Los saldos de un bienio bajo el gobierno modito Tepetitán

diciembre 2, 2020

Decíamos ayer, recordando al clásico, que cuando todo se derrumba a lo que está pasando no se le puede llamar crisis, pues ninguna palabra del lenguaje político o académico lo puede catalogar. Las palabras se desgastan, se desacreditan, como nuestra propia confianza y credibilidad, como estamos desgastados ante nosotros, ante nuestra época, ante nuestra generación y nuestro mundo. 

La palabra crisis no alcanza, desgraciadamente, para calificar lo deletéreo, lo abominable de las dimensiones de corrupción, cinismo, sadismo y sevicia contra nuestro pueblo, impunidad, saqueo del patrimonio colectivo y tampoco abarca el ridículo internacional de un puñado de improvisados y peligrosos sociales.  

Se han destrozado los empeños de un Estado que alguna vez pretendió suplir las deficiencias del mercado, aunque quizá nunca se tuvieron las posibilidades de hacerlo. La caterva sigue pensando que sus reglas ocurrentes traerán los beneficios deseados. 

Por otro lado, no tienen la menor idea para combatir la pobreza, el hambre y la marginación, ni programas mínimos siquiera para aparentar que distribuyen el ingreso con mil quinientos pesos mensuales de dádivas, que no ayudas. Sus cabezas son más duras que una piedra de molcajete para moler chile. 

El término crisis es insuficiente, ya casi no quiere decir algo, no significa nada en este país devastado. Lo que hemos vivido en dos años es una tragedia inenarrable en pocas letras, impredecible en sus consecuencias, inimaginable en cualquier régimen, de cualquier naturaleza, de la ideología y de la crueldad que se vista. 

Octavio Oropeza, en Pemex, no genera confianza 

Hasta las rondas de la desafortunada subasta petrolera han sido despreciadas, no por el actual precio circunstancial del barril de aceite, pues todos sabemos que esas inversiones fuertes no se hacen nunca para espacios cortos de tiempo. El nuevo Tratado comercial con los profesionales demócratas lo comprobará.  

El precio de las commodities o materias primas siempre se encuentra sometido al sube y baja de las tensiones internacionales, y eso lo saben mejor que nadie las grandes compañías petroleras. Hoy no participan porque desconfían de la desmedida ambición y codicia de quienes subastan los permisos.  

Una persona que viene de quebrar changarros refresqueros en Tabasco, como Octavio Oropeza, no genera confianza, está al servicio de un solo dedo que desconoce de estos temas. Así como desconoce del cambio climático y de las relaciones laborales en la competitividad. Nunca han trabajado.  

Y porque también las compañías petroleras saben que ya urdieron todos los mecanismos de exacción para que los activos de las empresas, obligadas a cotizar en la Bolsa de Valores local, sólo servirán para que los de siempre manipulen las acciones y chupen sus beneficios con pagarés al portador de los que extienden las concesiones. El fraude imperfecto. 

México endeudado, defraudado y desarmado 

Ninguna compañía que se respete en el mundo, no las que han participado como salvavidas de los prestanombres nativos, bueno, ni las que han explorado y explotado a nuestras espaldas los depósitos petroleros cimeros y de aguas profundas desde hace un siglo por lo menos, confían en los operadores de la Cuarta Decepción.  

Pusieron al frente de las decisiones estratégicas de los negocios del Estado a una pandilla de improvisados que han desmantelado industrias que antes eran el orgullo del nacionalismo mexicano. Hoy somos un pueblo endeudado para las generaciones actuales y futuras, defraudado y desarmado sin cara qué dar al mundo. 

Todas las infamias petroleras y similares, hoy se reflejan en los bolsillos vacíos y volteados al revés del noventa y nueve por ciento de los mexicanos. Se secó la economía, se destruyó la planta productiva de ingresos y empleos. Se sustrajo dinero para obras faraónicas, para empresas quebradas y programitas insensatos y para las campañas del partido en el poder. 

La fuga de capitales, respuesta empresarial 

La procuración e impartición de justicia y el sistema de seguridad pública y nacional está en manos de ignorantes, paniaguados y desleales, por encima de toda información clasificada, no obstante haber pasado con éxito todos los exámenes de los manipulados y ridículos polígrafos manejados a modo. 

La fuga estructural de capitales de inversión, aparte de los golondrinos, es la respuesta de los empresarios que fueron desplazados de los negocios del Estado, incluyendo a Carlos Slim. Los delitos de lesa humanidad han arrojado sobre nuestro país un manto de descrédito y podredumbre. El último, los quinientos mil damnificados en miseria de Tabasco, el edén.  

Es una repuesta a las medidas de quienes se empeñan sólo en favorecer a sus socios y familiares cómplices de siempre, de los que iniciaron un contubernio incalificable y de quienes promueven el prevaricato al que hasta la definición le queda auténticamente chica. 

Narcotráfico, la única economía exitosa 

Los causantes de este desaguisado colectivo saben que el único circulante que corre es el del trasiego de enervantes y el de las remesas de los trabajadores desplazados al extranjero, a punto de ser gravadas por Hacienda, pues forma parte de las tesis de licenciatura de los neoliberales que dicen que se fueron. 

Los narcotraficantes proporcionan empleo, orientan los negocios, convocan y adoctrinan en reuniones secretas y públicas a los que caen en sus manos por desesperación y por hambre. Son los verdaderos dueños de una economía sangrante. Exitosos empresarios transnacionales.  

La economía de los desalmados. La crisis es la evidencia del robo desenfrenado y esquizoide, de la ausencia de mínimos valores en los que gobiernan a la Nación, de la impericia para manejar ya un cataclismo provocado y maquinado con ventaja y premeditación.  

En el basurero los programas gubernamentales 

La agenda de gobiernos responsables, austeros y transparentes, la que revierte hacia los necesitados el flujo necesario para otorgarles servicios de salud,‎ educativos, de capacitación laboral, de vivienda, de alimentación adecuada, de seguridad pública y social, de asistencia, cultura, recreación, deporte y cuidado ambiental, ha sido tirada al caño.  

En esas miras cortas, sólo cabe el aparato gubernamental para planear las próximas elecciones, donde corre el riesgo de ser bateado. Un auténtico pánico se ha apoderado de Palacio Nacional.  

No hay lugar y tiempo para más, que no sea pensar en la reelección y en la ambición de poder, sobre una república menor, sobre ciudadanos abandonados. 

Eso dejan los dos primeros años del caprichato modito Tepetitán. 

¿No cree usted?