Va de cuento… Un día sin AMLO
agosto 19, 2021
Los mariachis callaron…
Firmes, las pisadas de Andrés Manuel se escucharon en la enorme caja de resonancia del solitario Salón de la Tesorería.
Solitario con el solitario de Palacio, el enorme y lujoso Palacio Nacional amanecía como cualquier día de lunes a viernes, pero…
Desde antes de que cantara el gallo, el gabinete de seguridad había sesionado como todos los días, con el parte de las cifras que alimentan estadísticas pero, avanzado el sexenio de la 4T, no ofrecen resultados tangibles contra la delincuencia organizada y la dispersa y desorganizada que asalta y veja en cualquier esquina de cualquier lugar de la república mexicana.
–Señor presidente, la situación se ha complicado en la frontera sur. Pandillas locales asaltan y violan a indocumentados centroamericanos. Y cada día llegan más ilegales de otras naciones incluso del Medio Oriente. Y el Cartel Jalisco Nueva Generación está desatado, ya hasta tiene células en la Ciudad de México—habría dicho el secretario de la Defensa Nacional.
–¿Cuáles son las instrucciones, señor presidente?—completó el divisionario.
–Ehhh, pues haga lo que debe hacerse, general. Pero que sea con medida, sin excesos. Recuerde que el pueblo bueno está convencido de que no somos iguales a los de antes y privilegiamos o, ¿cómo se dice?, nada por la fuerza, todo por la razón. Eso hay que decirlo al rato a los periodistas—atendió el licenciado presidente.
Y añadió una pregunta:
–¿Chucho, tienes preparadas las imágenes para cuando las necesite? Por cierto, ¿hoy qué canción vas a tocar? Nos vamos a reír de lo que digan nuestros contrincantes, ya hasta dicen que parece carpa. Y me pasas la lista de los que van a preguntar, esos provocan y enojan a nuestros detractores como Joaquín y… este, cómo se llama…
–Ciro, señorpresidente, Ciro—completó el analista, historiador, escritor, periodista y sabelotodo vocero de la Presidencia.
–Hasta ahí, Chucho. Olga, ¿qué vamos a decir del caso de este joven al que detuvieron y violaron policías de Mérida? No va a faltar la pregunta y no quiero darle motivos a Junco y a Ealy para que nos responsabilicen del caso–, planteó Andrés Manuel, aún con el cabello untado con gel que le evitaba “gallitos”; y la inocultable pérdida de cabello y…
–Elizabeth, qué tienes para el Quién es quién en las mentiras de la semana. No hay que dar tregua a nuestros detractores que mienten porque esa es su religión, porque ya no reciben los millones y millones de pesos que recibían. Están enojados; duro con ellos, Bety—dijo cordial el señorpresidente, con esa mirada cómplice y aduladora a la llamada zarina de la verdad y azote de la mentira en los medios de comunicación nacionales y extranjeros. No se ría, por favor.
—Vamos a presentar hoy tres noticias –ilustró la joven de pelo lacio y voz nerviosa–. La primera es: Difunden carta falsa de la SEP del regreso a clases. Una vez más, el periódico El Universal publicó el 12 de agosto pasado información falsa. Se trata de una supuesta carta compromiso sobre el regreso a clases que la misma Secretaría de Educación Pública desmintió.
–Pero existe la carta…– interrumpió Andrés Manuel
–Sí, señor presidente, pero no es esa que mostraron—pretextó la licenciada Elizabeth–. Y vamos a decir que, el objetivo de difundir el documento era apuntalar la crítica contra el Gobierno de México por el regreso a clases.
Aquí hay un tuit de López-Dóriga –prosiguió–, de Denise Dresser, Azucena Uresti, el periódico Milenio. A pesar de que la SEP advirtió que la carta era falsa… La segunda tiene que ver con el diario Reforma que publica un título amarillista sobre la saturación en hospitales infantiles, ahí está en portada publicado.
–Bien, hasta ahí…–atajó Andrés Manuel y acarició las solapas de su traje bien cortado, aunque mal portado. Y sonrió con esa mueca de quien se sabe dueño del momento y se asume portador de la verdad absoluta, ésa que no tiene réplica en las reuniones de gabinete ni en las públicas donde, ni hablar, han aparecido respondones, éstos que ahora se arrepienten de haber votado por él.
–¡Que se aguanten!—pensó.
Y consideró que le preguntarían acerca de la designación de Brenda Lozano como nueva Agregada Cultural de la Embajada de México en España. Marcelo avaló el nombramiento, repasó, aunque la acusan de haberlo criticado severamente, incluso se burló de él.
