Huawei Mate 40 Pro, primeras impresiones

octubre 24, 2020

México/FW. Ni la pandemia, ni el veto, mucho menos la crisis económica, nada pararía que llegara el flagship del segundo semestre de Huawei.

Como nos ha acostumbrado la empresa china, el dispositivo de finales de año es uno con características cumplidoras, decisiones correctas, y un arduo trabajo tecnológico detrás; pero repite un desangelado software que obligará a muchos usuarios dependientes de GSuite a cambiar sus hábitos del uso del smartphone.

Huawei ha venido haciendo evoluciones discretas pero significativas en sus modelos Mate año con año. Hace dos años conocimos el módulo de cámaras traseras agrupadas al centro del reverso del teléfono, en lo que sería la antesala del Halo Ring, cuando para el Mate 30 Huawei decidió distinguirse de la competencia formando con las cámaras un círculo perfectamente centrado. Ahora decidió separar las cámaras para que todas convivan en un aro, en lo que recuerda vagamente a un iPod. El nuevo diseño recibe el nombre de Space Ring.

Sin duda es llamativo a la vista. Si bien evoca por momentos al iPod, no tenemos ningún acomodo similar de cámaras en ninguna gama.

Por el resto del diseño, estamos ante un smartphone con curvas profundas a los costados, de 88 grados para ser exactos. Ello ha hecho que las teclas de volumen se desplacen ligeramente hacia el reverso, al igual que la tecla de bloqueo y desbloqueo, todo para que el panel gane protagonismo. Dicho sea de paso, las teclas físicas de volumen no se introdujeron en la iteración pasada, y Huawei apostó por las teclas virtuales, en un movimiento que parece haber quedado en el olvido ahora.

Hablando del panel, este no es un teléfono discreto. Es un smartphone relativamente pesado con sus 212 gramos, y una gran diagonal de 6.7 pulgadas. En lo que puede ser un intento para que el panel destaqué más, Huawei decidió, por fin, deshacerse del notch que todavía equipó en la generación pasada. Lo sustituye una perforación, no muy sutil, en donde conviven la cámara frontal y un sensor para detectar profundidades, especialmente útil para el reconocimiento facial.