Las mujeres eran sustituidas por amigos del Gobernador en turno en plantillas electorales, recuerda exdiputada
Isabel Ortega/El Demócrata. Graciela Patricia Gómez, exdiputada local y exdiputada federal del PRI, aseguró que en el pasado, cuando no existían reglas electorales, los líderes de partidos políticos negociaban las alcaldías sacrificando a las mujeres.
En su participación en la presentación del Libro “El Camino de la Paridad Legislativa en el Congreso de Veracruz» que da cuenta cómo 154 mujeres diputadas han llegado al Congreso local, explicó que era de risa cómo se integraban los Cabildos, pues siempre se tenía que “sacrificar” a alguien para que los “amigos” del gobernante en turno llegaran a la administración pública.
Comentó como anécdota que a su llegada a la dirección de las mujeres en el PRI pugnó porque se incorporara a una mujer en cada una de las planillas de los integrantes a la alcaldía.
Logró la postulación de Ernestina Gutiérrez Reyes a la alcaldía de Jalacingo, para poder convencer a los ciudadanos a que se votara por ella, se apoyaron en el párroco del municipio que los acompañaba en la campaña.
Explicó que la postulación se dio, debido a que Gutierrez Reyes era la principal promotora de todas las campañas y a pesar de que ganó, el secretario de Gobierno en turnó le pidió notificar que no administraría el municipio, pues se le sacrificó por un acuerdo con el PAN.
En ese sentido, explicó que era común esa práctica, incluso, cuando se repartían las regidurías se quitaban a mujeres por hombres o se aumentaban los espacios de representación para permitir que los varones obtuvieran un espacio de representación.
Fue postulada como diputada local y federal, fue la primera mujer en la legislatura en Veracruz y cuando llegó a la federal solo eran 30 mujeres.
En esa época, dijo, existía una comisión electoral en la que el secretario de gobierno era el presidente y el Congreso se erigía como jurado para calificar las votaciones.
“Y yo creo que les daría hasta risa, y yo ahora que lo veo después de ver los avances, era de risa cómo se decidían las cosas políticamente. Había una planilla en la que estaban ocho personas y venían las famosas negociaciones, en las que los grupos de poder decían: aquí decía Juan Pérez, y vamos a poner una fe de ratas que diga Francisco García”.
En ese sentido, dijo que las mujeres eran las más susceptibles, pues cuando venían las presiones se daban los cambios y desde la Secretaría de Gobierno se le llamaba para hacer las “adecuaciones” a las planillas.
“Y me decían: vamos a borrar a fulano y a mengano, y ahora vamos a poner a fulano y zutano; y cuando no se podía cambiar el nombre, se agregaba otro, y había municipios pequeños con 12 regidores, no había normas, no había reglas”.