Siguen sin aterrizar las transformaciones prometidas
Yhadira Paredes/Xalapa.- El vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes afirmó que a 100 años de la llegada de San Rafael Guizar Valencia a Veracruz, la entidad sigue sumida en una gran deuda social, donde las transformaciones que se prometieron no se ven todavía.
En el comunicado de este domingo, el sacerdote católico señaló que la entidad se sigue endeudando económicamente, pero también los grandes problemas que sufre la gente no encuentran una ruta de salida.
La población es golpeada continuamente por la violencia, los secuestros, las extorsiones, la pobreza, la falta de servicios de calidad en materia de salud y de educación, a pesar de ser un estado rico en recursos naturales, gastronomía, se tienen malos servicios, pésima infraestructura carretera y no hay perciben inversiones o grandes proyectos.
«Sólo se anuncian transformaciones, pero no se ve en concreto cómo se llegará a ellas. Los vicios que se criticaban del pasado, aun no se han erradicado”.
La Iglesia espera que las cosas cambien y pronto mejoren las condiciones para todos, para que nuestro estado sea un lugar de oportunidades.
Finalmente, en el documentó recordó que el pasado 4 de enero de 2020, se cumplieron 100 años del arribo al puerto de Veracruz de San Rafael Guízar Valencia, procedente de la Habana, Cuba, en el buque la Esperanza.
En el trayecto que haría de Cuba a Veracruz, coincidió que San Rafael Guízar Valencia se transportara en el buque “la esperanza” al puerto de Veracruz” y mientras el nuevo obispo se dirigía a Veracruz, fue informado del terremoto con epicentro en Quimixtlan, Puebla, pero afectó la zona centro del Estado.
San Rafael Guízar no se puso a lamentar la situación, sino que encabezó un ejército de caridad para hacer frente a la desgracia, comenzó a distinguirse como el obispo de los pobres y el gigante de la caridad, llevando a todos los lugares afectados por el sismo, el consuelo espiritual y material, asegurándoles que en la oración, también encontrarían el consuelo esperado.