse en el gran obstáculo para el festejo. Piensan que ya la hicieron, cuando ni siquiera la han armado.

Cuando se produce esa complacencia enfermiza asociada a la ambición de poder, se incuba a los nuevos próceres de la desgracia.

Más comaladas de millonarios, esta vez a cargo de la pandemia

México ya es, en todo el mundo, el mejor ejemplo de la farsantocracia de los mediocres. No hay, ni puede haber otro país que nos supere en ese renglón del ridículo público y dizque popular.

Y a fuerza de defender lo insensato y lo irrealizable nos acercamos cada día más a la hambruna. Hemos destrozado las bases productivas, las cadenas de funcionamiento de la economía nacional, los objetivos superiores por los que vale la pena luchar.

Porque tal se observa, por el ADN de los empoderados corren los fluidos de la corrupción y de la ignorancia, más la supina mediocridad que les acerca al dinero, al poder desmedido y a la obediencia de los caprichatos al gusto. Cada vez producimos más comaladas de millonarios, esta vez a cargo de la pandemia y de la crisis de todos conocida.

Ellos ansían las mieles del poder, aunque nunca lleguen a saber qué es, para qué sirve, con qué se come, excepto para enriquecerse, aunque abandonen al país en la cuarta pregunta.

México es ya el ejemplo mundial de la farsantocracia.

¿No cree usted?