El oso de Gertz: los delitos de ayer, prescritos. ¿Y los de hoy?

agosto 13, 2020

Pudo más el sentido común del cuestionado abogado defensor Baltazar Garzón que el impúdico protagonismo del fiscal mexicano, Alejandro Gertz Manero. Efectivamente, Emilio L, el supuesto acusado, hoy acusador, no debía aparecer a cámaras pues era tanto como incriminarse en delitos ya prescritos y, para colmo, juzgados. 

En explorado Derecho es sabido que lo accesorio siempre sigue la suerte de lo principal. Aquél que no lo sabe está condenado al oso. Los delitos electorales prescriben cuando mucho en cinco años y, además, nadie puede ser juzgado dos veces por la misma conducta, máxime cuando ya ha sido absuelto. 

Pero Gertz, haciendo otro sonado ridículo, es quien aparece sentenciando sobre supuestas acciones contenidas en un folder sin anotaciones, espantando con el petate del muerto. Toma el hilo principal, el de los sobornos de Odebrecht, sin reparar en que va a jalar a los demás, cuando es un caso ya juzgado. Vergonzoso en extremo.  

Ha nacido muerta la principal carta que tenía el régimen modito Tepetitán para recuperar credibilidad y arrastre ante las elecciones intermedias. Todo por no estudiar, todo por querer aparecer como los transformadores de pacotilla, todo por ganar los reflectores perdidos en la labor de zapa de la destrucción del país. Así no se puede. Cayeron en la boca del lobo. 

La estulticia se ha apoderado de la Cuarta Decepción 

La estulticia, esa dolencia del alma que es la necedad y la ignorancia cuando se juntan en las personas, afecta gravemente a los que con sus palabras, acciones u omisiones, demuestran falta de conocimiento, tacto o discreción y hacen gala de su idiotez y falta de respeto ante los sucesos cotidianos. La estulticia se ha apoderado de la Cuarta Decepción. Y no la suelta. 

Si no hubiera pasado, muchos desconocerían el grado de estulticia de una asignatura pendiente, explosiva del régimen actual, la aplicación de la justicia es una loca errabunda en manos de incompetentes supinos, en manos de quienes jamás merecieron esa potestad. 

Salen a flote las exculpaciones logradas por Romero Deschamps cuando el propio Gertz se encargó de que evadiera cientos de demandas por delitos graves, declarando a quien quisiera oírlo que las demandas tenían que estar certificadas. Como si los delitos graves no fueran perseguidos de oficio. ¡Hágame usted el refabrón cavor

¿Y las devoluciones graciosas de IVA e ISR? 

Salen a flote todas las acusaciones que no procedieron en todos los terrenos, sólo porque no eran de consigna. Razón por la que en todo el sexenio sólo dos pelagatos están procesados por delitos fiscales de poca monta. Dos pelagatos, cuando en la campaña se prometió que los grandes evasores debía devolver al fisco la cantidad de un billón de pesos, producto de devoluciones graciosas de IVA e ISR. 

Todos los dineros de esos casos de flagrante violación a la ley, de fraude al pueblo, ahora producen dividendos en Panamá y en España, sosteniendo ricas inversiones inmobiliarias, hoteleras y de todo trasiego. 

Salen a la luz las venganzas y las trapacerías 

Salen a la luz los desaseados procesos contra los abogados del diablo, contra los ‎conservadores y fifís que molestaron al “caudillo” con sus boatos. Salen a la luz las venganzas y las trapacerías. Pero fundamentalmente sale a la luz la pavorosa estulticia del régimen modito Tepetitán.  

El diccionario registra como sinónimos de estulticia: necedad, estupidez, sandez, tontería, bobería, disparate, imbecilidad o idiotez. Los antónimos serían acierto, astucia, agudeza y perspicacia.  

Estulticia es la de quienes no saben comportarse con recato y guardando el debido respeto en un funeral. Estulticia encontramos en la política cuando nuestros representantes hacen alarde de su ignorancia o desinterés ante determinadas cosas graves. Estulticia es la del ignorante incorregible.  

Y las redes se le fueron encima al fiscal general 

Erasmo de Rotterdam hizo una relación puntual de las ventajas de la estulticia sobre la razón. Señaló cuán felices eran los hombres arropados por la necedad. La estulticia se presenta ante un auditorio donde desarrolla un elogio de sí misma, logrando que su sola presencia desarrugue entrecejos y provoque risotadas. 

Dice Erasmo en su Elogio de la Estulticia que ésta es una dolencia absolutamente repartida, incluso ante quienes reniegan de su nombre, pese a ser grandes beneficiarios de sus dones. 

Y así fue como más tardó Gertz en su lance protagónico que las redes en írsele encima. Los más indulgentes expresaron que, con cien millones de pesos, o cuatrocientos, las campañas presidenciales no hubieran podido cubrir ni el costo de los cacahuates. Y no les falta razón.  

Los delitos del “caudillo”, vivitos y coleando 

Los principales fraudes, desvíos de dinero y peculados del pasado y del presente mexicano no pueden ser juzgados por el Caso Odebrecht. Es un asunto menor, y para el colmo de la estulticia, juzgado y amplia y fundadamente prescrito. Es querer engañar al pueblo, que de esto sabe mucho más de lo que se imaginan.  

Porque si esos delitos ya están juzgados y prescritos, los que ha cometido el “caudillo” están vivitos y coleando. En éste, como en todos los renglones hay que temerles a los vivos, no a los muertos.  

Para los graves delitos de complicidad con el narcotráfico, los de lesa humanidad en la crisis sanitaria, los encubrimientos de los grandes delincuentes de la patria, no hay prescripción posible, porque se trata de violaciones al bien supremo de la Nación. 

En estos casos, no se estaría juzgando a delincuentes electorales de poca monta, de baja estofa. Se estaría ante violaciones graves que se han utilizado como prolegómenos para poder cometer el fraude electoral en las intermedias del año que entra. 

Los crímenes del ayer, improcedentes. ¿Y los de hoy? 

Premeditación, alevosía y ventaja, los tres atributos que ejemplifican ante todas las legislaciones del mundo la imprescriptibilidad de cualquier acción ilícita. 

Los delitos del ayer, improcedentes. ¿Y los de hoy? 

¿No cree usted?