La 4T siembra terror, cosechará violencia

junio 3, 2020

No se cansan de impertinencias, de azuzar, de fastidiar a la población. Tienen iniciativas, son periféricos, posiblemente hasta para revisar las clasificaciones de Hermenegildo Torres en el catálogo aclamado del PUP. Afortunadamente, como no saben que el tiempo corre en contra, ni se han dado cuenta de que ya van directo para el olvido.

‎El dirigente provisional de Morena –como si este movimiento tuviera mayoría calificada en el Congreso, como si muchos adeptos no se hubieran volteado—propuso hace un par de semanas darle facultades constitucionales al INEGI para que deje de medir la pobreza y el nulo crecimiento, el escaso ingreso y el exiguo gasto de las personas, los índices de miseria.

«Ahora se demanda con urgencia medir también la forma en que la desigualdad es producto de la concentrar de la riqueza», dijo el estulto en un comunicado oficial que no fue desmentido. Que meta las narices en cada domicilio para saber en qué medida se pueden destapar huecos para cubrir todos los demás.

A partir de ya, si alguien en sus cabales no los detiene, los morenistas se convertirán en los‎ fiscales y jueces de la distribución forzada de los haberes de cada quien, para auxiliar con repartos inopinados a quienes más lo necesiten. Es decir, escurrir el bulto, despojar al gobiernito de toda responsabilidad en sus fracasadas políticas económicas, y trasladar la culpa a los ciudadanos exitosos.

Distraer para su$traer, en beneficio de los mandamases

Tales son los nuevos conceptos del desastre. Los que llevan al extremo las pontificaciones palaciegas del Caudillo de triste figura, los que lograrán por fin llevar a la práctica los principios descabellados de una transformación que está dejando a México en la ruina total. Los que no tienen miramientos para acusar a los demás de las fallas en su aparato.

De todos los gobernadores del país sólo cinco juran obediencia absoluta a sus despropósitos, todos los demás se encuentran a la defensiva, tanto en las recomendaciones para absorber las insensateces sanitarias, como en el reparto inequitativo de los ingresos públicos, los recortes demoníacos que se les ha hecho a sus estados para cubrir las fantasías faraónicas del Titular de este menjurje.

La consigna es: que todo cambie, para que todo siga igual o peor. Se trata de distraer para su$traer, en beneficio de los mandamases.

Para conocer a un hombre basta con verlo un minuto

‎Fue Wenceslao Roces, exiliado republicano, maestro emérito de la UNAM, quien tradujo por primera vez las mayores obras de Friedrich Hegel al español. El autor alemán, un hombre cuyos conocimientos abarcaban todas las especialidades del pensamiento filosófico, técnico y humanista de su tiempo.

En un compendio de su obra como traductor, contenida en La cultura de nuestro tiempo, Wenceslao Roces destaca la aguda capacidad de observación del autor alemán, quien llegó a decir que para conocer a un hombre, para saber de dónde viene y qué es lo que quiere, basta con verlo un minuto.

Lo único que le importa a AMLO es el afán de significarse

El histrionismo delirante de un sujeto, en aras de llamar la atención, realiza un protagonismo febril, incesante, para apoderarse de todos los escenarios posibles y ser el centro, a costa de lo que sea, al precio que cueste, con un objetivo inopinado, intrascendente.

Eso no le importa. Lo único que importa es el afán de significarse, de hacerse imprescindible, aunque no haya necesidad; de polarizar, de agraviar, de enternecer o de causar lástima. Lo único que realmente produce es división, encono, risa. Pone en juego todas las emociones del respetable, siempre y cuando las respuestas y los ataques se dirijan a él.

Es capaz de promover cualquier dislate, cualquier desaguisado inconveniente e inesperado, pues lo que importa es siempre inaugurar lo inaudito, encabezar lo fútil.

La debilidad de los gobiernos conduce al mando de los déspotas

Relataba Hegel que todo régimen, cuando se acerca a su agonía, hace lo que todos los sistemas en decadencia: coquetear con lo nuevo, jugar con frases explosivas, y manifestarse progresista, porque eso es moderno y porque está de moda. ¿Dónde lo habremos oído, dónde lo estaremos viendo?

«Al terror rojo, sigue el igualmente cruel y arbitrario terror blanco. La debilidad de los gobiernos, el desorden y la ideología desesperada conducen finalmente al gobierno de los déspotas «. Y la historia, aunque no deja de enseñarse, se repite.

«Los que mandan no saben leer, ni escribir, ni hablar, cobrándonos todos los tributos y estipendios posibles. ¿Por qué les rendimos, si no saben hacer nada? ¿Por qué les pagamos generosamente, si lo único que saben hacer es avasallarnos?, preguntan a lo largo de la historia los contribuyentes.

El pueblo mexicano tiene una gran capacidad de violencia

Por eso, lo importante sigue siendo no tocarle los huevos al toro. Mamar, pero no robarse el burro. Somos un país demasiado violento, para encima tener que someternos a las pruebas de los mentecatos. Ellos, los supuestos gobernantes, no saben los rebotes que esto puede llegar a tener. Ni por su delgada imaginación pasa una tenue idea de la capacidad de violencia que tiene el pueblo mexicano.

Cuando los marginados actuales se den cuenta de quiénes son los responsables verdaderos del hambre y de la desolación, se pueden convertir en los verdugos y los jueces marciales del mañana ‎, tendrán en sus hogares muertos por hambre, niños enfermos, mujeres violadas.

Hay que parar al Caudillo… antes de que sea demasiado tarde

Y ahí, como enseñan los textos traducidos de Wenceslao Roces, no va a haber piedad, ni compasión. El terror blanco que ahora quiere desplegarse desde las cúpulas de un gobiernito fracasado puede ser un detonador implacable de lo que viene. Es responsabilidad de todos, ciudadanos y colaboradores cercanos al Caudillo de Tepetitán pararlo, antes de que sea demasiado tarde.

La nueva economía moral en tiempos del coronavirus no puede convertir los centros de análisis y estudios en patíbulos de su terror blanco. Déjenlo como está, ya no aticen las hogueras.

Aunque sabemos que la demencia no se cura con consejos, vale más un grito a tiempo.

¿No cree usted?