Tecnología, la gran aliada de la mina subterránea más grande del mundo

enero 28, 2020

Chile/EFE. La mina chilena de cobre El Teniente, la subterránea más grande del mundo, ha pasado de valerse de burros de carga en sus inicios en 1905 a camiones volquetas a control remoto en la actualidad, una apuesta por mantener vivo medio siglo más este descomunal yacimiento en el interior de la cordillera de Los Andes.

Ha transcurrido más de un siglo desde que los mineros de pico y pala comenzaron a perforar los primeros túneles en la roca de la montaña, ubicada a unos 85 kilómetros al sur de Santiago de Chile.

Desde entonces la tecnología se ha convertido en un aliado para este yacimiento, que se encuentra a la cabeza en la minería chilena y del mundo y es un referente para el resto de faenas del país austral.

El yacimiento, explotado por la compañía estatal Codelco, es ahora una industria minera de vanguardia a todos los niveles de producción: extracción de manera remota desde la ciudad de Rancagua (a 50 kilómetros), el traslado automatizado de materiales, la optimización del canchado (molienda) del mineral y su fundición.

Una cadena completa a 3 mil 200 metros de altura en proceso de reinvención para conseguir mantener el ritmo de producción durante otros 50 años más, camino a los dos siglos.

El polvoriento paisaje de colinas escarpadas semidesérticas es sorteado por una carretera que serpentea entre las quebradas hasta llegar a un pequeño túnel que da paso a un laberíntico hormiguero oscuro y húmedo en el que los “viejos” (los trabajadores, en jerga minera) deambulan por doquier enfundados en sus monos de color naranja.

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Unas 4 mil 248 “hormigas obreras” (según datos de Codelco de diciembre de 2018) que alimentan a este monstruo enterrado al que siguen insuflando vida para mantener latiendo un corazón de cobre que produjo 465 mil 40 toneladas métricas de material fino en 2018.

El mineral forma parte de una veta que empezó a explotarse en un mismo nivel desde hace 115 años y ya cuenta con más de 3 mil kilómetros de galerías subterráneas, más o menos el equivalente al ancho de Australia o a la distancia más corta que separa las costas de Sudamérica y de África a través del océano Atlántico.

Como referente de los cientos de minas del país austral, El Teniente es el orgullo de la industria y, además de ser la más grande de su clase a nivel mundial, también es la más antigua del país.

La tradición y la innovación se funden en esos túneles húmedos y encharcados, flanqueados por una maraña de cables que va creciendo a medida que se acerca a la salida a la superficie, como una enredadera que se eleva entre el resto de vegetación en busca de los rayos del sol.

Evelyn Jiménez, jefa de construcción del proyecto “Diamante“, una de las nuevas áreas de explotación en el futuro nivel intermedio, destacó que la incorporación de la tecnología permitió aumentar la productividad en medio del “desafío” que supone trabajar en minería subterránea.

“Ha ido avanzando la incorporación de la tecnología y de la mujer. Eso ha ido suavizando el ambiente y ha ido aumentando también la creatividad y ha ido cambiando la cultura del minero”, destacó a Efe la ingeniera de Minas.

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