Sólo el modelo agroindustrial garantiza la soberanía y seguridad alimentaria: CNA
Redacción/El Demócrata. La Industria de Protección de Cultivos estará presente en la 18ª edición del Foro Global Agroalimentario, que se llevará a cabo en la ciudad de Irapuato, Guanajuato del 9 al 12 de noviembre, y tendrá como sede la Expo AgroAlimentaria Guanajuato®, la plataforma de agro-negocios que tiene ya 25 años de trayectoria contará con la presencia de más de 52 países y espera a más de 120,000 visitantes de todos los eslabones del sector agroalimentario.
El Foro Global Agroalimentario, organizado por el Consejo Nacional Agropecuario, (CNA), contará con la participación de reconocidos expertos internacionales que tratarán temas clave sobre los desafíos y capacidades del sector agroalimentario para responder a la creciente población mundial, como los impactos del cambio climático en la agricultura, las perspectivas mundiales de los mercados agroalimentarios, las nuevas tendencias en el consumo, así como la necesidad de hacer compatible la sustentabilidad y productividad en la agenda agroalimentaria a nivel mundial.
Garantizar el futuro de la alimentación del país y del mundo pasa por reconocer y promover un modelo agroindustrial moderno, tecnológicamente innovador y compatible con la preservación y cuidado del medio ambiente. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) reconoce el desafío que implica alimentar a la población mundial en los próximos años. La FAO calcula que para el año 2050 el mundo tendrá más de 9 500 millones de habitantes con lo que requerirá 70 por ciento MÁS alimentos que los que se producen en la actualidad y que esta necesidad, solo puede ser satisfecha por medio de las técnicas agroindustriales, ya que, solo mediante éstas, es posible procesar los alimentos que satisfagan la creciente demanda mundial.
México es un testimonio de cómo el modelo agroindustrial ha sido capaz de responder al desafío del crecimiento de su propia población que, en el último cuarto de siglo ha registrado un crecimiento del 43%, un incremento en la producción agrícola de casi 90%, y un aumento en la superficie cultivada de solo 14%. Es decir, sin necesidad de expandir la frontera agrícola del país, éste ha sido capaz de optimizar la producción de alimentos gracias a las técnicas modernas que ofrece un modelo del que depende satisfacer una necesidad esencial de la humanidad.
En el reporte “Perspectivas Agrícolas 2021-2030” realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la misma FAO, se reconoce que invertir en mejorar los rendimientos y la gestión agrícola impulsará el crecimiento en la producción mundial de cultivos y enfatiza que dando por hecho que se contará con sistemas de producción más intensivos durante la próxima década, se espera que 87% del crecimiento previsto en la producción mundial de cultivos provenga de los aumentos en rendimiento, 7% de una mayor intensidad de cultivo y solo 6% de la expansión de las tierras de cultivo (p. 20).
A pesar del éxito del modelo agroindustrial en México, que se refleja en cifras como el saldo de la balanza comercial de productos agroalimentarios, que cerró el año pasado con un saldo a favor de 12 mil 347 millones de dólares, (40% más que en 2019) y que durante el primer semestre del año anterior, las exportaciones agroalimentarias generaron ingresos al país por casi 40 mil millones de dólares, solo superada por las remesas que envían los paisanos desde Estados Unidos, existen indicadores que nos advierten de los desafíos que deben superarse si se quiere lograr la meta de la autosuficiencia alimentaria.
Por ejemplo, solo el primer semestre de este año, el país gastó 4 mil 317 millones de dólares en la compra de granos básicos a Estados Unidos principalmente, rompiendo el récord que se tenía en 2012 cuando se gastaron 3 mil 400 millones de dólares. El año pasado el país ocupó el lugar 45, de 113 países, en el Índice Global de Seguridad Alimentaria que realiza la Unidad de Inteligencia de The Economist, que es una referencia internacional sobre la capacidad de los países para garantizar sus necesidades integrales de alimentación.
En este sentido, el contraste entre ser una potencia mundial en la producción de alimentos, el décimo productor mundial y el séptimo exportador del mundo (principalmente de frutas, hortalizas y productos pecuarios) y la necesidad de aumentar la producción de granos básicos y reducir la dependencia del exterior, debe llevar al gobierno a aplicar políticas que hagan accesible la modernización a los pequeños y medianos productores. Por este motivo resulta crucial que se prioricen políticas que asignen recursos a los pequeños y medianos productores que requieren de tecnología, semillas mejoradas y productos fitosanitarios que protejan sus cultivos, pues la FAO estima una pérdida de hasta 40% de los mismos por la acción de malezas y diferentes tipos de plagas.
La FAO a su vez, recomienda a los países, producir al menos el 75% de los alimentos que consume en granos básicos y nuestro país solo ha logrado llegar al 59%. De ahí que México debe asumir la recomendación de la FAO plasmada en el reporte sobre “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2021”: para aumentar la disponibilidad de alimentos inocuos y nutritivos y reducir su costo, se precisan intervenciones a lo largo de las cadenas de suministro de alimentos, principalmente como medio de incrementar la asequibilidad de las dietas saludables. Ello exige un conjunto coherente de políticas, inversiones y leyes desde la producción hasta el consumo para obtener aumentos de la eficiencia y reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos a fin de contribuir al logro de estos objetivos.
El sector agroalimentario es un aliado en la búsqueda del objetivo para lograr la seguridad y soberanía alimentaria que se ha planteado el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero debe también considerarse que el éxito de esta alianza requiere de sentar las condiciones de certidumbre jurídica que norma al sector, así como de políticas públicas que impulsen la producción, la productividad y que alienten la inversión. Sin estas condiciones no será posible potenciar un sector del que depende casi el 10 por ciento del PIB nacional, y será extremadamente difícil satisfacer una necesidad esencial, como es la alimentación y el bienestar de millones de productores agrícolas.