Sobrevivir del “tarjetazo”
mayo 26, 2023
Con el alarmante aumento que han sufrido los precios ya es una imprudencia pedirle a alguien que no use su tarjeta para comprar o completar despensa, pues resulta incuestionable que el costo de la vida nos rebasó.
Es un hecho, la inflación afectó a los que menos tienen, y los aumentos en las tasas de interés van a ser pagadas por quienes ya no pueden pagar más; personas en situación de deuda que dejaron de ser totaleros y ahora pagarán por aplazar la agonía.
Tan solo al mes de octubre del año 2022 con cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) el número tarjetas de crédito circulantes superaba los 30 millones 536 mil 755 estableciendo un máximo desde la existencia de registros en la Comisión.
Pero el dato no fue definitivo pues para enero de este año ya casi le llegamos a los 32 millones de tarjetas en uso, según reporta el organismo regulador, lo que aumenta desde luego a la par de la moratoria y de la cartera vencida.
Para darnos mejor idea tan solo al año pasado las familias mexicanas usamos el plástico para acumular un total de compras por un billón 394 mil 726 millones de pesos, deuda que de por sí ya representaba un aumento de lo gastado en el 2021 según lo informó la Condusef.
El uso principal que hemos venido dando a las tarjetas de crédito desde la pandemia y sus consecuencias ha sido la compra de básicos y gasolina, y no las promociones a meses sin intereses en departamentales como intentan justificar quienes acusan a los dueños de plásticos de compradores compulsivos o inconscientes que ven venir la tempestad y no se ponen de rodillas.
Esto no puede ser un mejor indicador de la pérdida de nuestro poder adquisitivo, con lo que se gana ya no alcanza para vivir en las condiciones en que se vivió hasta el 2018, fecha en la que ya nos quejábamos de no estar bien.
Es preocupante que no se vislumbre una recuperación en el corto plazo de nuestra economía, y de ahí la importancia de comenzar a mostrar con datos en la mano, el por qué continuarán en aumento las deudas; así como reflexionar de manera anticipada hacia dos medidas que bien servirían para ayudarnos en momentos de crisis.
La primera tener claro que los bancos están pasando sus facturas a los clientes, las pérdidas son pagadas por nosotros los usuarios y ellos han salido ganadores con un desproporcionado aumento en sus ganancias a consecuencia del alza de tasas de interés.
No sería acaso justo que se les obligara a proporcionar esquemas de apoyo a quienes ya no pueden pagar, conforme a su historial crediticio, garantías de sus créditos, prórrogas o mejoras en las condiciones originalmente otorgadas; es decir “reestructuras al revés” de como se usan hoy, con beneficios compartidos a los clientes y que no sean los bancos los únicos que ganen.
Acaso no resulta alevoso que hasta el momento el aumento en las tasas de referencia haya servido para encarecer el crédito, cuando no tenemos de otra mas que recurrir al crédito; pero sin conceder ningún beneficio a los clientes.
Por lo menos no he escuchado o sabido de algún emplazamiento al gremio por parte de los organismos reguladores, que son los que obtienen y conocen las cifras que aquí se muestran para buscar mecanismos salvavidas de ayuda a quienes ya se ‘atoraron’ con la deuda.
Otra, tampoco se ve justo que en medio de esta crisis de liquidez e incertidumbre económica sigan sin tomarse medidas urgentes como la reducción de comisiones, o dar mayor claridad en las condiciones de contratación de los créditos, por ejemplo; cuántas veces nos enteramos hasta que ya no podemos pagar el costo total que tuvo nuestro crédito, porque no nos dieron copia del contrato, o porque las condiciones de contratación no fueron las mismas al momento del ofrecimiento inicial.
La publicidad engañosa, los errores en los estados de cuenta y la negativa a proporcionar información a la que tenemos derecho son apenas parte de las irregularidades con las que se conducen los otorgantes de crédito y así lo ha reconocido la propia Condusef en su evaluación presentada en la segunda quincena del mes de febrero de este año.
Si esas evaluaciones están demostrando la tremenda ventaja con la que se conducen los bancos a los que recurrimos porque no hay de otra, correcto sería no dejarnos a merced de ellos.
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