El heroísmo no es una fórmula; es una situación límite

septiembre 25, 2020

México/La Jornada. Una piedra de forma triangular marca la tumba simbólica de Mordejái Anilevich, judío socialista que junto con otros jóvenes organizó y participó en la resistencia contra las fuerzas nazis en el gueto de Varsovia.

Hoy del gueto no hay nada; sin embargo, esa es una de las historias que no hay que olvidar, asegura el escritor Paco Ignacio Taibo II, quien recuperó ese fragmento de la historia en su libro Sabemos cómo vamos a morir, publicado por la editorial Planeta.

El ejemplar lleva como subtítulo Una resistencia imposible: la historia del levantamiento del gueto de Varsovia; la intención de escribirlo se remonta a unos ocho o 10 años atrás, cuando Taibo II leyó una carta de Mordejái, donde escribió que no había duda de que los judíos iban a morir, pero elegirían cómo hacerlo. Y en estas noches de pandemia la historia por fin llegó a las páginas y se convirtió en un libro de no ficción.

Cuando la historia es tan fuerte, la debilitas escribiendo novela, sostiene Taibo II en entrevista telefónica. “Era un libro que tenía colgado de mi vida, uno de esos que me dicen: ‘escríbeme’, o que te dices a ti mismo: ‘no me puedo morir sin haber escrito esta historia’, y entonces te persigue por todos lados. Es la historia que quiere que la cuentes y de la que te sientes moralmente obligado a contarla.

Hay muchos años de investigación detrás de este libro. Me dejó tan conmovido que un hombre de veintitantos años tuviera esta lucidez terrible que me dediqué a preguntar aquí y allá, y cada vez que iba a alguna biblioteca en algún lado veía en lo que tenían e iba sumando y, finalmente, en estos tiempos de Covid-19 usé las noches para escribir.

Hoy, 77 años después de la resistencia en el gueto de Varsovia, lo que estos jóvenes –mujeres y hombres– nos enseñan es que el heroísmo no es una fórmula ni una estructura de transmisión de pensamiento demagógico, sino que es esta situación de borde, de límite.

Taibo II añade: “Tengo la enorme esperanza de que, donde sea publicado –ya se tradujo en catalán y pronto saldrá en Francia e Italia–, pero sobre todo en México, caerá en manos de algunos miles de adolescentes que les va a modificar su perspectiva histórica.

“Y que cuando un adolescente mexicano se pregunte: ‘¿quiénes somos?’, la respuesta sea: ‘somos hijos del zapatismo, somos hijos de la División del Norte, somos hijos de la lucha de los colonos, somos hijos de los tlaxcaltecas y ahora también somos hijos de los adolescentes judíos que resistieron en Varsovia’.”

El escritor añade: Siempre he tenido empatía por los temas de los que escribo, y con éste no fue la excepción. “Alguna vez alguien me dijo: ‘¿por qué no escribes un libro sobre X?’ Le dije: ‘porque X no me cae bien’. No puedo distanciarme emocionalmente de los personajes y las historias que escribo. Soy un obsesivo de la toma de partido. No viví una vida de gueto, mis conexiones adolescentes con la comunidad judía ahí están, fueron superficiales, pero había que escribirlas, por que si no, estás cargando con una cantidad de historias que tienes en el clóset.

“Tengo una docena de ellas; necesito vivir 100 años para escribir esos libros, cosa que me he propuesto, pero ésta la tenía que hacer. Luego me dicen: ‘pero te estaba yendo maravillosamente con temas de historia en México’. Y dices: ‘pues sí, pero, ¿y luego?’ Uno confía en sus lectores, en que si te ven bailar, van a bailar contigo.”