Lamentable que la violencia ahora alcance a niños y adolescentes

Yhadira Paredes, Xalapa, Ver.- Es lamentable que la violencia haya alcanzado a los niños y adolescentes, señaló el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, Juan Beristaín de los Santos, quien hizo un llamado a las autoridades de los niveles estatal y federal para atender la violencia.

Previo a la conferencia de prensa, donde se dio a conocer la Colecta Anual de Cáritas, el sacerdote católico sostuvo que la Iglesia Católica ha insistido en el tema de inseguridad que se vive en el país y el estado.

“No solamente murieron dos niños acólitos enfrente de una iglesia, también está la ola de violencia, lo que pasó en un bar de la ciudad de Querétaro, también un acontecimiento muy lamentable, murieron muchas personas y lo que está pasando en Chiapas y lo que está pasando en Sinaloa».

Aunque dijo que la diócesis de Tuxpan, a través del obispo Roberto Madrigal Gallegos hará el pronunciamiento con relación al homicidio de los dos adolescentes hermanos de 13 y 15 años atacados el sábado por la noche en Entabladero, municipio de El Espinal, en el norte del estado, desde Xalapa, se pidió que se atienda lo urgente.

«El pronunciamiento a las autoridades que siempre se ha dicho, a las autoridades federales, estatales y municipales para que atiendan lo urgente, que son la violencia, la inflación, los empleos, para que haya más empleos y para que tengamos para vivir con dignidad».

Cuestionado en torno a que la violencia ha alcanzado a los niños y adolescentes, dijo que es lamentable, pues antes los hechos violentos se enfocaban en los adultos y quienes estaban metidos en alguna organización delictiva, pero ahora se va a los más jóvenes.

“Es parte de la descomposición social y de las dinámicas familiares que están colapsando, necesitamos unirnos todos, la Iglesia siempre va a llamar a la unidad, no importa las adversidades que tengamos que pasar”.

Finalmente, descartó que este tipo de hechos inhiba la participación de niños y jóvenes en la iglesia, pero llamó a no acostumbrarse a la violencia.