Todavía vivimos en el colonialismo: José Luis Cruz

noviembre 2, 2019

[En entrevista con Notimex, el director de Motecuhzoma II expresa que su ópera monumental “es una revisión de la obra de Vivaldi concebida a partir de una cosmogonía náhuatl”.]

México/Notimex. El Zócalo de la Ciudad de México albergará la ópera monumental Motecuhzoma II (la cual se estrenó como función privada en 2009 en el Teatro Hidalgo) los días 7 y 8 de noviembre, conmemorando los 500 años del encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma. En esta ocasión presentada con un ligero recorte en el libreto, la obra incorpora danza contemporánea y una significativa escenografía, además, por supuesto, del canto y la música en vivo.
      El proyecto es dirigido por el veterano dramaturgo José Luis Cruz (Tapachula, Chiapas, 1952), quien trabaja desde hace varios años junto con otros artistas —como el músico Samuel Máynez Champion y la coreógrafa Norma Yolanda López— para darle forma a una versión “libérrima” de la ópera de Vivaldi: Motecuhzoma.

La pérdida de una civilización

En entrevista con Notimex, el director reconoce la importancia de llevar a cabo un montaje de esta naturaleza en un recinto tan simbólico como el Zócalo de la Ciudad de México:
      ―Ha sido una proeza montar esta pieza justo donde todo esto aconteció. ¡Imagínate la oportunidad que significa representar una obra de esta magnitud en el lugar donde históricamente sucedió!
      Con esta obra “le devolvemos a la ópera el contexto original”, estima el dramaturgo:
      ―En un inicio la ópera se hacía en un contexto popular, porque no era lo que es ahora: un programa, digamos, elitista. La ópera no nace así.
      Y lo explica:
      ―La ópera nace fundamentalmente en el teatro vulgar, en los teatros populares. Ahí es donde se dan los grandes encuentros operísticos. Mozart o Vivaldi hacen este tipo de experimentos teatrales en los cuales se mezclan todos los lenguajes: la música, el teatro, el movimiento corporal, las artes plásticas. Todas estas fusiones se hacían justamente en estos teatros populares.
      Aunque admite ignorar las razones concretas que motivaron a un autor icónico como Vivaldi a escribir una historia desarrollada en el México antiguo, sí reconoce que en los ayeres del siglo XVIII (Antonio Vivaldi nació en Venecia en 1678 y murió en Viena en 1741) “había una enorme curiosidad por saber qué estaba pasando en este lado del mundo. Había una gran pasión por descubrir un tema como éste, que en ese entonces fascinaba: cómo un poderoso emperador, un gran tlatoani como Moctezuma, pierde todo diluyendo toda una civilización”.

 
               Ensayo de Motecuhzoma II

Una crónica de los vencidos

Dice José Luis Cruz que, “además de llamativo, el tema es muy operático”:
       ―Sin embargo, la ópera de Vivaldi es una versión eurocentrista del asunto porque en ella el héroe es Cortés, presentando una deformación de toda la historia. Probablemente no tenían todos los elementos a la mano…
      Cruz considera que tanto Hernán Cortés como Moctezuma son personajes complejos:
      ―Ya no vemos a Moctezuma como el cobarde que no defendió el imperio azteca, ni a Cortés como el villano. Son personajes históricamente complejos. Y habría que verlos con otra visión, una visión mucho más elaborada, y es lo que intenta hacer esta versión: ver personajes históricos de carne y hueso.
      No se trata de una historia del bueno y el malo, sino de una narración con “claroscuros”:
      ―Porque tampoco el imperio del gran tlatoani era una región bonachona, no: eran terribles también, feroces guerreros que tenían sometido a más de la mitad del territorio mesoamericano…
      Todos los artistas que intervienen en Motecuhzoma II, desde creadores plásticos hasta vestuaristas, parten de “una investigación para utilizar materiales mexicanos, de la época azteca”:
      ―Desde los colores, el algodón, la cochinilla ―ejemplifica José Luis Cruz―; cómo se mezclan estos colores, cuáles son los básicos del mundo prehispánico. Los diseños están inspirados en la iconografía de la época dándole una visión también contemporánea.
      La elaboración de Motecuhzoma II involucró “un proceso de documentación exhaustivo sustentado en los más grandes investigadores”, revela José Luis Cruz:
      ―El maestro Samuel Máynez hizo una versión libérrima de la ópera de Vivaldi reescribiendo el guión junto con un gran historiador como lo es el doctor Alfredo López Austin, inspirado a su vez en los conceptos que hay alrededor de Visión de los vencidos del maestro que acaba de morir: Miguel León-Portilla.
      Sus indagaciones dieron como resultado “una revisión histórica y antropológica” de la obra de Vivaldi:
      ―Le dimos contenido desde este lado del mundo; es decir, contamos la historia desde una cosmogonía náhuatl, le damos voz a los vencidos. México tiene una coyuntura increíble en este momento, por eso me interesa realizar una prospectiva donde podamos empoderar a los que nunca tuvieron el poder. Podemos empoderar a las mujeres, podemos empoderar el mestizaje, podemos empoderar, por fin, a los grupos de los primeros pobladores. Y, sobre todo, a la música, las culturas y, principalmente, a las lenguas.

