“La Boquilla”, la Guardia Nacional y La Víspera del Trueno

septiembre 11, 2020

En La Víspera del Trueno‎, como titulara a su última novela ese sociólogo nacional que sin duda fue Luis Spota –por si fuera poco, también el gran educador de políticos– se revela con lujo de detalles la consecuencia de entregar por anticipado el mando político a las Fuerzas Armadas. En la parte final de la obra, Spota se preguntó si era peor el remedio que la enfermedad.  

A lo largo de la zaga La Costumbre del Poder Spota siempre advirtió que comprar a las élites de la Fuerzas Armadas a través de la corrupción no era la solución idónea para calmar las ambiciones subyacentes en el sector. Máxime cuando los cuadros preparados del Ejército, que no pertenecían a los grupos voraces de los entorchados, no se circunscribían a esa condición de detente. 

Máxime, también, cuando las vergüenzas que los arrollan, provenientes de las fallas y las obediencias de la famosa Guardia Nacional, que está integrada en su gran mayoría por verdes oportunistas, los confinan a ser el centro de la burla de la población, de la opinión pública y de la publicada. Una gran lección para el presente y para el futuro inmediato.  

Un nuevo Estado Mayor Presidencial, al modo del “caudillo” 

La Guardia Nacional, un cuerpo armado al servicio de la seguridad personal del “caudillo”, fue montada desarmando al Ejército, pasándole vituallas, dinero, recursos humanos y soldadesca de ocasión. Un nuevo Estado Mayor, pero disfrazado. El Caudillo merece todo. Todo. 

Pero los errores de la impreparada y descocada Guardia, aunque sea un caprichito de Palacio Nacional, enlodan al Ejército, toda vez que el uniforme militar es inconfundible, al igual que las cabezas pelonas o al rape avergüenzan al Ejército. Igual que lo hizo hace unos meses aquél general de división colimense que, en un desayuno “de unidad”, los ‎tildó de cobardes. 

Soldados y marinos usados para un barrido (literal) y un regado 

El Ejecutivo ha decidido, dice la talentosa Sara Sefchovich, que sean soldados quienes, previo moche a las élites de la agrupación, construyan obras de infraestructura (el nuevo aeropuerto, partes del Tren Maya, los bancos de Bienestar, las sedes de la Guardia Nacional y varios hospitales) … 

… que resguarden ductos de Pemex y refinerías, que repartan libros de texto, vigilen la entrega de las ayudas sociales, cuiden las fronteras frente al flujo de migrantes, siembren arbolitos y participen en los programas de capacitación para jóvenes.  

Más recientemente, agrega, que se hagan cargo de las aduanas y los puertos y hasta que vigilen a los periodistas críticos. Y todo esto, dice la escritora, se justifica, en aras de combatir la corrupción. Ahora, estarán metidos en el manejo de la administración y las finanzas del ISSSTE… hasta que consideren que ha llegado el momento de «poner orden en la casa». 

Y luego también se conoce que elementos de la Marina Armada son empleados como barrenderos en un municipio tabasqueño.  

Militares ya no son fumadores de mota, lineales ni obsecuentes 

Se ha comprobado que esos cambios no han sido precisamente para luchar contra la corrupción, sino para permitir el ingreso a la misma cueva de las burocracias familiares del “caudillo”, hijos, hermanos y cuñadas, pues se quejaban de que los anteriores no los dejaban actuar a sus anchas. 

Los militares aparecen como bien preparados, pues además de soldados, son ingenieros, médicos, abogados, expertos en comunicaciones y tecnología. Son parte de una nueva casta que diluye esa concepción de los anteriores «juanes», fumadores de mota, lineales y obsecuentes con quien manda. Partícipes en todas las represiones del pasado contra las luchas por la dignidad y las libertades. 

Los elementos de la GN, triunfantes en los actos de cobardía 

Los acontecimientos en la presa “La Boquilla”, en Chihuahua, han desbordado las pasiones dentro de la institución militar. Cuatro o cinco mil bravos campesinos de Delicias, Camargo y Meoqui, después de sufrir la represión de la Guardia Nacional por no dejarse quitar el agua para sus cultivos, los desalojaron de la presa y los corrieron vergonzosamente del lugar de los hechos. Un ejemplo vivo de la desesperación nacional.  

Por toda respuesta, miembros de la Guardia Nacional, armados hasta los dientes, asesinaron a una pareja de ciudadanos chihuahuenses que se habían sumado a las protestas. Los militares sustrajeron el agua al amparo de la noche. El acto de cobardía militar sobrepasa todos los códigos y los protocolos del honor. 

En la lucha frente a frente, los militares habían sido derrotados en toda la línea por los palos y las piedras de los campesinos. En los actos de cobardía salieron triunfantes. La población chihuahuense y la opinión pública nacional está enardecida. Los militares de verdad están francamente avergonzados. 

Chihuahua, el escenario propicio para el fin de las dictaduras 

El Congreso del Estado, integrado por todos los partidos políticos existentes, incluido Morena, en sesión de pleno, sorrajaron contra las acciones ordenadas por el “caudillo” unas lindezas e improperios jamás registrados en este país. Aparte de exigirle la renuncia le llamaron ladrón, traidor y mentiroso. Artero contra los intereses superiores del pueblo. 

En México, el estado de Chihuahua ha sido el escenario propicio para el fin de las dictaduras. Así lo demostró el insurrecto Pascual Orozco cuando, en la batalla de Ciudad Juárez, derrotó a los pelones de Porfirio Díaz y marcó el principio del fin de esa ralea. Los acontecimientos en San Francisco de Conchos, en el asunto de la presa de La Boquilla ¿pueden ser la víspera del trueno? 

Alerta por la desmoralización que se vive en las filas del Ejército 

Es demasiado el aguante de la población a las decisiones insensatas del titular del Ejecutivo. La paciencia ante el enardecimiento vesánico de sus caprichos, su desesperación ante la incapacidad para gobernar, que trata de sustituir sus antropológicas deficiencias y debilidades. Hay que poner orden en la casa. 

‎Porque los acontecimientos de Chihuahua no son el único foco rojo, la única alerta de desmoralización que tiene el Ejército, ya que es bien sabido que los informes de inteligencia del Departamento de Estado de los gabachos no quitan el dedo del renglón… 

… señalando errores e inauditas decisiones del Ejecutivo nacional que pueden pegar en la línea de flotación de la seguridad nacional estadunidense.  

El último de los conocidos es el que recomienda con todas sus letras rescatar a López Obrador, sobrepasado por la crisis que provocó. El que pinta un gobierno ineficaz en lo económico, en el manejo del coronavirus y en la seguridad mexicana. La inestabilidad nuestra es vista como un atentado a la buena vecindad. 

El “caudillo”, sin fuerzas civiles. Por eso usa a sus pelones 

‎Para los estamentos de los coroneles y de la nueva oficialidad del Ejército, muchos de los cuales han pedido adelantada su jubilación por retiro, esto es más que insoportable. Los cursos de disciplina, lealtad y honor recibidos en las academias no alcanzan para cargar con todo ello.  

Es un baldón que no se puede aliviar con los curitas que sólo llenan de dinero a los grandes entorchados. La desmoralización del Ejército es un hecho consumado que seguro no tiene reversa.‎ La lucha contra la corrupción, que al rato que se «descubra» en la banca de desarrollo y en el INE, puede llevar a encargarle ambas comisiones a la soldadesca va a ser la gota que derrame el vaso. 

Por lo visto, el “caudillo” no tiene fuerzas civiles. Todo se circunscribe a echar mano de sus particulares pelones.  

¿No cree usted?