Mediocridad, distintiva de la 4T

enero 29, 2020

Vivimos ante una gigantesca confabulación de gente sin grandeza ni méritos que ha tomado el poder y está convirtiendo el país en un cochinero, opinan las conciencias lúcidas. El rechazo de la ciudadanía a los políticos es consecuencia directa de la dictadura de los mediocres. No lo digo yo, es el laureado Noam Chomsky.

Convierten a los aplaudidores en héroes de la gleba. Nadie es mejor que ellos, los que vengan tendrán que ajustarse a sus designios y a su estilo. Porque de no hacerlo, sobrevendrá el caos incontenible, la inflación, la devaluación, la fuga de capitales, la caída de la inversión, el infierno para los pobres.

Lo gritan a voz en cuello, aunque ellos, los mediocres, hayan dejado un basurero. El ocaso de los mediocres es el fin de los paniaguados del poder. El infierno de todos tan temido. La pesadilla del ostracismo o la cárcel que los amenaza por igual. Es la dignidad ofendida hecha justicia a lo que temen.

Sí fallan sus pronósticos se acaba el mundo. Así son de predecibles. Lo que es un hecho es lo que estamos observando en el ancho mundo.

Los mediocres se han unido y organizado tomando el poder

Cada día que pasa es más acogida la percepción entre los estudiosos del siglo que la gran revolución en las conciencias no arrojó el éxito en la democracia. Ni la expansión del socialismo, ni la nueva revolución industrial, ni el avance científico tecnológico, y para colmo, ni el triunfo del Estado de Bienestar.

Nada de eso. Fue la irrupción de los mediocres en los gobiernos. Los mediocres se han unido y organizado tomando el poder y convirtiéndose en la clase dominante que impone su ley a contrapelo. El fin de los partidos políticos es disfrutar sus privilegios. La inteligencia y la honestidad han sido desalojadas de palacios y ministerios.

Ahora, en los centros de poder imperan la mediocridad, la vulgaridad, la soberbia, el egoísmo, la mentira, la demagogia y el odio de clases.

Desde que los mediocres nos dominan, los grandes hombres y mujeres no son admitidos en el poder, porque su simple presencia ridiculizaría a las bandadas, a las catervas de mediocres y torpes que nos dominan. Como lo decía Erasmo de Rotterdam, la mediocridad es la gran herejía de nuestra época.

Los morenistas se han dado a sí mismos el Golpe de Estado

Gracias a los mediocres, vestidos de augures del futuro, la sociedad mexicana ha perdido toda esperanza en la aplicación de la ley, en la procuración de justicia y en los textos legislativos, muy bien redactados en blanco y negro, pero relegados por un sistema injusto de soberbios e ignorantes.

Sí alguien se ha atrevido a hablar de complots y de golpes de Estado para derrocar al morenismo rampante, nadie mejor que ellos para encabezarlo. Es una contradicción absoluta que un sistemita que intenta prevalecer se haya destruido ya desde la base por los mismos que se desgarran las vestiduras al sólo mencionar el fin de sus tiempos.

Ellos son los que se han dado el tan temido Golpe de Estado. Porque éste es una consecuencia del golpe de gobierno que han asestado en plena cara de la sociedad indignada, al tomar decisiones desquiciadas, apoyadas por un régimen de justicia demolido.

En sólo año y medio se han pasado por el arco del triunfo todas las leyes habidas y archivadas que deberían castigar el narcotráfico, los atracos a la alimentación y a la salud popular, las violaciones a los términos de las concesiones públicas.

Lo peor es que los morenistas no sólo han destruido las bases de la convivencia, sino toda posibilidad de crecimiento económico, credibilidad internacional y respeto a este país

Dígame usted: ¿qué ciudadano común, qué inversionista local o extranjero va a depositar sus bienes y sus expectativas de desarrollo en un país como el nuestro, invadido y vejado por tamañas amenazas? Prevaricatos, venganzas, disposiciones injustas campean a lo largo y ancho de un gobierno que le ha declarado la guerra a la ciencia, a la alimentación, a la cultura y a la sociedad diferente.

Ausencia de sensatez, humildad y visión de corto y largo plazo

‎El precio de no haber actuado con cordura es inconmensurable y difícil de remediar. En año y medio se destruyó la economía, la convivencia pacífica, entre la población y la capacidad de defensa soberana. México tendrá que pagar las consecuencias durante largas décadas, si bien nos va. Vamos en un túnel sin fondo.

Ahora si se quiere sobrevivir al aquelarre tendremos que cambiar de régimen, estilo de gobierno y diseño para la tormenta y para el futuro inmediato. Las facturas sobre todos los temas rebasan a un estado reducido, acojonado y de rodillas.

Todo esto que pasa hoy pudo haberse evitado con sensatez, humildad y visión de corto, mediano y largo plazo. Intuyendo el daño que se hacía a la Nación, antes que privilegiar las ínfulas personales de un tiranuelo.

Ahora es tarde. Hay datos duros, pendientes quebradas muy difíciles de solucionar con voluntarismos necios y primarios, que esconden la ambición de perpetuarse en el poder. Es un barco a la deriva, empeñado en pensamientos lineales, ignorancia del entorno y falta absoluta de perspectiva.

Huella profunda dejan a su paso por el gobierno los mediocres

Y usted debe que cuando no se tiene lógica, intuición y formación, no se tiene nada. El político visceral tiene menos.

Esa es, desgraciadamente, la profundidad de la huella que dejaron a su paso los mediocres.

Ese es el tamaño de la indignidad mexicana.

¿No cree usted?