Las sorpresas que nos traen las elecciones en América Latina

abril 20, 2021

Los ecos del pasado se mantienen en las elecciones actuales, ya sea repitiendo candidatos o evocando figuras y movimientos que marcaron con su estilo una época entrañable para muchas personas, y anacrónica, para otras, en un mundo como el de hoy.

En Ecuador, Guillermo Lasso, del Movimiento Político Creando Oportunidades (CREO) y del Partido Social Cristiano, dio la sorpresa al superar con cinco puntos porcentuales a su competidor David Arauz, del movimiento Unión por la Esperanza (UNES), quien se encontraba en la delantera en encuestas previas a los comicios. Las sorpresas no sólo se hicieron presentes en la segunda vuelta de esta elección.

En febrero pasado, Guillermo Lasso y Yaku Pérez, del Pachakutik, un movimiento fundamentalmente indígena, se disputaban por muy pocos votos el boleto a la segunda vuelta. La posible llegada de Pérez a la recta final también fue sorpresiva, y para Arauz, una competencia a la izquierda; una evidencia más de que la idea de la izquierda monolítica no tiene actualidad, sino que más bien existen diferentes movimientos con múltiples identidades y causas, y con diferentes interpretaciones de lo que las izquierdas y el progresismo significan en la actualidad.

La victoria de Lasso puede tener diversas lecturas, la más evidente es que la voluntad democrática no optó por el correísmo. Quien resultó ganador se presentó como una opción de la derecha, con un pasado sólido en el sector banquero y empresarial, y con una agenda económica cuyos objetivos se concentran en asegurar y recuperar empleos.

Arauz, por su parte, representaba una opción que se alineaba al progresismo, con una agenda que buscaba recuperar la educación gratuita y la justicia social, así como fortalecer la soberanía. El propio candidato declaró que llegaría la Revolución Ciudadana 2.0, haciendo referencia al movimiento de Correa y el llamado socialismo del siglo XXI.

En Perú, la primera vuelta de las elecciones presidenciales pinta una historia distinta, una de profunda fragmentación y de opciones extremas. La proliferación de partidos políticos ha impedido mayorías en el Legislativo, que terminan incidiendo profundamente en la gobernabilidad. La crisis e incertidumbre que permearon en Perú en los últimos años fue consecuencia de la brecha entre el Ejecutivo y el Legislativo, y se materializó en la figura de la vacancia con los expresidentes Pedro Pablo Kuczynski y Martín Alberto Vizcarra.

En la primera vuelta de este proceso electoral, participaron 17 partidos, y el candidato que más votos tuvo no alcanzó siquiera el 20 por ciento. En esta situación llegan a la segunda vuelta Pedro Castillo, de Perú Libre, con poco más del 19 por ciento de los sufragios, y Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, con alrededor del 13 por ciento.

Desde un punto de vista, la distancia entre ambos no podría ser mayor. Desde otro, el Perú que resultaría de esta competencia electoral sería similar en términos de polarización, e incluso de extremismo.

El fujimorismo está vivo y mantiene enclaves sólidos como Lima. La candidata, además, enfrenta un proceso por delitos como lavado de dinero, y ha prometido perdonar a su padre, el expresidente Alberto Fujimori, quien cumple una sentencia de 25 años en prisión por violación de derechos humanos y corrupción, entre otros. Pedro Castillo, maestro de escuela y líder sindical, representa a un partido que se define como de izquierda marxista con una base de apoyo esencialmente rural: “¡Nunca más un pobre en un país rico!”.

Las propuestas políticas de Castillo son contundentes: un cambio total al modelo económico para establecer “la economía popular con mercados”, una nueva constitución política, la estatización de sectores energéticos y el aumento al presupuesto de agricultura y educación. También defiende posiciones que, comparadas con las de otras izquierdas, parecerían conservadoras en materia social.

Fujimori, por su parte, plantea una agenda centrada en reformas económicas para generar empleos, una reforma tributaria, énfasis en el emprendimiento y eliminación de barreras al mercado, entre otras propuestas. El 6 de junio se decidirá el camino que Perú seguirá, pero en este momento Castillo lidera con hasta el 68 por ciento en el centro y sur del país, mientras que Fujimori logra mayorías en la capital.

Ambos momentos electorales nos demostraron que las encuestas no determinan ganadores. La historia política reciente de Perú también evidencia que ningún resultado electoral sugiere un destino definitivo. La pregunta es: ¿qué hace falta en la región para ir más allá de los partidismos y asegurar gobernabilidad y progreso?

ricardomonreala@yahoo.com.mx  

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