El macartismo “progre” en apoyo de la decadencia mexicana

febrero 25, 2021

Ciertos ideólogos se congregan alrededor de la ignorancia del gobiernito. A cambio de ser parte de la reserva de talentos extraviados, a cambio de ideas salvadoras, a cambio de no sé qué favores o estipendios se reproducen como virus. Un leve aleteo del águila bordada en oro les cambia la suerte, el morro y la compostura del análisis. Se inclinan. Se hincan, Tienen las rodillas demasiado débiles.  

Dice el refrán popular que nunca falta un roto para un descosido. La lección arroja la constante de que corriendo la crítica y la vergüenza hacia la derecha, no digamos la posición ideológica, ya todos se encuentran en ese lado del espectro fatal de estos tiempos mexicanos. Ya casi no falta nadie. Los periodistas progres aumentan esa nómina infame. ¡Quién lo iba a decir, cuando van tres decenas de periodistas asesinados en el régimen de la Cuarta Decepción!  

Hace unos meses, por ejemplo, se publicó un sesudo análisis difundido en las redes digitales por el progre Jorge Zepeda Patterson, director del digital de izquierda Sinembargo y asiduo colaborador del diario El País madrileño, en el que desnuda absolutamente las convicciones y las exiguas razones que lo llevaron al páramo en el que se encuentra: el colaboracionismo con los destructores del país.  

Siempre hay aplaudidores de cualquier macartismo, de cualquier empoderado pendenciero que hace de la vendetta y del poder prestado el arma punitiva, su razón predilecta para descalificar y eliminar a todos los contrarios. Pero de ahí a que un periodista de supuesta izquierda lo celebre, hay un trecho enorme, que creíamos tapiado. Pero no. Ya era suficiente con los progres Epigmenio y Julio Hernández (a) Astillero

Enfocan baterías contra el panista tamaulipeco Cabeza de Vaca 

Decía Zepeda Patterson en su circular ideológica de mediados de agosto pasado que la indignación que provocan los actos del “caudillo” sólo ofrecen pasto para memes divertidos, para pláticas de tertulia, pero nunca significarán una abolladura significativa para el gobierno de la 4T.‎ La Cuarta Transformación está blindada a la dignidad. 

Para poder penetrar ese blindaje, arguye, tendría que provocar una caída drástica en los niveles de popularidad del “caudillo” e impactar en la resistencia y oposición de los factores de poder y de las élites en general. Nada de eso está sucediendo, opina, debido a la vulnerabilidad de todos los actores políticos de peso que podrían oponerse al hombrecillo de Tepetitán.  

Ningún líder empresarial, partidista, obrero, social, cacique regional o gobernador resiste una revisión puntual de sus cuentas bancarias o sus declaraciones fiscales. Ningún panista se atrevería, dice Zepeda, porque no hay semana en que alguno de sus colegas no sea motivo de un escándalo de abuso o corrupción. Su pasado los mantiene en absoluta fragilidad, se solaza. Sobornos, evasiones fiscales, monopolios simulados, agrega. 

Y ahora, como ejemplo, tenemos el caso del ya casi desaforado gobernador tamaulipeco Cabeza de Vaca. Surgido del PAN, but of course

«La pasarela de los escándalos se ha convertido en una guillotina” 

«López Obrador, decía la misiva de marras, cuenta con la inmejorable ventaja de saberse sentado encima de un yacimiento inagotable de recursos de los que puede echar mano”. Inunda el pensamiento de Zepeda la fábula Mac Pato. Le basta levantar cualquier esquina del tapete para destapar una infamia de los que le precedieron, festeja el escritor. “No veremos un boicot como lo padeció Salvador Allende, ni nada que se le parezca «. 

