Presentan exposición sobre todos los descubrimientos que se han tenido de Teotihuacán
Redacción Xalapa.- La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Museo Nacional de Antropología (MNA), presentó la exposición «Teotihuacán. Proyecto 1962-2022. Sesenta años», la cual relata las investigaciones en esta zona arqueológica.
En conmemoración del 60 aniversario de esta iniciativa sin precedentes, mediante mamparas con fotografías históricas y piezas de cerámica, se recupera particularmente la exhaustiva labor realizada por especialistas, trabajadores, servidores públicos e instituciones, en cuatro años ininterrumpidos, de 1960 a 1964, los descubrimientos arqueológicos.
Las y los protagonistas de esa historia tuvieron que trabajar contra la adversidad, pues tierra y vegetación cubrían casi todos los vestigios de la “Ciudad de los dioses”, aunque vestigios con restos de pintura mural podían verse fuera de los linderos.
En 1959, Jorge Acosta e Ignacio Bernal elaboraron un plan de trabajo para explorar y reconstruir la zona arqueológica, en una escala jamás soñada hasta esa fecha en México. La primera temporada de trabajos exploratorios comenzó el 11 de enero de 1960, enfocándose en la Plaza de la Luna. Después siguieron otras temporadas de campo, encaminadas a consolidar los edificios alineados a ambos lados de la Calzada de los Muertos.
A mediados de la tercera temporada se informó a las autoridades del INAH que el entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos, a través de la Secretaría de Hacienda, había aprobado una partida de 17 millones de pesos, cantidad inusitada para explorar un tramo de dos kilómetros de la parte ceremonial de la urbe: desde la Pirámide de la Luna hasta La Ciudadela.
Así, el 24 de septiembre de 1962 inició el Proyecto Teotihuacán. El área de exploración intensiva se dividió en 11 secciones. Cada una quedó al frente de un arqueólogo responsable, auxiliado por jóvenes estudiantes. Las primeras temporadas de trabajo pusieron a prueba los métodos de campo y permitieron visualizar la intervención del sitio a gran escala.
El laboratorio de fotografía quedó bajo la responsabilidad de Rodrigo Moya y Juan Monterrubio, mientras que Manuel Gaytán y Tomás Zurián figuraron como jefes de la docena de restauradores que atendieron la conservación de las pinturas murales, entre otros muchos bienes muebles.
Los elementos arquitectónicos y artísticos fueron dibujados por ingenieros y arquitectos, como Alfonso Rangel Ruiz, Leobardo de la Luz, Abel Mendoza Trejo, Rodolfo Castro Hernández y Germán Bosques, así como por los artistas Octavio Ochoa y Guillermina Dulché, bajo la dirección del experimentado dibujante Abel Mendoza Hernández.
Los colosales trabajos, los cuales implicaron la exploración y restauración de las fachadas de 48 edificios –distribuidos sobre un tramo lineal que abarcó 1,000 metros, desde la Pirámide la Luna hasta el Grupo Viking– fueron formalmente entregados por el INAH.