Una buena y otra…

mayo 28, 2020

Entre Palacio Nacional y la sede del Senado hay calles colmadas de historia y lecciones de política de tiempos idos que son pretexto para denostar y desmantelar leyes e instituciones con ánimos y fundamentos de diversa naturaleza ideológica y partidista, pero igual para las corrientes que defienden a esta estructura institucional que sosegó rebeliones en la primera mitad del siglo pasado y luego dio pauta a un país moderno y de avanzada; con sus bemoles y tragedias de corrupción en esa lucha de los civiles por el poder.

México en su democracia inconclusa, que evidencia los más ejemplares contrastes entre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, esto que se conoce como lo políticamente correcto. La diferencia de la tarea de consensos y posturas firmes entre oposición y oficialismo, sin que el término sea peyorativo, de senadores y diputados.

Veamos. En Palacio Nacional como en el Senado de la República se hace política, nos guste o no, que lo mismo atiza tempestades que llama a coincidencias de urbanidad política y pauta legislaciones que finalmente instalan en su sitio a cada quien, aunque en Palacio priva más el voluntarismo cuyas consecuencias luego deben ser reconstruidas y vueltas a bordar con acuerdos de elemental ejercicio político en la llamada Cámara alta; y póngale usted los adjetivos que quiera.

Por supuesto, en esa mayoría senatorial de Morena hay personajes que no ganan un concurso de popularidad en la feria, porque llegaron al escaño por la vía de ese tsunami llamado Andrés Manuel como ocurrió con los diputados federales de tómbola que después de dos años mantienen el curso intensivo que reprobarán el año próximo cuando pretendan reelegirse. ¿Cuántos artículos tienen la Constitución General de la República? Pregúnteles y ya verá usted.

¡Ah, las diferencias! Entre septiembre de 2018 y los meses que corren de este 2020, en el Senado –como dicen los clásicos—se ha tenido que enmendar la plana lo mismo al inquilino de Palacio que a la arrolladora mayoría morenista en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Y conste que Mario Delgado Carrillo fue senador, aunque sus apoyos lo llevan más a los yerros, graves e inoportunos como la reciente ocurrencia –¿sin línea?—de la maestra Dolores Padierna Luna con esa iniciativa de desaparecer a 44 fondos y fideicomisos.

Y es que, mire usted, a reserva de su mejor opinión, con sus subrayadas excepciones de políticos de carrera, expertos en su trabajo, la Cámara de Diputados tiene, en su mayoría ocurrente, algo más que disciplina o postura institucional, una subrayada genuflexión sin chistar que alza la mano y aprueba, con sus excepciones como la de los legisladores que el año pasado se negaban a aprobar las reformas a la Ley de Instituciones de Crédito, pero fueron convencidos con un documento de la Unidad de Inteligencia Financiera.

Así, en la mañanera del martes pasado, el licenciado Andrés Manuel López Obrador trazó una jugada que le puede dar buen resultado para levantar su alicaído lugar en el top ten, aunque diga que tiene otros datos o que las encuestas están cuchareadas.

Como experto en la prospectiva política y el arte de la propaganda,  el señorpresidente pulsó y echó andar dos acciones que sin duda le aplaudiría el pueblo bueno con las reservas de los que identifica como conservadores.

Primero. Urdió la entrega de la condecoración Miguel Hidalgo a personal de salud que ha estado en la primera línea en el combate a la pandemia.

Pero, y ésa es una clave toral de alto contenido proselitista, la entrega de la máxima presea que otorga el Estado mexicano a ciudadanos distinguidos por servicios a la patria, no la decidirá un grupo de notables, no. Serán ciudadanos, sobrevivientes del Covid-19 o que fueron atendidos para enfrentar este virus, los que votarán mediante cédulas y decidirán quiénes, entre el personal médico, incluye de enfermería y asistentes, son merecedores de la condecoración Miguel Hidalgo.

¿Algún problema por el desabasto de equipo? ¿Algún problema por la falta de apoyo al personal en clínicas y hospitales? Con esta decisión el licenciado López Obrador se lava la cara. Él, porque los responsables del sector salud han cumplido con sus obligaciones y responsabilidades; atender órdenes presidenciales, es parte de su obligación. Y aquel que se rehúsa, lleva por delante la renuncia; los ejemplos tienen nombres y apellidos.

Segundo. El martes pasado, reprochó nuevamente a sus antecesores de los males del país, entre ellos en el sector salud donde hay un vasto déficit de médicos en general pero, sobre todo, de especialistas. Y esta situación afloró en la epidemia de coronavirus.

Por ello, junto con el secretario de Salud, Jorge Alcocer, anunció que los más de 50 mil aspirantes a cursar una especialidad no serán rechazados e incluso habrá 30 mil becas para estudiar en el extranjero.

