Huir también es estar en la cárcel

Las muchas traiciones de Anaya

agosto 25, 2021

PAN, PRI, PRD, entreguistas 

Huir es de cobardes.  

Es una frase hecha que, como casi todas, es una realidad casi absoluta.  

Normalmente hay quien huye por otros motivos, pero siempre lo hace quien tiene algo que ocultar, quien ha cometido algo malo.  

Pero estar huyendo de la Justicia, buscando la prescripción de sus delitos, escondiéndose de unos y de otros, con el corazón (es un suponer) en un puño, también es estar en la cárcel, aunque no lo parezca.  

Ricardo Anaya huyó de sí mismo y de su propia cobardía.  

Hoy no sólo se esconde, es posible que pronto use el bisturí para no ser reconocido.  

Un prófugo en toda regla que pena sus delitos con una vida oculta y, por las sumas de dinero que presuntamente tiene, debe ser lujosa. 

Y todo por evitar la cárcel

Huir es de cobardes

Traición a los Calderón – Zavala 

Al dejar la Presidencia, Felipe Calderón ya traía su plan ranchero. 

Margarita Zavala sería la sucesora de Enrique Peña Nieto

Pero se les atravesó Anaya, a quien Gustavo Madero había sentado en la presidencia del CEN del PAN. 

Y así, en septiembre del 2017, Calderón fue el primero en decir públicamente que Anaya había vendido una nave industrial a la empresa Manhattan Máster Plan Development, en una cifra exacta de 53 millones de dólares.  

Supuraba por la herida, claro, pero denunciaba algo cierto. 

Los “bisnes” sucios de quien súbitamente se convirtió en “riquín”. 

Y es que “haiga sido como haiga sido” Anaya había desbaratado el plan dinástico de los Calderón. 

Y claro, arrastrando el rebozo y sus desvergüenzas, la señora Zavala acusó a Anaya de dividir al PAN, ya que se oponía a su candidatura que, dicen, había sido acordada en 2012 por su marido con Enrique Peña Nieto en Los Pinos. ¡Otro pacto sucesorio! 

Y monda y lironda se fue por la libre, no le quedó de otra que recurrir a la precandidatura “independiente”, patrocinada por la charola del narcotráfico que había montado desde años previos su real jefe de campaña, Genaro García Luna, ex Policía de Titanio (jejeje) como lo bautizaron sus admiradores. 

Traición a Miguel Ángel Mancera. 

Anaya se refugió en los brazos de quienes todavía creían en él y en su palabra: Miguel Ángel Mancera ya estaba formando un Frente, coaligado con el PT de Alberto Beto Anaya y el MC de Dante Delgado, más su emisaria Alejandra Barrales. Con gusto incluyeron al llamado Joven Maravilla, venido como anillo al dedo con su estructura nacional de blanquiazules y gobernadores triunfantes en las elecciones locales de 2016. 

Ya posicionado, Anaya, usando su fuerza blanquiazul, sometió a los contrincantes en la lucha por la postulación presidencial del entonces recién formado Frente por México, a pesar de que entre todos habían pactado una elección interna, para hacerse en el período legal de ínter campañas. Otra vez Anaya faltó a su palabra y dijo: “de aquí soy” … “esta es la mía”. 

Para no crear un cisma gigante en la oposición, Mancera se disciplinó a la inconsecuencia. Aceptó ser el responsable de lo pactado entre ellos: luchar por un cambio de régimen presidencial con gobierno de coalición pluripartidista. Formar en el pueblo la conciencia del cambio, aunque tuviera que postularse como senador. 

El resultado público y notorio de esta comedia de traiciones fue el esperado.  

Salieron derrotados los que se fueron y los que se quedaron en ambos sexenios aciagos: los de FCH y EPN, claro está. 

También, las palabras quedaron en el estoque.  

La puerca volvió a torcer el rabo. 

Bien decía Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais en Las bodas de Fígaro

“Los más culpables son los menos generosos, es la norma.” 

Tenía razón, ¿no cree usted? 

Indicios 

Y a todo esto, ¿qué cargo tiene Ricardo Anaya? ¿Qué partido político respalda sus ambiciones políticas? Que se sepa hoy por hoy es sólo un ciudadano más que, eso sí, produce videos con actuaciones melodramáticas muy al estilo de aquellas que interpretaban las desaparecidas María Tereza Montoya y Ofelia Guillmáin. * * * Los encargados –que no dirigentes– de los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, Marko Cortés, Alejandro Alito Moreno y Jesús Chucho Zambrano fueron a la sede de la OEA, en la capital imperial, a exhibir su desnudez política. Incapaces de oponerse políticamente al régimen de la 4T fueron, como el personaje de El Chavo del Ocho, a acusar a AMLO ante su mamá y, lo peor, ante el esposo de ésta, el que la mantiene: el gobierno estadounidense. ¿Qué sigue luego de sus lloriqueos ante el uruguayo Luis Almagro? ¿Que éste pida a Estados Unidos que invada a México para acabar con los narcotraficantes y con todos aquellos que provocan miedo, pavor, pánico en Cortés, Moreno y Zambrano? * * * Huele mal ese retraso de la empresa noruega DNV para dar a conocer los resultados de su peritaje sobre la tragedia de la Línea 12 del Metro. ¿Pide tiempo para exculpar en el papel a Marcelo Ebrard y a Claudia Sheinbaum? ¿Para cargar toda la culpa a algún chivo expiatorio? Huele mal. Muy mal. * * * Y por hoy es todo. Pido su venia para ausentarme de este espacio unos días. Dios mediante nos reencontraremos aquí el próximo lunes. Mientras tanto, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días! 

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