«La pasarela de los escándalos se ha convertido en una guillotina que tiene aterrados a todos ellos. El Presidente y sus mañaneras, las distintas auditorías de la Federación, las revisiones del SAT o las indagaciones bancarias de la Unidad de Inteligencia Financiera están en condiciones de colocar a cualquier político en fase terminal», comentaba el progre Zepeda Pattinson. ¡Hágame usted el refabrón cavor

Que dizque los gobiernos anteriores y sus partidos son indefendibles 

Y sigue ensalzando al “caudillo”: «Su alianza con el ejército, su relación con la Casa Blanca y sus complicidades con el gran empresario, particularmente con propietarios de medios de comunicación, aduce el de marras. La mayor parte de ellos –sus adversarios– no buscan queso sino salir de la ratonera», celebra el lenguaraz‎. 

«Y en cuanto a la supuesta caída de popularidad, resulta obvio que cada escándalo adicional deja en claro, que los gobiernos anteriores y los partidos políticos que los sustentaba son indefendibles. En tales condiciones, remata, difícilmente se puede estar en desacuerdo con quien pretende limpiar la casa aun cuando a más de uno no le guste la escoba». ¡Ooooleee, Zepeda! 

Joseph McCarthy, Robert Kennedy, Roy Cohn y Richard Nixon redivivos 

Leí y guardé el documento digno de ser firmado por Randolph Hearst, en su mejor época, ‎o por Joseph McCarthy, aquél que encabezó ayudado por Robert Kennedy, Roy Cohn y Richard Nixon las audiencias del Senado gabacho y desatar una cacería humana en contra de todos aquéllos que se opusieran al capitalismo salvaje americano. Contra cualquier empresario, artista, investigador, político, activista, líder obrero, a base de truculencias y mentiras. 

Gentuza de tres al cuarto que siempre se presta, allá y aquí, para un barrido y un trapeado a la orden de cualquier pelafustán que cubre sus expectativas monetarias, sus desquiciados bolsillos y modos de vida que no tienen nada que ver con lo aprendido en este difícil arte del periodismo. No cubre ni las moralidades mínimas de un rastacuero. 

Las élites mexicanas le dan al “caudillo” una sopa de su propio chocolate 

Para empezar, las hipótesis sobre las que se asienta la fuerza del “caudillo” que destaca Zepeda son falsas, por decir lo menos. Ni los elevados índices de popularidad tocan la razón, ni el teflón existe ya, ni la cómoda cercanía con la Casa Blanca del defenestrado Trump ofreció alguna garantía –menos ahora que el ocupante es el demócrata Joseph Biden–, ni su supuesta cercanía con la gente del dinero es real. Basta ver la displicencia con la que los empresarios recibieron el dichoso plan de infraestructura reducido que ha sido toda una batea de babas. 

Se trata de cuidarse del que tiene el poder prestado, y hacerle creer, por parte de los adinerados que están con él, siempre y cuando les reporte beneficios, no les cueste, pues para eso y para arriesgarse a sus diatribas y amenazas, no están dispuestos. Ellos asienten con la cabeza delante de la prensa de Palacio, aparte ya se imagina usted lo que susurran. 

Acerca de la reacción de las élites mexicanas que el susodicho Zepeda juzga de uña y mugre con el “caudillo”, sólo basta saber que el famoso billón de pesos que se comprometieron a invertir en infraestructura hace un año, voló hacia otros lares, en búsqueda de tranquilidad y seguridad, que aquí no encuentra. ‎Las mil seiscientas obras se convirtieron en 34, y párele de contar. 

Los movimientos de clase media han tirado a demagogos y populistas 

Por lo demás, Zepeda, Salvador Allende era demasiado más inteligente que el del rancho grande… y con eso y todo lo bailaron. La confianza es un material muy frágil, que cuando se rompe, es imposible de reparar en su estado original. Y así como a Allende, los movimientos de clase media han tirado a demagogos y populistas latinoamericanos de derecha a pasto, igual que a africanos y asiáticos 

‎La talentosísima construcción de Zepeda Patterson no sirvió esta vez. Y es que ya no está el horno para bollos. A otros perros con ese hueso. Ahora es la hora de los hornos, no de las maromas. 

Sólo le faltaba a la Cuarta Decepción una dosis de macartismo para completar el daño. 

‎¿No cree usted?