En este tenor, en la conferencia de prensa mañanera, López Obrador argumentó la razón de la insuficiencia de médicos en México:

“Porque se apostó a privatizar la educación y utilizaron como excusa para rechazar a los jóvenes que querían ingresar a las universidades o a especializarse que no pasaban el examen de admisión, cuando eso no es cierto, no es que no pasaran el examen de admisión, es que no había cupo, no había espacio porque no había presupuesto para las universidades públicas, para la formación de los especialistas”.

¿Qué vamos a hacer nosotros?, se preguntó y respondió:

“Lo anuncio, ya todos los que quieran estudiar especialidades van a tener manera de hacerlo. En el nivel de especialidades no va a haber rechazados (…)”.

Luego preguntó al secretario Alcocer Varela cuántos presentan examen para entrar a la especialidad en un año.

El secretario de Salud refirió que en este año se presentaron más de 52 mil candidatos para poder optar por especialidades médicas.

Las especialidades médicas suman en términos generales más de 60, 68, de las cuales se abren, de acuerdo a los sitios donde se forman, donde hay posibilidad de darles esa preparación, una preparación que es uno, dos, tres años, dependiendo la complejidad de la ciencia que se está ampliando para la medicina.

En ese periodo participan varias universidades –acotó el secretario de Salud–, pero sumadas y principalmente a través de las más notorias, la UNAM, el TEC y otras universidades, las estatales que también hay que considerar, se aceptan alrededor de 10 mil, una cuarta parte, y eso con esfuerzos, estoy hablando que siempre aceptaban, o sea, se les daba el visto bueno alrededor de nueve mil, pero el Seguro Social, lo resalto, ha hecho esfuerzos para aumentar progresivamente alguna de esas especialidades.

“El enfoque ahora, como ya dijo el señor presidente, va a ser completo. Uno, no rechazarlos, porque todos los que deben de presentar llenan el requisito de ser médicos generales, y en algún momento señalé que el ser médico general ya es una distinción, seis años de estar trabajando y haciendo, inclusive ahora en el COVID (…)”.

Y luego López Obrador anunció becas para formar en el extranjero a 30 mil médicos especialistas. En la conferencia informó que se destinará el presupuesto necesario e instruyó a las secretarías de Salud y de Relaciones Exteriores realizar las gestiones a fin de lograr este propósito.

Las becas, podrían ser administradas por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

El principal acuerdo es que, a su regreso al país, los especialistas trabajen en hospitales públicos para que “devuelvan lo que el pueblo les va a dar: la posibilidad de especializarse”, citó el señorpresidente en esta segunda operación política con pretexto sin discusión, salvo la elemental suspicacia de la cantidad de votos que esto lo acarreará en la elección intermedia del año que entra para salvar la mayoría legislativa de Morena en la Cámara de Diputado. La política en Palacio, operada por el maestro de la propaganda.

Y la otra vertiente de la praxis política en el Senado, la ofreció alguien que de pronto se alzó como vocero de la pandemia y que se ha convertido en ave de las tempestades.

Y dígame lo contrario. Ayer, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell respondió a los cuestionamientos de los senadores, con quienes se reunió por más de cinco horas de manera virtual, y provocó la airada reacción de la bancada del PAN que lo llamó misógino, irrespetuoso y todos esos etcéteras derivados del desencuentro.

Bueno, bueno. Si ya saben cómo es, para que lo invitan, diría el clásico, porque el doctor sin duda es un crooner que si le piden baile charleston lo hace y cuenta cuentos a los niños y responde a inquietudes de amas de casa y…

En la óptica de mi asesora política, López-Gatell arrolló a la oposición, reitero, en especial a la del Partido Acción Nacional, con argumentos explicativos y técnicos acerca de la estrategia y acciones emprendidas para enfrentar la pandemia generada por el Covid-19.

Mi asesora concluye: Simple, con una vasta explicación técnica, muy pormenorizada de casi cinco horas y 40 minutos, López-Gatell, responsable de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, expuso el origen de la pandemia, la estrategia y los alcances de la misma, para luego responder a los cuestionamientos de los legisladores.

Ricardo Monreal Ávila, coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, dio la bienvenida al subsecretario y le hizo los primeros cuestionamientos.

A ésta tercera reunión de trabajo virtual, con López-Gatell convocado, se conectaron más de 55 senadores, entre ellos presidentes de diversas comisiones y todos los integrantes de la Junta de Coordinación Política. Y el PAN anda severamente encabronado, ofendido y con ganas de enjuiciar al doctor subsecretario. Pero, reitero, si ya saben cómo es, para qué lo invitan. De Palacio Nacional en la ruta del Senado. Conste.

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