
Impacto de Aranceles en la economía de Estados Unidos
abril 14, 2025
La teoría de juegos enseña que un equilibrio cooperativo genera más utilidad (o ganancia) que una estrategia basada en maximizar el interés individual. Es decir, ganar no tiene que ser excluyente. En otras palabras, la cooperación funciona mejor que la división.
Sin embargo, parece que la administración estadounidense no consideró esta conclusión al diseñar su estrategia. El Liberation Day, la ofensiva arancelaria sin precedentes anunciada el 2 de abril, es una muestra más de la ruta aislacionista y no cooperativa por la que el presidente Trump quiere llevar a EE.UU.
La decisión de imponer aranceles recíprocos, además de los ya existentes, tiene tres objetivos:
– En primer lugar, obligar a las empresas extranjeras a producir localmente, con la intención de reindustrializar Estados Unidos y fomentar su tasa de empleo interno.
– Segundo, generar margen presupuestal para reducir la carga fiscal en los hogares y empresas en los próximos años.
– En tercer lugar, la meta de Trump es violar las reglas del comercio global para establecer una supremacía económica estadounidense sobre sus principales socios comerciales, y así generalizar la lógica de negociaciones bilaterales. Trump también ha reiterado la necesidad de debilitar el dólar para favorecer las exportaciones de bienes y servicios, en detrimento de sus socios comerciales, a la vez que mantiene la narrativa de un “equilibrio cooperativo”.
Antes de analizar las consecuencias de estas medidas arancelarias en términos de crecimiento e inflación, conviene recordar que, tanto en el corto como en el largo plazo, estas estrategias unilaterales, no cooperativas y discrecionales tienden a alimentar un fenómeno ausente por décadas: la volatilidad económica. Así, la volatilidad del ciclo macroeconómico debería integrarse como una variable clave en el panorama económico y ser parte esencial de cualquier decisión de inversión.
La definición de aranceles recíprocos se basa en el volumen del déficit comercial de Estados Unidos con terceros países (sin considerar servicios), ajustado por un factor correctivo de dos. Este enfoque simplista ignora casi por completo los determinantes reales de los flujos comerciales entre dos países. Las exportaciones de China están sujetas a un arancel de 54%, las de Europa a 20%, Reino Unido a 10% y Japón 24%. Antes del 2 de abril, las importaciones estadounidenses enfrentaban un arancel promedio de 2.8%, frente a casi 20% de ahora. EE.UU. ha incrementado el arancel promedio sobre sus importaciones casi siete veces. ¿Cuáles son las consecuencias de esto?
No rendirse ante el canto de sirena de la recesión
Los ingresos fiscales por aranceles alcanzaron casi $82 mil millones de dólares en 2024, mientras que el impuesto sobre la renta de las empresas generó $670 mil millones de dólares para el gobierno estadounidense en el mismo periodo. Suponiendo una elasticidad unitaria entre ingresos por aranceles y nivel arancelario, se estima que el presupuesto federal podría recaudar ingresos adicionales por $420 mil millones en 2025. En un año completo, los ingresos aduanales podrían llegar a $650 mil millones de dólares, lo cual permitiría compensar una eventual reducción de la tasa fiscal para empresas y hogares, prevista para 2026. Al igual que en 2018, Trump planea apuntalar los ingresos empresariales mediante recortes fiscales que podrían ser significativos.
El impacto de estos aranceles en la inflación estadounidense es más difícil de medir. Para ello, usamos los siguientes parámetros: una variación mensual del 20% en los precios de bienes manufacturados, 20 % de influencia de estos bienes en el índice de precios al consumidor y un contenido de 25% de bienes manufacturados importados en el consumo final (ver Figura 1).
En conjunto, estas suposiciones implican un impacto aproximado de 1.4 puntos porcentuales en la variación anual del IPC de EE.UU. Es decir, la inflación podría acercarse al 4% hacia el cierre del segundo trimestre de este año, para después moderarse a 2.6% en el segundo trimestre de 2026. Aunque este repunte inflacionario sería menor al de finales del 2021, no considera efectos de segunda ronda (comportamiento de márgenes o efecto Phillips), los cuales podrían prolongar el shock inflacionario más allá del primer trimestre de 2026, limitando el margen de maniobra de la política monetaria.
Evaluar el impacto de los aranceles sobre la actividad económica está sujeto a debate, dada la multiplicidad de los canales de interconexión. Nuestras estimaciones iniciales sugieren un crecimiento entre 1.1% y 1.3%, es decir, un ajuste de entre 0.6 y 0.8 puntos porcentuales respecto a las proyecciones previas al 2 de abril.
En detalle, el crecimiento del PIB podría entrar en terreno negativo en el segundo trimestre de 2025, arrastrado por el impacto del “shock de incertidumbre” sobre la demanda interna, la reducción del poder adquisitivo, el efecto negativo en el patrimonio y la falta de una red de apoyo como la que existió durante la pandemia (excedente en ahorros). No obstante, estos choques de incertidumbre no suelen ser persistentes, y nuestros análisis estadísticos muestran que tienden a disiparse después de dos trimestres.
Así, el crecimiento de Estados Unidos podría tambalearse en el corto plazo, antes de repuntar hacia fin de año, alineándose con el lema de Trump: “short pain, long gain”. A pesar de la magnitud y naturaleza del shock (negativo para la oferta), no vemos señales suficientes para anticipar una recesión, y consideramos que los mercados de activos de riesgo han sobre reaccionado al impacto arancelario.
Esta hipótesis de una sobrerreacción de mercado se refuerza si consideramos que los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo han subido más de 30 puntos base desde sus mínimos recientes. Esta normalización en el extremo largo de la curva de rendimiento podría preceder a la reducción de la volatilidad implícita en los mercados bursátiles, lo cual marcaría un regreso a la calma.
¿Cómo reaccionará la Reserva Federal ante este escenario? ¿Podría la Fed recortar su tasa de referencia para evitar un deterioro del ciclo económico? El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha enfatizado la naturaleza incierta del entorno económico actual y ha descartado, por ahora, un escenario de estanflación. Powell considera que el entorno no es lo suficientemente claro como para tomar decisiones anticipadas, y que la Fed debería actuar con cautela. Las tasas de interés podrían mantenerse sin cambios, especialmente porque no hay evidencia contundente que justifique un recorte. Es probable que esperen al verano para bajar la tasa de referencia en 75 puntos base y así apoyar la recuperación cíclica de la economía estadounidense (ver Figura 2).
Al igual que en Estados Unidos, estos nuevos aranceles también tendrán un impacto negativo sobre la actividad económica en la eurozona. Se estima que el PIB del bloque podría verse afectado entre 0.2 y 0.3 puntos porcentuales. Estimamos que el crecimiento de la eurozona no superará el 0.8% en 2025, lo cual daría a la política monetaria del BCE más argumentos para acelerar su ciclo de relajación monetaria. Sin embargo, este escenario dependerá bastante de la reacción que tomen los líderes europeos a eventuales medidas de represalia.
Conclusión
El cambio de paradigma impulsado por la administración estadounidense ha detonado una gran dosis de incertidumbre sobre la evolución del ciclo económico global. Tanto el crecimiento como la inflación estarán sujetos a una mayor volatilidad, particularmente en Estados Unidos. El periodo actual seguirá marcado por una alta incertidumbre, lo cual inevitablemente alimentará la turbulencia en los mercados de activos de riesgo.
Aun así, creemos que es importante matizar la reacción del mercado, la cual consideramos excesiva ante el impacto esperado en el crecimiento de EE.UU, que estimamos se mantendrá en un rango de entre 1.1% y 1.3% durante 2025.