Régimen cubano acude a Comités de Defensa de la Revolución
La Habana. El ex espía Gerardo Hernández Nordelo acaba de recibir su primera prueba de fuego como coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Le dieron la encomienda de penetrar en las interioridades del barrio de la Guinera tras el estallido social —uno más— que tuvo lugar en esa localidad del habanero municipio de Arroyo Naranjo.
En verdad se trata de uno de los barrios con mayor pobreza y marginalidad en la capital del país, donde la cacareada política social de la que tanto se enorgullecen las autoridades muy poco ha podido hacer para mejorar las condiciones de vida de la población.
Y al ex espía no se le ocurrió otra cosa que organizar un denominado Destacamento Popular de Vigilancia Revolucionaria, con el evidente propósito de reprimir la más mínima manifestación de protesta que realicen los habitantes de la Guinera. En vez de tratar de combatir las causas —o al menos algunas de ellas— que dieron lugar a las protestas, el castro-canelismo se encamina a actuar contra las consecuencias de las malas condiciones de vida que soportan esos ciudadanos.
De acuerdo con CUBANET, en medio de esa vorágine resalta una verdad que los gobernantes no pueden ocultar: la llamada “vigilancia revolucionaria”, calificada como la actividad más importante de los CDR desde su fundación en 1960, ya no funciona. Porque, ¿qué necesidad habría de crear una estructura especial de vigilancia si funcionase la tarea principal que dio vida a la organización cederista?
Evidentemente, ya hasta la propia maquinaria del poder sabe que en las cuadras y barrios apenas funcionan los CDR. Además de la no realización de las guardias, no se recogen materias primas, no se llevan a cabo las reuniones con sus miembros, y casi no se encuentra a nadie que done voluntariamente su sangre. Claro, eso sí, ellos se las arreglan para cobrar la cotización mensual de los cederistas, y así poder mantener las instancias superiores (municipales, provinciales y nacional) de esa represiva organización.
Entonces la inoperancia de los CDR en la base hace que su Dirección Nacional ejecute acciones a nivel nacional con tal de justificar su existencia. En ese sentido recordamos la faena del antecesor de Gerardo en la jefatura de los CDR, Carlos Rafael Miranda, quien recorrió el país de Oriente a Occidente creando unos Destacamentos Juveniles que pretendían incorporar a la juventud a las tareas de la organización.
Bueno, ¿y qué hicieron los integrantes de esos Destacamentos durante las actuales protestas populares que tuvieron lugar en varias ciudades del país? Pues nada se ha informado de que hayan tenido protagonismo en la represión de los manifestantes.
Por el contrario, fueron muchos los jóvenes que se unieron a las personas que reclamaban libertad política, una real apertura económica y un mejor manejo de la pandemia del coronavirus por parte de las autoridades. Tan así es que en la propia prensa oficialista se han alzado voces cuestionando la efectividad del trabajo político-ideológico con la juventud, y que incluso el Ministerio de Educación Superior esté al tanto de los procesos penales que se siguen contra los estudiantes universitarios que participaron en las protestas.
Aunque en este caso no hay razón para ser muy optimista. Es casi seguro que apliquen esa máxima que incluye a las universidades cubanas entre las más excluyentes del mundo: “La universidad es solo para los revolucionarios”.
Mas, al final, la misma desidia que volvió inoperantes a los Destacamentos Juveniles del defenestrado Carlos Rafael Miranda, estamos seguros que provocará la inercia de los Destacamentos de Vigilancia Popular Revolucionaria de Gerardo Hernández Nordelo. El problema, incluso, va más allá de la obsolescencia de los CDR. Es el sistema político que no da más