Hiroshima y Nagasaki, recuerdo de lo que no debe ocurrir jamás

agosto 9, 2019

Nagasaki/Notimex. Hace exactamente 74 años Estados Unidos arrojó la segunda bomba atómica sobre la ciudad japonesas de Nagasaki, que dejó miles de víctimas mortales y lesionados de gravedad, este hecho selló el fin de la Segunda Guerra Mundial y detonó el inicio de la carrera armamentista nuclear.

El primer ataque nuclear de Washington se dió el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, donde la primera bomba de nuevo tipo de energía destructiva ocasionó la muerte de unas 100 mil personas, en nueve segundos, la desaparición de 70 por ciento de los inmuebles y lesiones severas a otros 70 mil habitantes, quienes en su gran mayoría perecieron días y meses posteriores al ataque.

La segunda bomba, lanzada el 9 de agosto de 1945 sobre Nagasaki, mató a unas 40 mil personas, según reportes de diversos medios de información que recordaron hechos históricos de este trágico evento. Sin embargo, se estima que las víctimas totales de los dos ataques fue de al menos 300 mil personas.

La bomba se mandó construir como parte de una estrategia de defensa contra el nazismo liderado por Adolfo Hitler y su origen se le atribuye a una carta que el científico Albert Einstein envió al presidente Frankin D. Roosevelt en agosto de 1939, de acuerdo a un despacho informativo de infobae.com.

En la misiva Einstein advertía sobre una peligrosa bomba, cuyo impacto tenía un alcance destructivo inimaginable y en manos de Hitler podría ser en extremo riesgosa. Posteriormente, Roosevelt ordenó la creación de un arma atómica con capital inicial de seis mil dólares al que denominaron “Proyecto Manhatan”.

El 6 de diciembre de 1941, luego del ataque nipón a la base militar estadunidense de Pearl Harbor, el gobierno de Estados Unidos reclutó a científicos de diversas partes del mundo y se designó a Robert Oppenheimer para encabezar el proyecto. En 1942, Enrico Fermi, científico italiano, logro dividir un átomo de uranio y liberar neutrones, que a su vez podían dividirse.

Al reforzar la investigación aumentó el apoyo económico, el cual llegó a los dos mil millones de dólares a inicios de 1945. Para evitar filtración de información, el gobierno estadunidense instaló a los seis mil científicos y técnicos, así como a sus familias en Álamos, donde se construyó una pequeña ciudad para ellos.

La lejanía de esa zona también fue un importante factor de seguridad, toda vez que se consideraba que en caso de ocurriera algún accidente nuclear no resultaran afectadas otras poblaciones.

En 1944 el servicio de inteligencia estadunidense confirmó que el equipo de Hitler no tenía ningún proyecto de armas atómicas y su poderío se debilitaba en Europa, por lo que al conocer esa información los investigadores del “Proyecto Manhatan” dudaban en continuar o no con su trabajo. Al final, se les ordenó mantener sus labores.

Al considerarse como un proyecto secreto, Harry S. Truman, vicepresidente de Roosevelt desconocía su existencia y se enteró poco tiempo después de que asumió como presidente de Estados Unidos. Con el nuevo panorama internacional, donde Alemania se había rendido y Japón estaba debilitado, el grupo de investigadores se pronunciaron por el rechazo a la bomba.

La propuesta fue invitar a científicos japoneses y observadores para demostrarles el alcance del arma construida, la cual se activaría en un lugar despoblado para persuadirlos de rendirse; sin embargo, ésta fue descartada.

Sin la participación de observadores extranjeros, la prueba se efectuó el 16 de julio de 1945 en Alamogordo, Nuevo México, donde el físico Robert Oppenheimer, científicos y militares de alto grado, ubicados a nueve kilómetros de la explosión, ensordecieron por el estruendo y perdieron momentáneamente la visión.

Posterior a esa demostración se envió la bomba en el barco de guerra Indianápolis con destino a Tinian, el principal cuartel militar estadunidense del Pacífico, donde el comando 509 encabezado por Paul Tibbets, se encargarían de arrojar la bomba atómica en la nave B-29, a la que nombró como «Enola Gay», en honor a su madre.

Las ciudades donde se lanzaría la bomba fueron elegidas porque tenían que quedar como prueba del daño letal de la explosión y por ello se pensó en Kokura, Hiroshima, Niigata y Kyoto, las cuales no habían sido objeto de ningún bombardeo anterior. Al final la elegida fue Hiroshima, donde se tenía registro que solo cayeron dos bombas, una en el agua y otra dejó dos personas muertas.

Little Boy, fue el nombre asignado por los marines estadunidenses a la bomba de uranio-235 lanzada en Hiroshima. Esta pesaba cuatro mil 400 kilogramos, medía tres metros de longitud, 75 centímetros de diámetro y una potencia explosiva de 16 kilotones, equivalente a mil 600 toneladas de dinamita. Estalló a las 8:15 horas del 6 de agosto de 1945.

En tanto, la segunda bomba, denominada Fat man, fue lanzada sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945. Sus dimensiones eran: 3.25 metros de longitud por 1.52 de diámetro con un peso de cuatro mil 630 kilogramos y 25 kilotones de potencia.

Los ataques provocaron la rendición de Japón y marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero también dio inicio a la carrera armentista nuclear que en varias ocasiones ha tenido al mundo al vilo del desastre total cuando las potencias nucleares incrementan sus misiles nucleares y se apuntan unos a otros.