Cantos barrocos en náhuatl y en maya

“Todo ha sido muy difícil”, reconoce José Luis Cruz:
      ―Desde la operación misma del concepto hasta la definición de la producción. Todo ha sido muy complejo porque hay que mezclar muchos lenguajes.
      Los elementos que mezclará Motecuhzoma II durante su puesta en escena, el director enuncia:
      ―La música de instrumentos prehispánicos con música barroca; la danza, el movimiento, el teatro, el color; todo el ambiente escenográfico electrónico con proyecciones; las mismas cadencias de la fusión entre instrumentos… en fin.
      Una de las vertientes más interesantes que ofrecerá la obra es la utilización de lenguas originarias con música de una época distinta:
      ―El náhuatl y el maya son lenguas dulces para cantarlas y, en la adaptación del maestro Máynez, el náhuatl se presta muy bien con la música barroca, tiene una sonoridad alucinante…
      A pesar de las dificultades, José Luis Cruz no se arredra ante el enorme reto que tiene entre sus manos:
      ―He estado involucrado en obras muy grandes, esa es una de mis vertientes. Yo he dirigido programas de gran escala en todo el mundo. Digamos que mi especialidad es esta: al aire libre, con contextos distintos.
      Sin embargo, reconoce que el valor simbólico de realizarlo esta vez en el Zócalo hace de esta puesta “una de las más grandes. El contexto es inigualable, es decir es una oportunidad, una coyuntura impresionante que coincida con los 500 años de este encuentro-desencuentro complejo”.
      Motecuhzoma II no sólo revisa el pasado, también ofrece “una visión contemporánea”:
      ―Porque tratamos el asunto del genocidio que cometieron los españoles y que se sigue cometiendo en México. Esos temas son muy sensibles.

La esencia del mexicano

―La reflexión es sumaria: todavía aquí existe el colonialismo ―apunta José Luis Cruz―. México no ha parado de explotar a su gente; ahí empieza un sentimiento de expulsión de nuestro propio contexto cultural: con el asesinato y muerte de millones de indígenas.
      El encuentro de hace medio milenio sigue manifestando sus consecuencias hasta nuestros días, a decir del director escénico:
      ―Los gobernantes, en su mayoría, son blanquitos y los indígenas son los sirvientes. Y esta situación nos parece normal. Entonces, en ese contexto, la obra es de una gran actualidad.
      Con Motecuhzoma II “estamos reflexionando sobre cómo el europeo cree que es superior y, en el contexto latinoamericano, no nada más en México, es muy normal que la servidumbre sean los indígenas, los negros, los mestizos o los mulatos. Los blancos, generalmente, son el grupo étnico predominante. Nos parece como parte de la vida cotidiana, pero eso es un grave error de apreciación que viene desde la Colonia”.
      El dramaturgo espera que Motecuhzoma II pueda verse posteriormente en más fechas y lugares:
      ―Para eso lo estamos haciendo, para que se muestre no solamente en la Ciudad de México sino también en el interior de la República, e incluso en América Latina. ¿Y por qué no?, también en Europa, para mostrar nuestra esencia.