Michelle Bolsonaro pieza importante en la agenda presidencial
Se perfila a un sitio de privilegio junto a su polémico esposo
enero 8, 2019
Brasilia. Michelle Bolsonaro, la nueva primera dama de Brasil, se perfila a un sitio de privilegio junto a su polémico esposo Jair Bolsonaro, en el logro de la agenda del mandatario, de la cual ella es apegada seguidora.
De 38 años de edad, Michelle de Paula Firmó Reinaldo nació en Ceilândia, ciudad en las afueras de Brasilia, en el seno de una familia humilde en la cual fue la primera de tres hermanos. Logró su independencia económica pronto gracias a su trabajo como vendedora en un supermercado.
Pronto también emprendió pequeños servicios en una empresa de animación de fiestas infantiles, hasta que a los 27 años alcanzó un puesto en el Congreso como secretaria.
Fue ahí donde conoció en 2007 al entonces diputado Jair Bolsonaro, 25 años mayor que ella, quien después se convirtió en su esposo, mientras ella es la tercera del entonces legislador.
La polémica comenzó desde esta etapa, poco después de salir juntos, el exmilitar Bolsonaro le dio trabajo como asesora de su partido Social Liberal en el Congreso. La polémica inició pues la justicia acusó al político de nepotismo luego de conocerse que el sueldo de su esposa había sido triplicado.
Ese hecho la obligó a apartarse de la administración pública.
Su membresía en la iglesia evangélica ha sido importante para su esposo el ahora mandatario, pues a pesar de que es católico, lo ha introducido con evangélicos influyentes en temas de su agenda ideológica y política a fin de impulsarlos, como sus posiciones antiaborto y contra el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Esa posición se extiende hacia la educación de su primera hija, Leticia, de 16 años, de una relación anterior, y de Laura, de ocho años, hija de su matrimonio con Bolsonaro, quien por su parte tiene otros cuatro hijos varones de sus dos matrimonios anteriores.
Orgulloso de su descendencia masculina, el mandatario llegó a decir que su pequeña fue fruto de un “descuido” suyo.
Michelle realiza trabajos voluntarios en la iglesia, principalmente educativos para la comunidad sorda, con la que suele tener más proximidad en los cultos de domingo en la Iglesia Bautista Actitud, al oeste de Río Janeiro, a la que asiste dos veces por semana.
La nueva primera dama, motivada por su madrastra, aprendió el lenguaje de señas como medio de comunicación y al que dio relevancia durante la campaña electoral de Bolsonaro . Además, involucró en forma directa en labores para la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad.
Las fuertes convicciones religiosas de Michelle, pese a mantenerse siempre en un discreto segundo plano luego de su boda evangélica en 2013 con el católico Bolsonaro, en una iglesia evangélica, han tenido una significativa influencia en su marido.
En ese contexto debe verse el lenguaje de señas, mediante el cual mandó un mensaje el día de la toma de posesión retomando acciones similares aplicadas en los principales discursos de la campaña presidencial de su esposo.
En ese mensaje rindió homenaje al sector poblacional carente del sentido del oído, para el cual realiza trabajo voluntario.
Agradeció a todos los que se mostraron solidarios y apoyaron a su marido durante su hospitalización por el atentado que sufrió el año pasado en un acto de campaña.
Antes de terminar su discurso, Michelle agradeció a su «querido esposo» y le dio un beso, una acción que aplaudieron los asistentes y que inmediatamente acaparó los espacios noticiosos.
«Estamos todos en el mismo lado. Juntos alcanzaremos un Brasil con educación y libertad para todos», aseguró.
Tras su matrimonio con Bolsonaro, Michelle dejó su humilde hogar en las afueras de Brasilia para mudarse con su marido a un barrio privilegiado en Río de Janeiro, donde dio impulso a su trabajo voluntario en la iglesia Batista Atitude traduciendo los cultos evangélicos para los fieles sordomudos.
Michelle ha sido definida, tanto por el pastor evangélico Silas Malafaia, quien casó a la pareja, como por el círculo cercano a la familia de su esposo, como una mujer “simple y recatada, pero también sensible, fuerte y de pulso firme al tratarse de la educación de sus hijas”.
Aunque discreta y dispuesta a mantenerse en un segundo plano, Michelle demostró el pasado martes 1 de enero que es capaz de sorprender, y ya dejó saber que buscará participar en el “mayor número posible de programas sociales”.
Por ahora es una incógnita el lugar de la primera dama en el gobierno. Mientras, la prensa brasileña e internacional espera saber como manejará Michelle las redes sociales, el medio que prefiere su marido para comunicarse con sus adeptos.