Omar González Álvarez, caso único en las percusiones de México
Redacción. UV. Omar González Álvarez, forjado artísticamente en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV), es uno de los casos más asombrosos en el universo del percusionismo nacional.
Cuando cursaba el séptimo semestre del ciclo profesional bajo la guía del académico Rodrigo Álvarez, timbalista en la Orquesta Sinfónica de Xalapa, en 2011, decidió aplicar a la convocatoria de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), con sede en el Teatro Degollado de Guadalajara, para ocupar la plaza de timbalista principal, ante la retirada del titular del puesto.
Omar acudió, concursó y el jurado le adjudicó el puesto cuando contaba con apenas 23 años de edad, lo cual le convirtió no sólo en uno de los integrantes más jóvenes de la OFJ, también en el principal de sección de menor edad y mexicano, en un organismo en que la totalidad de los cabezas de sección son extranjeros.
En entrevista para Universo a través de la plataforma Zoom, Omar comentó: “Mis maestros me alentaron a asistir porque concursos de esa naturaleza no son frecuentes y mucho menos con un organismo de tanta importancia. Afortunadamente gané el puesto entre más de 30 aspirantes y no faltaron en la OFJ quienes miraban con desconfianza mi arribo. Me suponían demasiado inexperto para ser jefe de la sección de percusiones, pero pronto les demostré que conozco todo el contexto y el adecuado manejo de la fila que aprendí cuando fui timbalista titular en la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de Veracruz”.
Nacido en la Ciudad de México, aunque avecindado desde pequeño en Orizaba, Veracruz, Omar González tenía 15 años de edad cuando decidió viajar a Xalapa para inscribirse en la UV y sumarse a las cátedras de Carlos René Pérez Casas y Rodrigo Álvarez Rangel. Más adelante, cuando decidió que los timbales serían su instrumento, buscó la asesoría de Alvin Krueger (integrante por más de tres décadas en la OSX), quien, ante sus habilidades y talento, no tuvo inconveniente en tomarlo como alumno particular, ya que no fue parte del cuerpo académico de la Facultad de Música.
“Alvin jamás me cobró un peso por clase y es a él a quien debo la consolidación de mi estilo sobre los parches, la adecuada aplicación de mis habilidades”, comentó con evidente admiración a su maestro.
Krueger, norteamericano originario de Cleveland, forjado bajo la férula del emblemático Cloyd Duff (percusionista en la Cleveland Orchestra y generador de un estilo de sorprendente eficiencia), estableció en Xalapa su escuela que exige la formación de los timbales en sentido inverso al tradicional: el timbal de 32 pulgadas –grave– hacia la derecha del ejecutante, mientras que los menores deben alinearse en fila descendente hacia la izquierda.
“Eso me preocupaba mucho porque es una formación común en Europa, aunque no en México”, rememoró González Álvarez. “Alvin nos ha enseñado que nada debe dejarse a la suerte y que desde el inicio debía exponer claramente a los técnicos de foro de la OFJ mi manera de tocar. Por fortuna, lo entendieron perfectamente”.
Respecto a sus mentores, hizo un análisis interesante: “Los maestros de percusiones son por naturaleza analistas desde un ángulo filosófico. Para Jesús Reyes López, los instrumentos son capaces de lograr con los sonidos lo que un prisma de cristal con el haz de luz: desarticularlo y separar los colores básicos que lo componen. De la misma forma, cada frase procedente de Alvin es un concepto cargado de sabiduría respaldada por el conocimiento adquirido a lo largo de experiencias de muchos años.
”El razonamiento de ellos tiende a ser analista y observador, aunque también con fuerte dosis de sentido práctico. Son poseedores de una orientación logística que es bueno observar detenidamente. Sumado a ello, la habilidad organizadora no la hacen a un lado y deben saber cómo mantener organizada y controlada su sección, el buen cuidado sobre los instrumentos. Todo eso es importante cuando de satisfacer las inquietudes del público con arte se trata.”
