Mantener vivo el legado de Piazzolla
Notimex. Ástor Piazolla (1921-1992) fue un vanguardista músico argentino que generó diversos detractores por la manera en la que revolucionó el tango. Una de las personas que atestiguó de cerca su desarrollo artístico fue Laura Escalada Piazolla, su viuda, quien este mes cumplió 44 años de haberlo conocido: el 11 de marzo de 1976 (justo en el cumpleaños 55 del músico), cuando Escalada trabajaba para la los medios de comunicación.
“Te podría hacer un libro acerca de aquel primer encuentro”, inicia la actriz, cantante y reportera. Recuerda que tuvo una infancia siempre cercana con el círculo artístico de su país, “sin embargo, en mi casa no se escuchaba tango; se oía más música clásica, el tango no era música de la familia”.
Fue por su labor artística que conoció a plenitud el género, “luego me enteré, poco a poco, que existía un señor llamado Piazzolla y que debía escucharlo”. Cuenta que después de conocer su música “me volví loca, porque escuché algo fuera de lo común”. Se enamoró de su música, “pero además me enamoré de él; para mí era un genio que estaba a millones de años luz de distancia de mi persona”.
Durante su faceta como reportera le encomendaron la tarea de entrevistarlo en el marco de sus 55 años, “me dijeron que había llegado Piazzolla y debía hacerle una entrevista”. Recuerda que la emoción fue tan grande que perdió el aliento, “sentí que descendía de los olimpos para que yo le hiciera la entrevista”.
Desafortunadamente, “como todo lo que sucede aquí en Argentina”, la tarea le fue reasignada a otra persona, “me quitaron la entrevista para dársela a un compañero hombre, tal vez pensaron que no era buena idea que yo la hiciera”.
Después de la entrevista, “que la hizo muy mal mi compañero, yo la hubiera hecho mucho mejor”, el músico la invitó a un sitio para escucharlo tocar, “pero le dije que iría con mis compañeros, la verdad es que no era una mujer que saliera sola”.
Debido a sus compromisos laborales que la orillaban a despertarse temprano, pasó un mes declinando las posteriores invitaciones de Piazzolla “hasta que un día yo no tenía que trabajar temprano y me invitó a comer, me preguntó si me gustaba el ajo y le dije que con locura…; me invitó a comer una noche y cenamos ajo con pollo, no pollo con ajo…, a partir de ese día no nos dejamos nunca más”.