Leo y su historia de amor que venció todos los prejuicios
febrero 14, 2020
Juan David Castilla Arcos. Xalapa. El amor de Leonardo Ruiz Moreno es socialmente inaceptable, casi imposible, pero duradero.
Cuando tenía 16 años, comenzó a sentir que su corazón latía más rápido y que las mariposas se adueñaban de su estómago cuando veía a otro hombre.
Él conoció a Óscar Castillo en redes sociales. Uno de los primos de esa persona especial influyó para que se vieran, platicaran y supieran más acerca de sus vidas.
Después de un mes de noviazgo, decidieron vivir juntos y abandonar a sus padres, sin que supieran sobre su homosexualidad.
“Me salgo de mi casa, él se sale de la suya, en mi casa no sabían nada de que yo era homosexual, mucho menos la de él”.
Ambos comenzaron a ser criticados por sus propios conocidos, sobre todo porque Leonardo era menor de edad y su enamorado le llevaba seis años.
Un año permanecieron alejados de sus familias por temor a ser discriminados, excluidos y rechazados.
Después decidieron acercarse y fueron aceptados con pláticas informativas sobre lo que representa su relación y su amor.
“Se les dio una teoría muy pequeña de cómo vive una persona gay, ya en pareja, porque traían tabúes y esas creencias de que era malo, de que viviríamos en el pecado, que nos iba a ir mal, pero no fue así, me cobijó mi familia, nos fuimos a vivir con mi mamá y estuvimos dos años juntos”.
FAMILIA HOMOPARENTAL
Después la familia de Óscar les regaló una casa para que formaran su familia.
En 2006, se hizo pública su boda simbólica a nivel nacional.
Fue así como los papás de Óscar se enteraron de su unión nupcial.
Pasaron varios años y, hace un sexenio, viajaron a la Ciudad de México para su boda civil, debido a que en Veracruz aún no es legal el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Se trató del primer matrimonio homosexual entre dos veracruzanos.
“Fue la primera boda legal (gay) del estado, en la Ciudad de México”.
Ambos soñaban con ser padres. Investigaron la manera y lo concretaron.
Una de las hermanas de Leonardo prestó su vientre para fecundar el espermatozoide de Óscar, mediante inseminación artificial.
Dicha técnica de reproducción asistida costó miles de pesos a los enamorados.
Ahora, Santiago tiene siete años y es el producto del gran amor entre Leonardo y Óscar.