Encierro

En memoria de Sonia Salomé Copca

junio 2, 2020

El encierro es cabrón. Como que te ausenta de la realidad, ésta que te abofetea cuando irrumpe insultante y trágica, cualquier día que rumias en sui generis jardines de tu claustro familiar.

Anoche estaba en el recuento del acontecer nacional, de la marcha de automovilistas que, el sábado último, demandaron la renuncia del inquilino de Palacio y la primera reacción de éste en Palenque, elemental con la ironía churrigueresca del “no coman ansias”, luego atemperada desde Quintana Roo con la referencia de la libertad que cada quien tiene en México para expresar inconformidad y criticar y cuestionar.

Anoche, el tema de entresemana se tejía en la retrospectiva de la postura del licenciado López Obrador desde el poder, ese desprecio por quienes piensan diferente a él, a quienes llama pirrurris y conservadores, fifís y golpistas y etcétera.

Anoche hilaba el nivel de corrupción en el que galopa la impunidad de quienes acompañan al señorpresidente en busca del Vellocino de Oro, pero en el camino se hacen de recursos propios en la praxis de la corrupción arropada con el manto de la honestidad valiente, como estos servidores de la nación o los que cobran moches en la distribución de dineros en el programa Sembrando Vida.

Y, te comento, me preguntaba qué ha ocurrido con los funcionarios de la Sader que compraron semilla dizque mejorada a precios inflados el año pasado. Una burda maquinación en la que, sin querer queriendo, embaucaron al licenciadopresidente en una gira, en febrero de 2019, por los rumbos de Huetamo, Michoacán, y avaló la compra de esa semilla que resultó con gorgojo y echada a perder.

Sí, el encierro es cabrón. Y espero no se santigüen las buenas conciencias por un adjetivo que es parte nuestra. No os hagáis que ya lo sois. Y disculpen mis diez lectores, pero en estos días de encierro es inevitable hablar del gremio, de los periodistas, reporteros, infantería…

Y es que, este encierro tiene sus bemoles consecuencia de una pandemia que ha generado mil conjeturas respecto de su origen y a medio mundo lo ha hecho experto en todo tipo de brebajes para “domar” al Covid-19; no te rías, por favor, sabes que ésta es una de esas gracejadas que suelen salir del salón de la Tesorería en Palacio Nacional.

Pero, mira, esta pandemia nos ha recordado que finalmente somos creaturas imperfectas y vulnerables, sentimentales, cursis ¿a poco no moqueas en solitario con una melodía que te recuerda a los amigos, a la banda de adolescentes y jóvenes que corrían de fiesta en fiesta irreverentes y despreocupados cuando la vida se comía a puños?

Anoche urdía cómo hilar la entrega de entresemana, cuando la llamada me recordó precisamente cuánto tiempo nos hemos dejado de ver los amigos, lo cuates, la banda, la fuente como nos asumimos grupalmente los reporteros, la infantería.

Sonia Salomé Copca era una joven reportera de carácter reservado pero siempre amable y con una palabra positiva de solidaridad entre colegas. Sonia se adelantó a la conferencia de prensa a la que todos los reporteros estamos llamados a acudir sin reticencias.

Dejé de verla hace tiempo cuando dejó sus tareas en una página digital. Blanca Santos Villegas, amiga compañera de la fuente de la Cámara de Diputados, me informó del deceso de Sonia Salomé Copca. Sentido deceso, doloroso por la cercanía de amistad y parte de esta enorme familia de reporteros y periodistas o periodistas y reporteros.

¿Cuántos nos hemos reencontrado en estos días del encierro obligado por la pandemia? Muchos hemos coincidido en las redes sociales, otros, bien los sabes, nos hemos encontrado paseando el índice por la pantalla del celular y nos percatamos que ahí está el nombre de quien hace meses y quizá años, no hemos visto ni cruzado palabra.

Y te haces la pregunta inevitable: ¿estará vivo?, ¿seguirá viva? Y no son familiares lejanos ni compadres próximos. No, son colegas cuyos nombres comenzaron a desdibujarse víctimas del desempleo que los llevó a sitios que les dieran la posibilidad del sustento familiar.

Este cabrón encierro te sorprende con la mirada puesta en ningún sitio cuando recuerdas al amigo, al compañero de trabajo, de la fuente, de la redacción, que murió a consecuencia del maldito Covid-19.

No, no me digas que esto es cursi, que está como para guion de telenovela, o mamotreto de Corín Tellado.

No te escondas atrás de la sonrisa de quien es inmune a las tragedias, porque son verdaderas tragedias cuando un reportero, un periodista muere, sea cual sea la causa de su deceso, porque se trata de un ser humano especial, integrante de una raza que no nace todos los días pero sí se extingue de poco a poquito y no deja huella, porque la memoria flaca los arrumba en el olvido y pocos tienen el honor de estar en eso que llaman efeméride.

La mazorca de una generación se desgrana, por elemental cobro de la factura del tiempo; otra en el desempeño del oficio, contagiados de este mal que muchos consideran artificio mas la mayoría sabe que es un bicho que mata.

Por eso, por eso, esta familia de la prensa, unos en el encierro y otros en la arena de la batalla informativa es perseguida y ninguneada, insultada y descalificada con adjetivos de tabla rasa que son mentís a este personaje que en procedimiento personalista e irresponsable va en pos del reconocimiento popular sin importar el ejemplo que da a millones de mexicanos con el desprecio por las medidas de seguridad sanitaria.

Qué fue de los colegas infectados en las conferencias en Palacio. Por lo menos no se sabe que alguno de ellos haya fallecido, y esa es buena noticia. Pero, ¿cuántas vidas vale la conferencia de prensa que ha devenido en homilía y clases de historia patria y púlpito para insultar y estigmatizar al que piensa diferente?

Este cabrón encierro que te trae recuerdos de la reporteada en casos que pasaron de la página policiaca a la primera plana de los diarios y en las principales de noticiarios radiofónicos y televisivos, en la cobertura de los sismos de 1985, en la erupción de El Chichonal en Chiapas, en…

¿Alguien ha alzado la voz por los colegas que están en huelga en Notimex y que han sido despreciados por el señorpresidente que cobija con impunidad a la directora Sanjuana Martínez?

¿Cuándo hablaste con tus colegas con los que no convives hace tiempo? Quise tratar un tema político, pero la muerte de una colega me anudó la garganta y la película de los amigos periodistas y cecehacheros me cruzó por la mente. Recordé a David Tarango Buchacras, a Daniel Benítez Gordillo, a Alejandro Cedillo Cano, a mi amada Yaz, a…

Este cabrón encierro ¿a quién te trae de recuerdo? Digo.

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