Falsedad como estilo de gobierno: un peligro latente

febrero 18, 2021

Los comentaristas en revistas y publicaciones impresas subsidiadas, ‎los youtubers más influyentes en la opinión pública, y las conversaciones dominantes en todo el país coinciden en que el deporte presidencial más practicado cotidianamente es agarrarnos de carne de befa para disfrazar los atracos a la Nación como parte imprescindible de lo que queda de la “Cuarta Transformación». 

La publicidad gubernamental, basada en la mentira, el engaño y la burla a los ciudadanos han provocado una imparable indignación que ya se expresa en incomodidad, en vómito y en la necesidad de revancha contra todo lo que huela a los procedimientos del presidentito para implantar ese estilo de gobierno. 

En las ciudades más importantes del país, desde Tijuana a Mérida, desde Guadalajara a Veracruz, desde Nuevo Laredo hasta Tapachula, se detecta una animadversión que llega a límites de linchamiento. Cuando se enteran de los resultados fofos de las encuestas pagadas, no les provoca risa, sino un enojo mayúsculo.  

Hay una destrucción que conduce a la tragedia nacional 

La pérdida del poder adquisitivo, del estilo de vida y de las extintas posibilidades de empleo, es un coctel imposible de tragar. El pésimo manejo de la pandemia, causante de más muertes que todos los conflictos bélicos libaneses, se sumó a la destrucción nacional que conduce a la tragedia. 

Los espectáculos de corrupción de Felipa, Pío, Arturo, de los hijines negociantes de impunidad con las mafias del narcotráfico interno e internacional, los desfalcos presupuestales de los colaboradores, allegados y favoritos, más la demagogia y la soberbia con las que se pretende disfrazarlos, tienen al régimen materialmente en capilla. 

Esa necedad de que «aquí poderoso caballero ya no es don dinero», y que el poder político ha sometido al poder económico, es basura producto de inconsciencia, hambre de poder, corrupción y supina ignorancia ‎aplicados sobre un país que espera tomar pronto la palabra. No es posible tanto atropello populista y demagógico, realmente criminal. 

En las elecciones locales del 2019 y 2020 Morena retrocedió 

Con el treinta por ciento de los votos del padrón obtenidos hace dos años –hoy ese porcentaje sería imposible– se ha pretendido erigir y establecer para siempre un pensamiento único, monocorde, de afán absolutista, de mando dictatorial que no acepta equivocarse y se ha trucado en una falsa mayoría absoluta. 

El populismo demagógico de derecha es el que amenaza dividir por mitades la opinión política de los mexicanos. En la cruda realidad, las elecciones locales del 2019 y del 2020 han demostrado el rechazo absoluto de la sociedad pensante a los afanes despóticos del nuevo o viejo régimen, según usted quiera verlo. 

Las cifras son contundentes: hasta en las encuestas pagadas, los maniobreros ya no saben cómo esconder la mano y gratificar los grandes recursos recibidos del gobiernito. Hay 93 mil millones de pesos en la caja chica de Palacio Nacional que deben ser investigados hasta donde tope. Con cinco millones de votos que aún tiene el partido oficial, no debe construirse una croma desastrosa de gobierno.  

¿Cree de verdad que no hay corrupción entre sus colaboradores? 

Si la polarización de todo el país es una estratagema ¿dónde se encuentra el germen de este virus político y económico que atenta contra la estabilidad y contra la gobernabilidad del país? La respuesta es clara: está en los dicharachos infames de quien tiene el poder casi irrefutable por sus fanáticos cuatrotreros.  

Poner como en todo paraíso territorial de un solo sujeto la lealtad de los colaboradores y paniaguados por encima de los intereses superiores de la Nación, echar la culpa de los errores a los regímenes del pasado inmediato no son la solución que la gente esperaba‎. Menos se acepta cuando se dice que entre sus colaboradores la corrupción no existe, y si llegara a existir, sería una cuestión menor. 

Definitivamente no es el dirigente político que se necesitaba 

No hay en el presidentillo en turno una mínima idea de la prospectiva del desarrollo nacional que México necesitaba, así como tampoco existe una visión geoestratégica de la ubicación del país en el ámbito internacional. Definitivamente no es el dirigente político que se necesitaba. Suponiendo sin conceder, la pura moralina administrativa de los discursos mañaneros jamás ha cambiado la faz de país alguno. 

Su desconocimiento de las leyes es realmente peligroso. Su distancia del funcionamiento real de las estructuras administrativas abona ignorancia supina, una formación de sexto año de primaria. Es un gabinete de un solo hombre, perdido en el espacio. Su país, como el de Peter Pan es el de nunca jamás.  

Las dos cosas que estaba obligado a hacer: usar el poder político para llevar a cabo una transformación de verdad y realinear las relaciones exteriores del lado de las potencias emergentes realmente poderosas, fue una vana ilusión que se estrelló ante el miedo y el consecuente sometimiento al Imperio chiquito de Donal Trun

Las soluciones estructurales, de fondo, brillan por su ausencia 

Muchísimas oportunidades se han dejado pasar. Desafortunadamente, ésas no podrán volver a presentarse por el pésimo ejemplo dado en esa materia, porque en los centros de poder financiero, económico y político del mundo le perdieron la confianza, dudan como aquí de sus intenciones, de su falsedad y de su palabra. Somos un rancho aislado y autoritario, como en su tiempo la Uganda de Idi Amín Dada. 

No puede decirse que el presidentillo conozca el país, a pesar de haberlo transitado decenas de veces, porque hasta la fecha desconoce la interrelación entre las cadenas agroindustriales, económicas y productivas que entrelazan las regiones geográficas. Él siempre ha ido allá a lo suyo: los antojitos locales y la evasión a la opinión pública.  

Tiene del país una visión de viajero, superficial y con ingredientes caprichosos. Es parte de su voluntarismo gubernativo. Las soluciones estructurales, de fondo, brillan por su ausencia, y el país se conduce con grandes dosis de latencias, corazonadas y ocurrencias al canto, siempre al modo del estado de humor bipolar y reptiliano que lo asalta. 

El peligro que nos acecha puede degenerar en una revuelta 

‎Los rumores insistentes de Palacio hablan de un magno festejo por el triunfo del golpista Trump sobre las flaquezas políticas de Joe Biden que no pudo con el manejo del impeachment. El envalentonamiento por el reelecionismo ha cobrado nuevos bríos. El caudillito se siente imparable. 

El pueblo mexicano debe asumir su mayoría de edad. El elector, burlado y fastidiado debe decidir en las urnas de junio próximo darle la vuelta a la tuerca, indispensable para arrebatar a una sola voluntad desquiciada el control de las mayorías legislativas, de los poderes estatales, de los centros de mando irrefutables. Ya es tiempo. 

Si no es así, como todo parece indicar que sea, el peligro que acecha sobre México puede degenerar en una revuelta de magnitud impredecible. México puede convertirse en un páramo realmente insufrible de corrupción y desaseo. ‎La falsedad como estilo de gobierno puede ser de alta criminalidad. Causar muchas más muertes de las que ya llevamos. 

¿No cree usted?