Reforma fiscal, ¿para exprimirnos o sólo asustarnos?
febrero 7, 2020
La reforma fiscal es el nuevo espantajo de Palacio para todos los habitantes del reino. Pero, como ya se va haciendo costumbre: malas noticias para el Caudillo. Si se respeta el espíritu constitucional, tan violentado por la Cuatroté, la Cámara de Diputados debe ser la cámara de origen de cualquier iniciativa tributaria o de gasto público. Y ahí, los chicharrones de Morena ya no truenan como antes. El pastor de esa borregada, Mario Delgado, ha abandonado su papel para dedicarse a buscar la elección como dirigente nacional de Morena.
Las votaciones ya no le alcanzan ni para alcanzar la mitad más uno, como ha quedado suficientemente demostrado. A pesar de una sobre representación de más de treinta diputados, los padres conscriptos también están desencantados con su Paladín. Muchísimos diputados que no son de tómbola, tanda o capricho, piensan que las decisiones y los estados de humor del que manda sin gobernar nos están llevando a la ruina.
Piensan que si siguen haciendo como zombis lo que se decide en las alturas, el panorama electoral del 2021 puede pintar color de hormiga. Que el consenso popular de los votantes se ha perdido. Y que para llamarle a las cosas por su nombre, en sólo año y medio del poder absoluto el llamado país de la Cuarta Transformación ya no tiene viabilidad política, económica o social.
No hay un quinto de inversión para el empleo formal. No habrá recaudación
Han comprobado que sin inversión pública, privada o extranjera esto ya no funciona. Ni como experimento de la venezualización, ni como plan piloto boliviano. El prestigio internacional de México anda por los suelos y arrastrando la cobija. En el mundo nos juzgan como paleros y palafreneros de la reelección del infausto Donald Trump, y aquí piensan que esa medida pudiera beneficiar los planes reeleccionistas del Caudillo.
Han visto que no hay un quinto de inversión para el empleo formal, por lo tanto no hay recaudación, ni distribución sensata del ingreso, que no sea ese engaño de derrochar el presupuesto para apoyar programas fantasiosos y fallidos, que sólo apuntan para formar gardes de corps filo fascistas al servicio de un aprendiz de dictador. Lo del Zócalo contra Sicilia y Le Barón colmó el plato.
La que tiene dinero líquido y en efectivo es Claudia Sheinbaum. Es la ganona
Y ahí, los legisladores pensantes de Morena no están dispuestos a cargar con ese tipo de fantoches. Mientras el Caudillo sopesa a cuantos puede dedear o convencer con promesas de ascenso, juega con los tiempos y se hace pato –o ganso– esperando que sus fuerzas vivas le exijan una reforma fiscal regresiva y revanchista.
Ya se chuparon los fondos de estabilización para las desgracias, ya buscaron por donde andan las maletas y no hay. La única ganona, la que tiene dinero líquido y en efectivo es Claudia Sheinbaum, la favorita, pero eso es producto de los ingresos autogenerados, libres de fiscalización y de rendimiento de cuentas.
Y obviamente, ésa será la palanca en la que se apoyará el Paladín para promover a los candidatos de Morena o de sus partidos chiquitos para integrar mayoría en la nueva legislatura. Pero más malas noticias: ese dinero sólo alcanza para ganar diputaciones y menos de las 16 delegaciones de la Ciudad de México.
Pero de ahí a pensar que las Cámaras le aprobarán una reforma fiscal regresiva, porque la señora Raquel Buenrostro se va a ir contra los cautivos y los que tengan algo para invertir en empleos, de eso nada. Atenta contra la estabilidad y la seguridad, atenta también contra los votos en favor de Morena o de Palacio.
No se puede seguir destruyendo al país con pensamientos mesiánicos
Los legisladores se preguntan: ¿para qué una reforma fiscal? ¿Para apoyar más ocurrencias que nos llevan al desfiladero? ¿Para seguir apapachando a los delincuentes organizados? ¿Para derrochar nuestro dinero en programas fútiles e insensatos?
¿No fue ya demasiado para comprobar que la resequedad económica, la amenaza de devaluación y hambruna popular, el aumento de precios en los productos de consumo general, las malas decisiones que nos están poniendo en un predicamento de cuarta pregunta, todavía no son suficientes para calificar un gobiernito fallido?
Hay que poner un hasta aquí a todos los delirios de aprendices de brujos. No se puede seguir destruyendo al país con pensamientos mesiánicos, con actitudes dictatoriales, con poses de iluminados, que sólo revelan ignorancia e incapacidad supina para gobernar.
Adiós a los ninis, al presupuesto para la dirigencia de Morena, a los arbolitos jamás sembrados y a todas las ocurrencias de decenas de miles de millones de pesos que están asfixiando a este país. No hay ya desde ahora dinero para nada y para nadie. Se los chupo la bruja.
Y lo peor: no habrá la recaudación suficiente para completar el gasto presupuestado para este año, como usted y yo lo habíamos comentado. Hay un déficit ya calculado de más de un billón de pesos para completarlo. Con todo y haberles echado el guante a todos los fondos previstos, hasta a los del neoliberalismo.
El Caudillo sigue delirando, aunque nos siga llevando entre las patas a todos
En cualquier grupo de autoayuda como neuróticos, alcohólicos, drogadictos compulsivos o enfermos mentales que se reconozcan ingobernables, todos coincidirían en un remedio efectivo, que también todos piensan que el Caudillo jamás tomará en cuenta:
Reconciliarse con su enfermizo revanchismo, olvidar sus obsesiones de reelección y trazar de una vez por todas las líneas expresas de certidumbre para el país y los empresarios. Pero lástima, éstos son los enemigos públicos, los fifís, los neoliberales, los conservadores, los gañanes aprovechados de este pobre territorio.
Preferirá vivir su delirio empecinado, aunque se siga llevando entre las patas a todos, incluyendo fifís y pobres en extrema necesidad. Así lo dicta el decálogo de la tristeza. El relicario de la necedad. El artilugio ideológico de los mediocres, que nadie se explica de dónde salieron.
¿Será AMLO “el extraño enemigo” al que se refiere el Himno Nacional?
Nada de reforma fiscal.
Sólo se trata de espantar con el petate del muerto.
Un muerto afectado de una mezcla paranoide de sujeto bipolar, abandonado, con ínfulas de grandeza.
¿Será “el extraño enemigo” al que se refiere el Himno Nacional?
Toca al pueblo calificarlo.
Pero creo que hasta el pueblo ya está cansado de tantas inverecundias e insultos mañaneros.
¿No cree usted?