–Sí, sí, les diré que es muy difícil encontrar en el aparato administrativo gente que no esté relacionada con académicos, con intelectuales, que dominaron durante mucho tiempo, aunque sean los Krauze y Aguilar Camín. ¡Total!, yo siempre digo que tardó más el dominio neoliberal que el porfiriato… Y les diré que no me informaron del nombramiento, pero está cundido el país, o sea, de este pensamiento conservador, neoliberal porque si nada más había dos grupos que dominaban en el mundo de las letras, al final políticamente son lo mismo.
Andrés Manuel preparaba el discurso, repasaba temas y sonreía, sonreía sin convidar su pensamiento con los asistentes a la madrugadora reunión de gabinete de seguridad, ésta en la que bostezar es una falta frente al licenciado presidente que apareció fresco y ¿con ganas de joder al país y a sus contrincantes?
–¡Ah!, me tienen pendiente la Ley Federal de Revocación de Mandato. Parece que no me hacen caso en el Congreso—repasó ese otro pendiente de sus ocurrencias.
–¿Cómo ves al país?—preguntó a Claudia, la radiante jefa de Gobierno.
–¡Como usted lo vea, señor presidente! Usted es un visionario y coincido absolutamente en toda su visión, señor presidente—respondió con una amplia sonrisa, despojada del cubreboca –¡a poco no!—la considerada consentida presidenciable que esta mañana iba abrigada y al cuello llevaba una cara pañoleta de seda Pineda Cobalín y calzaba botas negras.
Entonces, Andrés Manuel se encaminó al conservado decimonónico Salón de la Tesorería. Sus pisadas retumbaron cuando traspuso la puerta de cedro y cristales biselados, y sólo escucho el eco de sus pisadas. Solo sus pisadas.
No había murmullos de los personajes varios que madrugaban como parte del selecto grupo palomeado por el vocero presidencial, ínclito maestro y periodista y escritor que goza de todas, pero todas son todas, las confianzas de Su Alteza Serenísima Andrés Manuel.
–¿Qué pasó, Jesús? ¿Dónde está la prensa, dónde están nuestros amigos?—inquirió el clasemediero y aspiracionista tabasqueño que, salido de Macuspana, es el austero dueño sexenal del Palacio Nacional.
–¿Qué pasó, Jesús?—insistió con inocultable enojo. Manoteaba en busca de los fantasmas que seguramente habían ahuyentado a la prensa, a los chayoteros, fifís, conservadores pagados por los neoliberales, a quienes son reporteros de los odiados Junco e Ealy….
Y, en efecto, no había periodistas. Ahí las cámaras solitarias montadas en tripié, sillas vacías. Nadie de El Universal ni de Reforma, menos de La Crónica y El Financiero, ningún reportero de TV Azteca o Televisa ni de MVS o Radio Fórumla. ¡Vaya!, Marquito Olvera y la señorita Güera y Hans y Charly no aparecieron. La barra mercenaria, ¡por los clavos de Cristo!, no estaba en el salón.
–¡Jesús! ¡Qué alguien me explique!, parafraseó a un personaje de Derbez, Eugenio, el comediante, no Luis Ernesto, el ex rector de la UDLA contra quien se libró orden de aprehensión.
–No lo sé, presidente—se disculpó confianzudo el vocero Ramírez.
Y sí, este día, todos, pero todos los medios de comunicación, desde los grandotes y hasta los impresos y portales que no por ser medios emergentes dejan de aportar su grano de arena en el contrapeso de la comunicación con el poder público, decidieron hacer el vacío al licenciado presidente.
Cansados, hartos de ser insultados y estigmatizados como tema y pretexto diario para culpar al pasado por lo que ocurre hoy, incluso los medios mercenarios en un acto de reflexión y si usted quiere de contrición, decidieron sumarse al vacío informativo.
Sí, un Día sin AMLO, un día sin difundir mentiras ni descalificaciones, un día sin saber más del trenecito ni del rollo del aeropuerto Felipe Ángeles. Un día sin la sobada presunción de los otros datos y menos de las ofensivas descalificaciones del señor presidente hacia sus colaboradores.
Sí, un día en la que millones de televidentes, radioescuchas, lectores de periódicos y navegadores de las benditas redes descansarían de la voz presidencial, del rollo de Su Alteza Serenísima, de la historia patria contada en la versión personalísima del Duce. Un día en el que Hernán Cortés dejaría de ser vilipendiado por su paisano.
–¡Jesús! A ver cómo le haces, pero esto no debe repetirse; la patria no puede dejar de saber de mi arduo y nacionalista trabajo. México no puede estar un día sin saber de mí. Mañana quiero una mañanera…
–Sí, señor presidente, la convoco, aunque…
–¿Aunque? ¿Aunque qué? Mañana quiero el salón lleno. Tú sabes cómo le haces.
Y México, el hijo del pueblo, transitó tranquilo, diría José Alfredo Jiménez: alejado del bullicio y de la falsa sociedad. Un Día sin AMLO. Digo.
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