Al preguntarle si está contento en Guadalajara, respondió: “Es una ciudad que me ha recibido bien y me trata de forma excelente. No dejo de enorgullecerme de mis orígenes artísticos veracruzanos y de la formación que la UV me dio, pero también traigo bien puesta la camiseta de mi orquesta y eso es parte de una actitud indeleble. Trabajo para una de las mejores organizaciones en el panorama nacional, con un director mexicano de gran iniciativa y energía como Jesús Medina. Sus programas siempre han sido ambiciosos, con enorme sentido del desafío que representa cada una de las partituras que propone. Con él no hay audición sencilla ni jornada fácil. Me gusta el poderío que proyecta, la claridad de su batuta y la facilidad con que nos permite cazar las anacrusas e indicaciones. Siempre consigue que cada jornada sea de lo más interesante para mantenernos activos”.
Al analizar los propios logros, Omar no piensa demasiado en la comodidad laboral que representa su basificación en la OFJ. “Siempre estoy abierto para el crecimiento, para el acopio de experiencias. Mantengo comunicación con mis maestros de Xalapa, con Alvin principalmente; he tomado cursos con timbalistas importantes como el de la Orquesta de la Radio de Francia y de la Oregon Symphony. Me declaro en la eterna búsqueda del redescubrimiento y la manera de mejorar mi técnica. Trato de mantenerme ocupado en la impartición de clases maestras, porque la reclusión a causa de la emergencia sanitaria nos abrió la posibilidad de interactuar en línea de forma fructífera. No me apoyo en el bienestar laboral porque un músico debe mantener la mente siempre abierta a la educación continua. Ciertamente, el documento que acredita la licenciatura es importante y no pierdo de vista ello”.
La OFJ, un organismo de enorme tradición
Una añeja tradición respalda el periplo histórico de la OFJ. Sus simpatizantes aseguran que cuenta con una antigüedad de más de un siglo (celebrado en 2015) y su fundación se dio por iniciativa del compositor y director mexicano José Rolón. La denominación inicial fue Orquesta Sinfónica de Guadalajara, desde su origen, y 1924 operó bajo los auspicios de un sector privado y algunas aportaciones de procedencia gubernamental.
Cuando el apoyo oficial fue suspendido vinieron las inevitables épocas de dificultad financiera y hubo de esperar hasta 1950, cuando la asociación civil Conciertos Guadalajara se hiciera cargo del control de la orquesta, se obtuvo subsidio del Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco y llegaron directores de gran renombre como Abel Eisenberg, Kenneth Klein y Eduardo Mata. Este último fue nombrado titular en 1965, cuando era un joven con menos de 25 años de edad. Previamente, en 1960, la Sinfónica de Guadalajara había concretado un hecho histórico: el primer discográfico de la suite La noche de los mayas de Silvestre Revueltas, bajo la dirección de José Ives Limantour, uno de los artistas más ligados al historial de la OSX.
En 1988 se modificó la denominación a Orquesta Filarmónica de Jalisco y en esta nueva etapa sus directores han sido Manuel de Elías, José Guadalupe Flores, Guillermo Salvador, Luis Herrera de la Fuente, Héctor Guzmán, Alondra de la Parra, Marco Parisotto y el regiomontano Jesús Medina, nombrado en 2019. En 2016 fue pieza elemental en el Concurso Operalia que promueve el tenor Plácido Domingo y en ese mismo año incursionó por vez primera en el Festival Internacional Cervantino.
Actualmente la OFJ funciona con apoyo del gobierno estatal, es una de las más reconocidas agrupaciones musicales en México y en julio de 2019 fue designada por la Sociedad Mahler de México como “la mejor orquesta del país”.
Sus giras internacionales se han dado hacia importantes centros musicales de Corea del Sur, Berlín, Múnich, Essen y Viena, así como en Estados Unidos (Los Ángeles y San Francisco). Sus grabaciones son distribuidas por las firmas Sony Classical y Universal.