Josefina: la esperanza para sacar de pobre a su familia

mayo 26, 2019

Juan David Castilla/Xalapa. Josefina Morales tomó tres autobuses y viajó poco más de dos horas para presentar el examen de admisión a la Universidad Veracruzana (UV).

Salió de casa en la localidad Rancho Viejo del municipio de San Andrés Tlalnelhuayocan, acompañada de su madre y su tía.

Se trata de una de los 45 mil jóvenes que compiten por uno de los 16 mil 400 lugares que oferta la máxima casa de estudios del estado.

No obstante, para Josefina sería la única oportunidad de continuar con sus estudios superiores.

Y es que su familia carece de recursos económicos para pagarle una escuela particular.

Juana Morales, de 49 años, es madre soltera, ama de casa y prepara comida para comercializarla y generar ingresos económicos que permitan financiar los estudios de su hija.

“Una escuela particular no pagaríamos, somos pobres, es muy caro”.

LODO EN SUS ZAPATOS 

El lodo en la suela de sus zapatos muestra los caminos difíciles que debieron recorrer en busca del sueño de la joven de 18 años: ingresar a la universidad.

A su juicio, si Josefina no logra ingresar a la UV, se quedaría sin estudiar; tendría que ayudar en el negocio familiar.

“Yo nomás digo que hay que esperar que ella quede, es muy difícil, ella intenta, pero si no queda, pues ni modo”.

Su dificultad para hablar y concluir oraciones simples exhibe que doña Juana no pudo acceder a la educación por las carencias económicas en su familia.

Sin embargo, en sus ojos hay una luz de esperanza que anhela con ansias ver a Josefina en la universidad y, después de unos años, a una profesionista destacada.

Doña Juana recuerda que gana entre mil y cinco mil pesos mensuales, dependiendo la venta de comida: a veces buena, a veces baja. Todo lo invierte en las necesidades de su hija.

Prueba de ello, es su descuido bucal, pues le faltan casi todos sus dientes y, cada vez que habla, se observa la falta de limpieza y tratamiento.

Josefina es inteligente, aplicada en la escuela y entusiasta. Desde las ocho y media de la mañana del domingo, esperaba, sin nerviosismo, ingresar a la Unidad de Ingeniería y Ciencias Químicas para presentar el examen.